LAS COSAS HAY QUE DECIRLAS

"Estamos anulados" dijo mientras su mujer ponía los ojos en blanco.
La teoría de la pérdida total de la libertad cuando te conviertes en padre tiene en Julio su máximo defensor. Es un tipo exagerado donde los haya, que sentencia y vive cada uno de sus argumentos. Si algo le gusta te lo defenderá con su vida, si algo le parece injusto los "Eso no puede ser hombre, basta ya! qué vergüenza!" serán continuos y si odia, lo hace desde las vísceras.
Pero lo cierto es tiene mucha, mucha gracia. Porque, aunque nos pinta un paisaje de la paternidad bastante desolador, los que no tenemos hijos lo escuchamos con lágrimas en los ojos y no de pena precisamente, pero entre risas también, encuentras a otros no-seres asintiendo ante las situaciones descritas por el doctor. "Quien quiera tener hijos, va a tenerlos aunque yo les cuente esto pero las cosas hay que decirlas" Concluye.

Y yo estoy completamente de acuerdo. Las cosas hay que decirlas. La realidad hay que contarla y casi siempre tendemos a definirla como muy cruda.

Las cosas como son. El trabajo no es siempre fácil, la vida en pareja tampoco. La rutina puede ser el peor de tus males y leer las noticias no ayuda. Los niños son niños las 24 horas del día sin descanso los domingos. La edad te hace recuperarte de las juergas peor y toda la mierda que tragas a lo largo de los años en el trabajo puede convertirte en un ser duro, cínico y egoísta. Los sueños la mayoría de las veces se quedan en eso porque no tienes ni las fuerzas ni las ganas suficientes para cumplirlos. Nos acomodamos y nos quejamos. Pasarás mucho más tiempo con gente que no te importa y no te aporta lo más mínimo que con la que quieres...y podría seguir. Porque hay que decir estas cosas, no?

De acuerdo. Pero entonces háganme el favor de decir las otras realidades también. Las realidades como que agradeces que al llegar a casa haya alguien para escucharte o aguantar tus enfados. Para animarte cuando lo necesitas, para apoyarte en todo lo que hagas y que te apetece querer. Dime que si tu hijo no se duerme y tú tampoco, lo quieres matar, de verdad, pero que esa sonrisa sin dientes consigue sacar la más genuina de las tuyas. Dime cómo estás de contento cuando las cosas salen bien en el trabajo, cuando te dan una palmadita en la espalda o cuando recibes ayuda de alguien que no tenía por qué hacerlo. Dime cómo te gusta que esa compañera siempre intente hacer las cosas bien y con una sonrisa "Pero es que tiene que hacerlo" No. Dime que admiras cómo tu amiga saca fuerzas de donde tú no las tienes para salir adelante. O mejor, no me lo digas a mí, díselo a ella. Dile a tu madre que no sabes cómo lo hace para tener siempre esos detalles. "Pero ya lo sabe" Claro, sabe que agradeces todos sus sacrificios. Pero díselo. Dile a tu padre que a pesar de lo chapas que puede llegar a ser con sus charlas, en el fondo las necesitas. Coméntale a tu hermano que no se preocupe, que aunque ya lo habrías asesinado varias veces, le vas a querer siempre. Porque lo sabe. Pero todos necesitamos una confirmación. Como ese mensaje que te llega cuando compras un billete de avión por internet y te dice que todo ha ido bien. Necesitamos ese mensaje para volver a respirar y nos viene guay que nos digan estas cosas porque son un extra de oxígeno. Para seguir viviendo en la cruda realidad.

Y es que el de arriba también comentó que el cuerpo humano estaba hecho para vivir 30 años. Que luego estamos aquí de regalo.
Ay, pero si me quedan 3 años nada más! - pienso
El lado más oscuro de mi ser, ese que se pregunta qué pasaría si me fuese mañana mismo, empieza a funcionar. No es miedo, es "Qué dejaría...y la gente a mi alrededor? Tendrán claro que...? claro por eso no te puedes enfadar con alguien mucho tiempo porque luego qué? imagínate...Y no le dijiste aquello...Qué pena no haber hecho tal...o cual incluso..." Llegados a este punto de absurdo, vuelvo a mi ser, en la tierra, en una mesa con la mejor compañía y la mejor de las cenas y caigo en la cuenta de que tengo todo lo que se necesita para hacer todas esas cosas y más.

Pero lo cierto es que la vida te cambia en un instante y la gente se muere. (Qué positiva oiga! Cómo se nota que mañana es lunes) Pero es verdad! Se fue Luis Aragonés, un tipo al que le debo una de las alegrías más irracionales y geniales de mi vida y leo a todo el mundo dedicándole unas palabras. Entonces no puedo evitar pensar en si todos esos pupilos que le llaman Mister y dicen respetarlo y hasta quererlo, se lo habrán dicho lo suficiente en vida. No es que todos seamos buenos cuando nos vamos, ni mucho menos pero ¿hay que dejar un hueco en el planeta para que te recuerden que no lo hiciste tan mal?

Y luego se muere Philip Seymour Hoffman, un actor que sólo estuvo por aquí 16 años más de los que nos tocan pero que, al parecer, decidió vivirlos intensamente. Y mientras veo El lobo de Wall Street pienso en esa vida de exceso, de drogas, de dinero y de poner el cuerpo al límite que vivieron los que se dedicaron a vender un mundo mejor sabiendo que sólo ellos iban a disfrutarlo. Pienso en qué preferiría yo, 50 años salvajemente o 100 mediocremente. Y me contesto que lo que tengo es la vida que me ha tocado y gracias. Muchas gracias!

