TEN CUIDADO

Estoy sentada en un Vips deleitándome con un desayuno americano como premio porque me han perdido la maleta. Para quien no haya estado nunca, es un lugar que suele estar lleno de gente y concretamente de gente pequeña, de niños amantes del ketchup y el azúcar, con las mesas muy, muy juntas pero sirven rápido y la calidad precio es buena. 

A mi lado se sientan dos chavales de unos 16 años. Un poco macarras. O tal vez es el acento. Dicen por favor y gracias a la camarera. Pero entonces empiezan a hablar.

Algunas de sus frases me despistan de mi lectura. O será que atravieso una etapa del libro en la que el protagonista narra unos hechos bastante desagradables de su infancia y no quiero atender porque no puedo entender. Sea como fuere, acabo por prestar atención a la conversación de estos dos sujetos. 

Hablan de lo que hicieron ayer. De con quién está saliendo no sé quién. De que se emborracharon demasiado…hablan de chicas, claro. Son jóvenes y llenos de granos. Hablan de chicas, mucho. Y hablan de chicas, mal. Ninguna es guapa o simpática. Todas están “locas” son “gordas” o “engendros”. Hasta el punto de que ni el alcohol consiguió que la “pobre” chica de ayer triunfase con el de mi izquierda porque según relató él mismo, ante la disyuntiva pensó “Mira porque eres fea…porque con el pedo que llevo si no te entraba” Había otra también. Otra que estaba mucho más buena. “Sí, pero es una calientapollas” “Sí ,no? Me han dicho que es una guarra"

Y aquí ya no puedo más.

Les pido disculpas porque no he podido evitar escuchar su conversación pero “Madre mía, vaya forma de hablar de las chavalas, no?” les digo. Me rehuyen la mirada, claro. Me dice “Bueno…es nuestra conversación” Pero aún sabiendo que tiene razón, que es una conversación privada, continuo sabiendo de antemano que poco voy a conseguir. “Piensa que a lo mejor acabas babeando por alguna de ellas…o peor, a lo mejor alguna de ellas es tu hermana, o tu prima…o tu hija” Entonces me viene a la mente el vídeo que circula donde una niña habla a su padre antes de nacer. Un vídeo duro. En él se cuenta cómo por el simple hecho de ser mujer, antes de los 14 años, te van a llamar puta. Se relata en primera persona cómo algo inocente, una broma, un mote, una mala borrachera con un mal acompañante puede marcar a una mujer. Es real. Tenemos que andarnos con mucho cuidado. Siempre vigilando. Siempre desconfiando. Hasta el punto de llamarte “amargada” o “estrecha”. Entones me viene a la mente la discusión sobre la violencia machista. Entonces me viene a la mente que yo misma estoy segura de haber hablado mal sobre alguna de mi mismo género. A la edad de estos dos que tengo al lado, lo normal es poner etiquetas. Entonces me doy cuenta de que poco hemos avanzado si generación tras generación se van a repetir los mismos errores. 

Poco hemos avanzado si cada mujer que llega a un puesto de poder va a decirse que está “malfollada” cada vez que actúe de forma tajante. Poco hemos avanzado si cada niña pequeña que tiene carácter es una “marimandona” y cada niño con las mismas cualidades es un líder. Poco hemos avanzado si una mujer que hace lo que le da la gana es “ligerita” y un tío que se acuesta con todas es un “campeón”. Poco hemos avanzado si a cada hombre que cambia un pañal, da la merienda y baña a sus hijos se le hace la ola y a cada mujer que trabaja y no cocina se le mira raro. Poco hemos avanzado si seguimos cobrando menos. Yo no quiero que nos regalen puestos en listas electorales. Quiero que estén los mejores, sean del género que sean. Pero también quiero que todos seamos conscientes de que hay un momento en la vida de la mujer en el que se le obliga a decidir entre un desarrollo profesional o una familia. Poco hemos avanzado si las que tenemos que renunciar somos siempre nosotras. Poco hemos avanzado si la historia se repite. Si los que hoy son hombres hechos y derechos siguen consintiendo que sus amigos hagan bromas burdas sobre este género que es el mío y que de débil tiene poco. Pero seguiremos siendo vulnerables si seguimos educando sólo a las niñas en el “Ten cuidado” y no hacemos lo mismo con los niños en el “Ten respeto”

Poco hemos avanzado.