Además pienso que aún no me he convertido en uno de esos seres anulados que sonreían arriba y, por lo tanto, aún tomo yo las decisiones sin tener que pensar en otro ser. Pienso que no sé muy bien dónde estoy ni a dónde voy pero algunas cosas sí que se van teniendo claras. Lo que quiero y, sobre todo, lo que no quiero.

No quiero irme sin haber dicho las cosas. Las malas, claro, pero las buenas también.

Pues empieza ya.

Vale.
Mañana vuelvo a la cruda realidad que sabe a café con poco azúcar pero tengo trabajo, tengo una madre que me deja la fiambrera en la puerta y tengo, en general, mucha, mucha suerte.
(menos con lo de perder las cosas...pero eso es ya otro tema)

 

 

POR QUÉ HAY QUE HACER LIMPIEZAS

Ordenar el cuarto es el principio de todo. Desde siempre. Desde que tu madre no te dejaba salir a no ser que todos esos juguetes volviesen a su sitio o cuando te encontrabas un cartón de pizza debajo de la cama y hace ya varios días que el monstruo de la ropa va de la silla a la cama y de la cama a la silla en el colegio mayor. Es hora de ordenar.

Cuando vuelves a casa de papá y mamá después de un tiempo fuera y tienes que, de alguna forma, hacer convivir las cosas que allí habitan, supervivientes a anteriores purgas, con todas las que traes en la mochila (quien dice mochila, dice maletas y bolsas varias), tienes un problema. Y qué solemos hacer con los problemas? Evitarlos. Se esconde todo como se puede hasta nueva orden (de madre) o hasta que un día no encuentras la maldita carpeta que pone Cosas importantes de la vida. Llegados a este punto debes enfrentarte a una realidad: no llega con ordenar, hay que hacer limpieza

La situación es crítica. Entre cuatro paredes, tú, una bolsa de basura negra y tus cientos de cosas. Venga hombre, no exageres. Al fin y al cabo son eso, cosas, no será difícil deshacerte de ellas.

JA!

Hay dos tipos de personas, las de guardar y las de tirar. Yo soy definitivamente de las primeras. Cojo todo papelucho que me hace gracia, me parece bonito o me recuerda a algo, alguien o alguna situación. Así que si el 80% del cuerpo humano es agua, ese mismo porcentaje en mi cuarto es celulosa.

La potencia sin control no tiene sentido y el guardar sin saber dónde tampoco. La información por sí sola no es poder. La información ordenada y clasificada sí. De ahí que las madres sean tan poderosas, porque saben dónde están las cosas.

Para eso están las cajas. Las cajas son la base de todo. Mi amiga Cova es muy muy fan de ellas y le dedico un recuerdo cada vez que las veo bonitas.
Porque pueden guardar simples aparatos y cables electrónicos pero ahí está también la Game Boy con el Tetris aún esperando a que vuelvas a engancharte y batas tu récord de 222 líneas (era un número tan redondo, tan capicúa y tan par que tuve que retirarme después de conseguirlo). En la siguiente encuentras las fotos del colegio y ese lazo con 3 años, ese aparato con 9 y esos terribles 14. Los apuntes de clase que consiguieron que a día de hoy te acuerdes que "Un pronome átono nunca pode encabezar unha oración" y de Los Reyes Católicos pero no tanto de los afluentes de Douro ni de todas las capitales de África...

Haciendo limpieza te llevas sorpresas agradables. Como encontrarte tu año entero de Erasmus en forma de libreta-collage. Con todos los sitios en los que estuviste, los trabajos de clase y hasta el número que llevabas en la primera regata en Cambridge. Pues parece que no estuvo nada mal el año aquel en la isla esa. Nueva York por aquí también y va a resultar que esas tardes de corta y pega son de agradecer. Así que te prometes hacer lo mismo con esa caja, "la" caja. Esa en la que guardas todo aquello que te observó desde las paredes tus cuartos desde que hace 9 años te fuiste de esta habitación a la que hoy vuelves. Cosas que tienen algo más que restos de blue tack en la espalda. Están los dibujos, recortes, entradas, fotografías, postales, posavasos, tíquets, etiquetas, recuerdos de viajes y frases que te vieron cada día durante tantos años. Cosas que son momentos y personas.
Al abrirla no puedes evitar recordar a tu amiga Ceci en ese posavasos de Hamburgo, a esas teenagers que fuisteis en cada entrada de Vánitas, Dúplex o El manco (mi madriña!), todos los lugares en los que estuviste en cada postal, postales molonas que habías olvidado, postales antiguas y otras que te recuerdan tu lado más obvio como ese bebé de Anne Gueddes, los primeros años Madrid en ese trozo de muro de Malasaña que una noche se derrumbó a vuestro lado o en esa tipiquísima foto de pies en el Km 0 con, al loro, pantalones de campana.

Las personas que guardamos somos nostálgicas por naturaleza. Hay una escena bastante antológica de Mad men donde dicen que Nostalgia viene del griego y significa "dolor de una vieja herida". Puede que esos trozos de papel no ayuden a cerrar esas heridas, más bien al contrario. Puede que alguien vea cierto grado de masoquismo en esto. Pero lo cierto es que ese pequeño dolor, esa punzada que es casi como una descarga eléctrica y provoca una sonrisa al tiempo que te pone un nudo en la garganta, me hace sentir más viva. Y así ocurre cuando abro mis cajas de papeles o cuando revisito la carpeta de notas y cartas de las adolescentes perdidas que fuimos. Sonrisas y lágrimas sería una buena síntesis de esa película. Pero en general lo es de cualquier historia que merezca la pena ser vista, contada o vivida.

Así que todo guardado, ordenado y clasificado. En cajas. Lo único que hay que decidir ahora es dónde quieres colocarlas. Cuáles dejas cerca y cuáles colocas en el fondo del armario...sabiendo que estarán ahí cuando las necesites.

No es que yo quiera hacer apología del síndrome de Diógenes. Claro que hay cosas que hay que tirar. Pero lo cierto es que aunque me proponga hacer limpieza me resulta imposible mandar a la bolsa negra cosas que me recuerdan lo que viví, quién fui y, por lo tanto, quien soy. Los recuerdos no dejan de ser referencias, como si de un mapa se tratase. Te ayudan a ubicarte como esas pegatinas de "usted está aquí"

Pero para conseguir orientarse primero hay que ordenar. Porque cuando uno se encuentra en medio de la nada, bueno, en medio del todo en este caso, hay que empezar por algún sitio. Ordenar el cuarto es el principio. De qué exactamente? El principio del fin del despiste. Es volver a estar preparado para lo siguiente. Porque vuelves a saber dónde están las cosas...y dónde estás tú.

Y esto, que iba a ser una entrada sobre limpiezas de cuartos, ha acabado por convertirse en una de orden en la vida. Y tiene gracia porque al escribirla ha habido de todo menos orden y he tenido que revisar, cortar y "tirar" párrafos como si de mis cosas se tratase. Así que tal vez debería haberse titulado "Por qué hay que ordenar?" y la respuesta sería "para continuar".

Tan simple como eso. Ordem e progresso.

 

HABLEMOS DE…LAS BALDOSAS DE LA CALLE

Esto de caminar tiene muchas cosas positivas. Que sí, que ya lo he dicho muchas veces pero hasta que no tenga la L en mi poder es lo que me toca y vistos los gritos de Milucho de hoy "Esta no es forma de llegar a un cruce!!" "Carmiña si no ves, pon la primera hombre!!" "Pero está lloviendo ahora acaso??" seguiré en el coche de San Fernando un tiempito. Pero además ya lo decía Machado,

Caminante no hay camino, se hace el camino al andar,

así que en esto estamos, en hacer el camino. Sin adelantarnos a los acontecimientos pero adelantando a todo peatón viviente porque la gente camina muy lento. Y lo cierto es que la calle tiene sus cosas. Hay gente en la que te fijas y de repente se ríe sola. Y es un momentazo porque piensas de qué se habrá acordado para reír por la calle, así, casi sin querer? Hay cachitos de conversaciones que te van a hacer sonreír, otras levantar las cejas y otras decir "Sí, te entiendo, pero tu amiga tiene razón". Aunque esto últimamente no me pasa porque voy con banda sonora propia en modo aislamiento ya que la vida con música se parece más a una película. Y yo de peliculera tengo bastante.

Pero la cuestión es que camino y muchas veces lo hago mirando al suelo. No es que esté triste, simplemente bajo la mirada y ahí están…mis queridas baldosas. Quién, a ver quién no ha jugado a no pisar la raya? Y lo complicado que se pone cuando son las piedras irregulares de un casco viejo? o el darse por vencida al entrar en una calle adoquinada? Da igual que debajo esté la playa, con los adoquines no hay forma. Hoy día aún no he conseguido desengancharme del todo de este juego infantil e inocente. O tal vez no tanto. Que se lo pregunten al parvo de mi hermano Manuel cuando se jugaba la vida porque venía el autobús y él, en su recorrido imaginario hacia el colegio, tenía que ir pisando la línea amarilla…

Mirar hacia el suelo tiene sus peligros, como el chocarte con farolas (dato completamente hipotético…o hipatético más bien) y a veces te encuentras con cosas desagradables. No hablo de los productos derivados del mejor amigo del hombre, que también..sino de esto.

Valórese la búsqueda en Google Maps.

Qué ven aquí? Yo veo el símbolo de la dejadez humana.

Por qué? En serio por qué la persona que depositó esa baldosa lo hizo mal? Es porque no se dio cuenta de que seguía un dibujo? Imposible.

Vamos a ver, señores, no es que yo esté muy de acuerdo con las decoraciones urbanas, es más, en su mayoría me parecen bastante terribles, sobre todo en Navidad, pero en la ciudad olívica allá por los... no sé 70? alguien decidió que las baldosas de nuestras calles tendrían surcos (por la lluvia, bien, aplauso) serían blancas y rosas (en honor a nuestra bandera? no sé, puede) y cada 5 metros, para entretener al transeúnte, se pondría esta especie de dibujo geométrico. Pues vale. Pero aún iría más lejos! el mismo rotaría 45º en el sentido de las agujas del reloj. Bien. Es complicar la vida a los operarios que tienen que colocarlas…pero vale.

Hay que valorar estas cosas. Aquí hay un trabajo. Estoy segura de que alguien se preocupó. Alguien pensó. Alguien diseñó. Mejor o peor, ahí no entro pero aquí hay un trabajo. "

Qué es tu padre?

" "

Es diseñador de baldosas de calle

" Pues muy bien por él!!

Pero un día, un día aciago para este señor, un desalmado llegó y cuando hubo que reemplazar una de las baldosas de su creación lo hizo MAL.

No sé. Hay cosas que nunca entenderé de la humanidad pero vivo con ello. Como que a veces ni tres personas consigan dar con el principio del celo, que mi madre siempre encuentre las cosas (no, no me vengan con que es "porque busca bien" porque hay cosas que no estaban, no-es-ta-ban y de repente están) o que la gente siga empeñada en utilizar la Comic Sans.

Pero esto…esto se escapa a toda razón. No estoy hablando de que por necesidad rellenen con una baldosa blanca porque no tienen la pieza correcta sino de que la tengan…Y LA PONGAN MAL!

Dolor es lo que siento. El ser humano es extraordinario. Para lo bueno y para lo malo.

Pero la vida sigue. Mañana volveré a pisar ese dibujo maltrecho, Milucho volverá a gritarme por soltar el embrague demasiado rápido y el cielo seguirá abriéndose sobre Vigo cual castigo divino.

Y, aunque esto es una teoría personal, creo que la culpa la tiene el tipo que puso la baldosa mal.

SER (O NO SER) IMPERMEABLE

Andando por la calle con los cascos que me trajo papá (que no Noël), disfrutando de las mañanas viguesas invernales que tanto tiempo llevaba sin ver y camino de hacer recados que parecen multiplicarse pero en realidad es que me estoy tomando las cosas con calma suprema y supina, de pronto me topo con una estampa que me encanta. La "paradinha" de la niña que iba colgada de la mano de su padre en un charco. El placer de ver que sus botas no dejan pasar el agua. Ser impermeable es un superpoder.

O no.

A mí me gustan mucho las katiuscas, desde siempre me parecieron muy molonas, protectoras y que daban un andar de superhéroe aunque te dejasen los pies fríos (y ya sabemos que así no se piensa bien).

Hasta que remé (pero otra vez con el remo Carmen? hasta cuándo te va a durar eso de que hiciste deporte UNA vez en tu vida? Pues hasta que vuelva a hacerlo)

Cuando me convertí en remera, muchas veces no conseguíamos atracar el barco, así que yo perdía la paciencia y saltaba del susodicho antes de tiempo con lo cual ni katiuscas ni leches, el agua entraba primero como un hilito y luego a borbotones mojándome las extremidades inferiores. Todos decían un "zenkiu Cormen" así que supongo que valía la pena empaparse pero yo perdía mi superpoder. El agua que se cuela por donde no debe es muy molesta, que se lo pregunten a cualquiera que al ir a colocar el plato recién fregado para secar, nota un escalofrío por esa maldita gota que se cuela hasta el codo mojándote el jersey.

La gente impermeable tiene un don. El don de que le resbalen las cosas. Es más fuerte y resistente, así que lo muy malo no le afecta. El agua les toca pero no les "toca". Claro que esto tiene sus desventajas. Lo muy bueno tampoco les penetra. No digo que haya que ser una esponja (excepto en lo que al saber se refiere, queridos niños y niñas, en el saber hay que ser como una esponja) pero supongo que hay que dejar un grado de traspaso suficiente para no declararse intocable.

Las palabras que empiezan con im- o in- son peligrosas y bastante aburridas. Yo creo que no soy in- o im- nada. Ni implacable, ni impasible, imposible, increíble o, espero, imbécil.

Nada de eso. Soy batible, perturbable, como casi toda la sociedad corruptible en un grado u otro y, espero, creíble cuando intente explicar las razones de ello. Y son las mismas razones de que en algún momento me hayan vencido: no soy impermeable.

Considero que ser impermeable no es bueno pero se es mucho más feliz cuando las cosas te resbalan. Siento una profunda admiración por la gente que hace de su vida una presa. Yo viviría con el miedo continuo a que una mínima brecha haga que todo se desmorone. Así que opto por ir mojándome poco a poco…aunque nunca haya respetado las 2 horas de digestión.

Pero qué le voy a hacer, me encanta el agua. Me encanta mojarme. Y poder secarme después. Me encanta bucear que es lo más cerca que voy estar de volar. Y aunque soy asmática y alérgica y en realidad me va fatal, mi clima natural es húmedo y lluvioso. De ese que te cala hasta los huesos. Y aunque me aliso el pelo, tiende a rebelarse y a rizarse. Y aunque esto me ponía enferma a los 16 años, ahora, me resbala. Así que puede que con el tiempo, con cada chaparrón, nos hagamos un poco más impermeables. Pero a mí, por si acaso, siempre me van a hacer falta unas katiuscas y un paraguas de esos que amo y odio a partes iguales.

"E se chove, que chova" rezaba un anuncio un tanto ñoño de una conocida marca de supermercados gallegos que a los expatriados nos tocó un poco la fibra (de Gadis, dilo coñe, que a ti no te pagan un duro por publicidad)

Y aunque hayan sido unas Navidades de merda, con Ciclogénesis explosiva (que no es una ciclogénesis cualquiera, oiga) ahora mismo me voy a la peluquería.

E se chove, que chova

, porque

Tiene que llover, tiene que llover…

Yo me voy a seguir mojando.

NOVIEMBRE

Noviembre es el frío. Y la calefacción. Esos momentos de calorcito que te hacen acercar las manos a "la cale" como le llaman en alguna casa y es origen de verdaderas batallas entre padres e hijos. Grado arriba, grado abajo…pero cuando el grajo vuela bajo...

Llega de repente y las noticias sobre las primeras nieves copan los telediarios. "Sí, a mí me ha pillado por sorpresa y he tenido que parar a comprar unas cadenas" 

Cadenas para poder seguir el camino. Vaya contradicción. O a lo mejor es lo que nos pasa a todos. Te encadenas a un trabajo, a una hipoteca, a unos hijos, a otra persona. Las cadenas llegan a agobiar y a apretar pero gracias a ellas sigues adelante. Con más peso que antes y entonces te deslizas mejor. Pero siempre te preguntarás qué sería de tu vida sin ellas. Con unas raquetas en los pies. Sólo tú y la nieve. 

La blanca Navidad está por llegar y un anuncio de loterías que da más miedo que ilusión nos recuerda que todo depende de unas bolas en un bombo. Todo? no, todo no. Pero quién no ha pensado lo que haría si le tocase? En mi familia cada año cambiamos el destino del viaje que haríamos. Todos juntos "Pero sin niños eh?" "Mucho mejor un crucero que la Toscana" "Pero imagínate esos desayunos en una casita al sol!" El debate está servido. Y nosotros somos más de lo comido.

Noviembre es ese mes en que asomas la cabeza por la ventana antes de ir a dormir y te hielas la nariz. Con los pies fríos y sudadera, sueñas con que el edredón crujiente te calienta las noches. Y una barrera de cojines y almohadas impide que involuntariamente durante la noche te muevas hacia Siberia, que es toda esa parte de colchón no colonizada.

Noviembre es dulce según la película…pero no lo fue tanto en realidad. El trabajo, las decisiones y las eteeeernas dudas. Pero entre alguna salida despistada, unas cuantas botellas de vino, muchas conversaciones, dibujos, libros, libretas que se llenan con quehaceres, visitas al hogar, trabajar, decidir, comer rápido, comer increíble de la mano del mejor chef, visitas que te desconectan de la capital y algún que otro "y si" traicionero, se va otra vez. Otro mes.

Noviembre es tratar de jugar a la Rayuela con Cortázar…aunque para mí siempre fue la mariquitilla. Son conversaciones que se aguan como el hielo hace con la copa. Pero en realidad hace frío. A lo mejor sólo es eso.

Noviembre es…es desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal esquivo, alentado mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso…ceer que la solución en una duda cabe…esto es Lorca, quien lo leyó, lo sabe.

Es acabar por decidir y repetir mil veces los por qués a quien quiera escucharlos para autoconvencerte a ti también. 

Decir las cosas en alto ayuda a relativizar.

Y "relativizar y trabajar" es una frase que lleva bastante tiempo escrita en mi pizarra. Esa que observo a lo lejos reflejada mientras me veo al espejo. Espejo en el que estoy yo en una foto de pequeña. Y salgo por la puerta viendo otra foto de mi abuela Pita con sombrero, cigarro, gafas de sol y actitud. Sobre todo eso.

Entonces son cuatro cosas. Verme a mí. Verme a mí entonces. Recordarla a ella. Recordarme a mí lo que hay que hacer: "Relativizar y trabajar"

Y mientras espero, no fumando, al tiempo que yo quiero, se me va entre las manos el que realmente ahora tengo. Este mismo. El tuyo y el mío. A este es al que hay que dedicar las horas y el esfuerzo. No al que vendrá que por mucho que pongas interés, preguntas y dudas, nunca sabrás lo que será. Porque lo que será…será. 

La única pista sobre tu futuro te la va a dar lo que estés haciendo ahora mismo. Y muchos pocos hacen mucho que dice siempre el Jefe. 

Pues poco a poco y tiempo al tiempo (al de ahora).

Diciembre será…será. Será verdad. Aunque de muchas mentiras esté hecha la Navidad, no puedo evitarlo, a mí me gusta. 

Y mientras tanto "No abran la ventana que se escapa el Wifi"

LAS TARDES EN CASA

Las tardes en casa cuando hay cosas que hacer empiezan con un "bueno, un capítulo y me pongo"

Luego resulta que te topas con esos papeles blancos, grises y naranjas (que no verdes, rojos y amarillos como diría Serrat) que compraste en Ikea sin saber muy bien por qué. O tal vez sí, porque eran papeles y porque eran baratos. Así que con unas tijeras te pones a recortar para hacer un montaje absurdo con los que te encanta procrastinar

Te haces un té y de paso otro capítulo porque esta serie (The Good Wife recomendablérrima) te saca la abogada que llevas dentro, o mejor dicho, la guionista que querrías ser. O la escritora de personajes completos y complejos tal vez. 

Coges la plumilla y te manchas los dedos mientras escribes palabras que empiezan por Irre-

Y-resulta que no son tantas las que te salen…pero vaya fuerza que tienen. Describen esos mismos personajes sobre los que quieres escribir o tal vez, simplemente, como eres en realidad, o cómo te gustaría ser, o cómo serías si…

irreverente, irresistible, irreductible, irresoluble…irrepetible.

(No hagas trampa que esa te la chivaron)

Irrepetibles son las charlas con la señora que calceta en las que empiezo diciendo que el tomate y el pescado que me mandó estaban buenísimos pero con el tercer "qué tal" la cosa empieza a torcerse y la voz empieza a temblar. Aunque de irrepetibles no tienen nada porque son muchas ya y siempre surgen igual. Que sí…que todo bien…pero claro…es que no sé…Pero bueno, hay que seguir…Que ya verás, que esto es así, tú tienes que ver, son las circunstancias (ya, pero es que yo soy yo y mis circunstancias como dijo aquel)…que no te preocupes que todo sale…que venga que te paso con tu padre. Y te pone con ese señor de gafas oscuras que tan claro lo ve todo aunque te confiese que él también está "acojonado". Te vuelve a repetir lo de siempre. Lo que tú ya sabes. Lo que tantas veces has oído y hasta repetido tú misma a otros. Y lo hace con esas metáforas tan suyas que le hacen confundir "La vida es Bella" con "Qué bello es vivir"…y al darse cuenta aprovechar la jugada y decir que no importa, que son dos buenos ejemplos de que lo que hay que hacer por encima de todo es vivir. 

"Ya…"

Y tú ya sabes todo esto pero te duele la garganta recordándolo. Porque no sabes aún muy bien cómo funciona esto de pasar de reivindicar el seguir hacia delante un día y al siguiente querer pedir papas y al otro explicaciones. Pero te vas acostumbrando y a cada día que pasa te vas haciendo más realista y tristemente más escéptica. 

Aunque no dudas que hay muchas cosas ciertas en eso que te repite una y otra vez el jefe cuando te ve algo baja. No dudas porque sabes que es un señor muy sabio y también muy viejo. Y porque también te lo repite tu santa madre que tiene más fe en ti que tú misma y con que un 10% de lo que espera que te pase, realmente ocurra, ya te das con un canto en los dientes.

Vaya suerte tienes mecagoendiez. 

Y es que a lo mejor, tú misma sabías hoy, cuando pegaste el collage al lado del flexo (que es la única luz que ves clara por ahora), que al terminar de hablar con tus padres necesitarías leer que "el Sol saldrá mañana"…

Y si no pasado. Seguro.

VOLVER CON LA FRENTE MARCHITA Y EL ALMA TAMBIEN...

Pero primero fui. En autobús. Y no un autobús cualquiera, en el auténtico Autobús de la Muerte. Y paré a las tres de la mañana en la mítica, decadente y sucia estación de servicio Los Perales. Con frío. Con lluvia. Después de haber rezado sentada en mi plaza que no fuese ese gigantón que caminaba de lado y con dificultad por el pasillo el que se sentara a mi lado, ni esta señora con pinta de querer dar conversación...en realidad recé por que nadie viniese y pudiese tumbarme a mis «anchas»...pero no fue así. Un chico normal se sentó y no me reclamó que el asiento de la ventana era en realidad el suyo (En mi defensa diré que la numeración era confusa)


Y llegé a una no menos decadente estación de autobuses viguesa a las 5 y media de una noche de Halloween en la que los whatsapps de mis amigas se fueron alejando en el tiempo y en la comprensión. Tentada de quedarme en el Mondo, me fui derechita para casa. Extrañada por no encontrar nada que rascar en la nevera (luego me enteraría que el motivo fue que la señora que calceta no me esperaba esa madrugada sino la siguiente) me conformé con un poco de pan y a la cama. A esa cama-de-casa-de-padres donde tan bien se duerme con sábanas planchadas y muelles que no se clavan.
Y dormí mucho.

Dormir es un placer. Dormir sabiendo que al despertarte no vas a tener que limpiar la casa, poner lavadoras o pensar qué hacerte de comida (no llevando a cabo la mayoría de las veces ninguna de las dos primeras cosas y mal haciendo la tercera) es un placer al cuadrado.

Porque en casa se está más que bien. Esto lo he dicho muchas veces. Pero es que además resulta que era el cumpleaños de la señora que calceta y después de varias llamadas en código enmarcadas dentro de la operación «Compra el regalo» o, como le llamamos en casa, «Quién pone la pasta», nos llevó de cena de lujo en restaurante donde, para variar, hablamos más alto que el resto de mesas. Pues muchas felicidades para ella, creo sinceramente que descumple años como nadie.

Y si pasamos por delante del Karaoke hay algo dentro de Santi que le lleva a decir «I don't want to miss a thing» y Manu se da por aludido y baja las escaleras cual estrella en el backstage, sabiendo que va a tener al público entregado. El público en este caso era escaso pero de calidad a la altura de la actuacion tantas veces vista y que nunca decepciona. Cuando me tocó subir aquí a la tercera en discordia, me encontré con un jurado con taburetes giratorios y un Santi Bisbalizado haciendo los mismos aspavientos del propio hermano que tengo. Al parecer todos me querían en su equipo.
Una cuñada que se despide con un IMPOSIBLE de seguir «Don't stop me now» y yo creo que es lo más apropiado porque «I’m having a good time» Y tanto.

Tienes unas amigas que te esperan entre paraguas, porque en esta ciudad llueve. Pero lo hace con encanto (mentira). Lo hace de una forma que no nos impide hacer vida diaria...o nocturna. Recuerdo mis 16 y salir por la puerta hacia una tempestad mientras mi padre me tachaba de loca. Concretamente me soltaba su clásico «por menos hay gente encerrada»...pero era sábado. Era "el sábado". Ese día que en la adolescencia suponía ver cómo las ilusiones de toda una semana se quedaban en eso...o se rompían en pedazos...o, simplemente ¡pasaba!...y todo era como habías esperado...o tal vez no pero tú ibas perfecta para la ocasión. Aunque lo difícil sería lo contrario después de haber estado pensando el modelito desde el lunes y haberlo cambiado 5 veces esa misma noche antes de volver a la idea original. Ah! pero que ahora no haces lo mismo? A quién quieres engañar?

Pues al tiempo...y a la distancia. Si los engaño a lo mejor resulta que en lugar de 600 son 60 los kilómetros que me separan de Vigo, de mi casa y de mis amigos. De una vida de fin de semana.

Aunque si me apuras, tengo por delante una semana de cuatro días y un pedazo de esa vida se viene a la capital para un fin de semana de pijamas, turnos para duchas, overbooking en el salón y resacas comunitarias...las mejores de su clase. Así que aunque vuelvas con el alma marchita algo sí que vas a engañar a la morriña...

 

 

 

 

DE LOS GRISES Y LOS AÑOS

No me gustan las etiquetas. No me gustan las etiquetas gigantescas que molestan en la ropa ni las que te avisan que te la estás poniendo del revés (más a menudo de lo que me gustaría) Pero sobre todo lo me gustan las etiquetas sintetizadoras y reduccionistas. Cuántas veces habré oído esto?...


Vamos a ver no es que no me guste su función, porque creo que son necesarias y reconozco que las utilizo para analizar y clasificar cosas y personas...pero cuando llega el momento de aplicárselas a una misma, ahí es cuando surgen los problemas. "Tú eres tal, Carmen" y automáticamente sonará un "No, a ver..." con excepciones claras como "Tú eres culé" "Tú eres del Celta" "Tú eres de Vigo" "Tú eres idiota..." (esos insultos gratuitos que siguen a cualquier absurdez dicha por mi persona los acato muy bien. Merecidos) Pero qué pasa cuando me preguntan...oye tú qué eres profesionalmente hablando? Ahhhhmigo. Entonces empiezan los problemas. Llevo intentando definirme toda la vida, porque sólo conociendo bien tus virtudes y, sobre todo, tus limitaciones, puedes llegar a algo bueno. Es la única vía. La de la honestidad. Primero con uno mismo. Y yo, siendo honesta, sigo sin saber qué soy. Así que buscaremos alguna de esas palabras que alguien en mi misma situación se inventó para poder decir algo sin decir demasiado. (lo cuál no deja de ser un arte)

Porque me gusta moverme en esos tonos poco saturados que tan poco aprecio despiertan en los días otoñales o en el retoque fotográfico pero que a mí me parecen la base de todo. Porque, aunque necesarios, los blancos y los negros no deben ser más que un referente de máximos y mínimos. Deb(em)o(s) tratar de encontrar pequeños matices en los grises. En ese día a día que no deja de ser una laaaarga paleta de grises. De grises claritos como el momento de la tostada y el café y otros más oscuros como las mañanas de domingo con un clavos en la cabeza y una nota de "mañana es lunes" aún más oscuros...grises, blancos y negros. Pero sobre todo grises. Los buenos, regulares y estupendos grises.

Será que soy del Norte, la pequeña de la familia, que no soy de derechas, ni de izquierdas, sino todo lo contrario o que tal vez mi indecisión crónica me lleva a estar segura cien por cien de muy pocas cosas en la vida así que me me vuelvo en contra de todo y todos los que pretenden imponerme algo. 

Seré una rebelde? Ja! demasiado poco atormentada para eso.

Supongo que lo que quiero no es ser tal, ni cual...sino tal cual. 

Y tal cual se lo contamos en este blog desde hace hoy justamente 6 años...

Se leen entradas antiguas de vidas antiguas y experiencias antiguas y se ríe. Se leen dedicatorias presentes a personas muy presentes y se llora. Se leen cosas que escribió tu yo de ayer hablándole a tu yo de hoy y se llega la conclusión de que aún no tienes las respuestas...de que seguramente no las tengas en mucho tiempo o simplemente no sean un sí o un no sino un gris de esos que tanto defiendes.

Que el tiempo pasa ya lo sé yo...que de eso también se ha hablado (y analizado hasta caer en el absurdo) bastante a lo largo de estos 6 años...y sino que se lo digan a mis padres que llevan justamente hoy también 37 años juntos. (aquí cuando hicieron los 33)

Entonces todo se relativiza. Porque el señor de gafas oscuras y la señora que calceta te han enseñado a hacerlo. Te han dicho muchas veces que "la vida no es esto" y casi sin querer te han demostrado día a día que la vida son otras cosas. Otras pequeñas cosas. Otras cosas grises, algunas blanca y más negras de las que querríamos...pero todo se compensa. Y todo se acaba aclarando. Cómo lo sabes? Pues porque lo sé...es de esas cosas que tengo claras, porque si no, apaga (funde a negro) y vámonos.

Yo no me quiero ir todavía. 

Aún me queda mucho por pintar.

Felicidades jefes!

 

 

 

 

 

 

 

 

DE CUANDO VOLVÍ

Ya estamos otra vez a vueltas con volver? Pues sí...porque aunque mi tono del móvil desde hace 8 años (que se dice pronto) sea "Algo Contigo" de Calamaro, en aquel CD original que compré (que también se dice pronto Ce-De, com-pré) también versiona este tango de Gardel que me aprendí en su día y ya nunca pude dejar de entonar justo después de decir o pensar en volver

...con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon tu sien...(y ahora nos emocionamos un poco) Sentiiiirrrr que es un sOplo la vidaaa...que 20 años no es nada, que febril la mirada, errante en la sobra, te busca y te nombra...Vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez...

Si la memoria no me falla un día nos aplaudieron a la señora que calceta (otra experta en estos arranques líricos) y a mí por el patio de luces después de cantar Volver en la cocina con un deje apasionado que debe tener algo de genético.

Pero la cuestión es que he vuelto. A madrugar, a desayunar a la hora que corresponde, a depender del café, a comer rápido, a meterme en la cama con gusto, a no tener tiempo de nada, a con ir retraso en todos los quehaceres porque si algo potencia el estar muy ocupada es mi vena procrastinante. Vuelvo a tener ganas de hacer demasiadas cosas. Vuelvo a ir por la calle fijándome en todo. A ver, escuchar, atender y aprender. Vuelvo a recopilar mil y un papeles con potencial. Vuelvo a hacer letras. Vuelven las libretas. Vuelvo a tener ideas, a dibujar, a escribir cosas a vuela pluma. Vuelvo a no aburrirme y analizarme hasta caerme mal. 

A veces digo basta, como ahora, y me paro a pensar. Dónde estoy y a dónde voy. 

Lo mejor? que sé la respuesta a ambas preguntas. Qué satisfacción. 

Una lista de postits en la pared me avisa de que no hay tiempo que perder. Pero siempre consigo escabullirme. Siempre hay tiempo para una serie (o dos), para un partido, una caña, una llamada o una conversación vía whatsapp que va más allá del qué tal. Una foto. Un filtro. Un título. Tiempo para evadirse un momento y pensar en qué piensas.

Notas en la mano izquierda en la que se juntan "lavadora" con "comprar celo" o "banco". Cafés pendientes. Cañas pendientes. Mucha gente. Gente de antes, de ahora y de siempre. 

Y mi zulo particular. Ventana, cama y mesa. Para qué más. El resto está en la calle, o en mi bolso-maleta con el que los "por si acasos" están cubiertos pero que me da varios ataques al corazón al día por no encontrar objetos vitales. 

Así es mi vida ahora. Caótica y divertida. Frustrante a ratos, inspirada otros. 

Ha vuelto la actividad y con ella mi realidad.

Show must go on.

POR MÍ Y POR TODOS MIS COMPAÑEROS SIN TRABAJO (Y POR MÍ PRIMERO)

Estoy en tránsito.

Estoy y no estoy.

Un momento de incertidumbre (para mí, el peor de los estados) como este, quien más, quien menos lo ha pasado todo el mundo...y superado. Y no es que crea que no va a pasar, porque está claro que voy a acabar trabajando e incluso añorando estos días de no tener nada concreto que hacer más que refrescar la página de infojobs. Pero es inevitable estar con una continua duda. Pasar de la gana a la desgana en menos que se lee otra cifra desanimante.

El paro, los plazos, las becas, los comentarios, los jóvenes, los mayores, la crisis, las gráficas, los 3 años de experiencia requerida, la edad...

La edad? qué edad...25 años y según los cálculos del señor de gafas oscuras esto no ha hecho más que empezar...

Con calma.

Ordenamos cuartos pues. Hacer limpieza de cuarto como metáfora de limpieza de cabeza.

Sacamos cajas. Y entre polvo e instrucciones de IKEA nos encontramos con todos (o casi todos) los pinceles que he tenido en mi vida...madre mía filliña, síndrome de Diógenes! "pero es que a lo mejor los utilizo para..." parece que es mi lema. Conociéndome, dedico una caja bien grande a "materiales" (plásticos, papeles, alambres y cordeles) otra a "letras" (corta, pega, haz mensajes tipo asesino en serie que tú para eso sí que vales) otra la llamaremos "caja inspirante" y qué encontramos aquí? pues muy fácil, las trapalladas, objetos absurdos, horteras, de chino, recuerdos, dados, llaveros, monigotes...TODO cabe en la "caja inspirante"

Esto va cogiendo forma. Forma de estantería EXPEDIT que bien valen 20 € "o incluso trinta" como me diría Gloria esta mañana después de preguntarme 3 veces si necesitaba ayuda para montarlas "no...que esto es muy fácil" y luego volver a ver el resultado y confirmar "Ay pues se te da bien isto eh?"...si ella supiera que me lo explican todo unos monigotes sin nada de letra...

Llegamos a las cajas de recuerdos.

La de las fotos. El señor de gafas oscuras sin canas, la señora que calceta ochentena, Santi con la onda en un pelo engominado, Manu sin barba, cuando era Manolito...noches de Vigo, de Madrid, de Verano...ojos de niños, arrugas que no están, pelos que cambian, caras que se afilan, ropas que te hacen suspirar (bien por mal, bien porque lo tiraste y nunca debiste hacerlo)

Otra con todo lo que mis cuartos han visto pegado (con blue tack que cada junio se convertía en una bola gigantesca que arrancaba parte de gotelé) en todos mis años en Madrid...postales, entradas, dibujos, posters, notas, papelitos que en su momento tuvieron sentido...y todo conservado durante 6 años, despegado, repegado y vuelta a empezar. Eran "mis cuartos" como he bautizado una carpeta de fotos en la que si uno observa bien se puede ver una pequeña evolución pero todos muy semejantes...supongo que era mi forma de sentirme como en casa pese a que las paredes cambiasen año tras año.

Espera, y esto? Caja de apuntes. De la carrera, pocos...del colegio, más. "Un pronome átono nunca pode encabezar unha oración" el mapa político de África, los Reyes Católicos (se ve que le di más importancia a esto que al Derecho Canónico)...fotos de clase, dibujos de los 5 años...Oh, oh!...la "carpeta de las cartas"...y ahí estás todos esos Christmas que se enviaban a tus amigos de verano para que no te olvidasen llenos de buenos deseos y esperándonos ver pronto en la playa, esas notitas absurdas de clase, esas contracciones imposibles y "k" que no han lugar...esos "no entiendo nada" "me gusta este" "tía es que no sé qué te pasa últimamente, vale, todo es una mierda pero..." Ay! cartas adolescentes que son el horror pero que me hacen ver que si hace 10 años era así, qué pensaré de mi yo actual dentro de otros tantos...

y otra vez a vuelta con ese futuro incierto...

Porque aquí estoy, en un cuarto a medio montar, entre libros, acrílicos, papeles y fotos de ayer esperando a que hoy abra mi buzón de entrada, como cada mañana. Esperando que le de al aleatorio de iTunes, a que siga ordenando mi vida mientras espero a que empiece lo siguiente. Lo que toque. Lo que sea. Esperando algo. Mientras llega, seguiré atrapada en el tiempo y como Bill Murray intentaré hacer algo distinto cada día (menos suicidarme de todas las formas posibles, claro) Veo, dibujo, pinto, escribo, leo, escucho...hasta que un día lo oiga..."estás contratada"