Me puse los cascos y seguí con mi vida. No me apetecía nada seguir escuchando sandeces aunque les había dejado tan descolocaos que creo que no se atrevieron a insultar a ninguna chica más. Hoy. Pero seguirán haciéndolo. Estoy convencida de que me pusieron de amargada para arriba. Y parte de razón tienen. Me amargaron el desayuno. Con lo que me gusta a mí desayunar... 

Al irse, uno de ellos se despidió con un irónico “Adiós amiga”
Yo le contesté “Adiós amigo” y para mis adentros pensé…”Ojalá tengas 4 hijas. A lo mejor entonces te acordarás de la loca del Vips que te dijo que no está bien insultarlas”

LAS COSAS HAY QUE DECIRLAS

"Estamos anulados" dijo mientras su mujer ponía los ojos en blanco.
La teoría de la pérdida total de la libertad cuando te conviertes en padre tiene en Julio su máximo defensor. Es un tipo exagerado donde los haya, que sentencia y vive cada uno de sus argumentos. Si algo le gusta te lo defenderá con su vida, si algo le parece injusto los "Eso no puede ser hombre, basta ya! qué vergüenza!" serán continuos y si odia, lo hace desde las vísceras.
Pero lo cierto es tiene mucha, mucha gracia. Porque, aunque nos pinta un paisaje de la paternidad bastante desolador, los que no tenemos hijos lo escuchamos con lágrimas en los ojos y no de pena precisamente, pero entre risas también, encuentras a otros no-seres asintiendo ante las situaciones descritas por el doctor. "Quien quiera tener hijos, va a tenerlos aunque yo les cuente esto pero las cosas hay que decirlas" Concluye.

Y yo estoy completamente de acuerdo. Las cosas hay que decirlas. La realidad hay que contarla y casi siempre tendemos a definirla como muy cruda.

Las cosas como son. El trabajo no es siempre fácil, la vida en pareja tampoco. La rutina puede ser el peor de tus males y leer las noticias no ayuda. Los niños son niños las 24 horas del día sin descanso los domingos. La edad te hace recuperarte de las juergas peor y toda la mierda que tragas a lo largo de los años en el trabajo puede convertirte en un ser duro, cínico y egoísta. Los sueños la mayoría de las veces se quedan en eso porque no tienes ni las fuerzas ni las ganas suficientes para cumplirlos. Nos acomodamos y nos quejamos. Pasarás mucho más tiempo con gente que no te importa y no te aporta lo más mínimo que con la que quieres...y podría seguir. Porque hay que decir estas cosas, no?

De acuerdo. Pero entonces háganme el favor de decir las otras realidades también. Las realidades como que agradeces que al llegar a casa haya alguien para escucharte o aguantar tus enfados. Para animarte cuando lo necesitas, para apoyarte en todo lo que hagas y que te apetece querer. Dime que si tu hijo no se duerme y tú tampoco, lo quieres matar, de verdad, pero que esa sonrisa sin dientes consigue sacar la más genuina de las tuyas. Dime cómo estás de contento cuando las cosas salen bien en el trabajo, cuando te dan una palmadita en la espalda o cuando recibes ayuda de alguien que no tenía por qué hacerlo. Dime cómo te gusta que esa compañera siempre intente hacer las cosas bien y con una sonrisa "Pero es que tiene que hacerlo" No. Dime que admiras cómo tu amiga saca fuerzas de donde tú no las tienes para salir adelante. O mejor, no me lo digas a mí, díselo a ella. Dile a tu madre que no sabes cómo lo hace para tener siempre esos detalles. "Pero ya lo sabe" Claro, sabe que agradeces todos sus sacrificios. Pero díselo. Dile a tu padre que a pesar de lo chapas que puede llegar a ser con sus charlas, en el fondo las necesitas. Coméntale a tu hermano que no se preocupe, que aunque ya lo habrías asesinado varias veces, le vas a querer siempre. Porque lo sabe. Pero todos necesitamos una confirmación. Como ese mensaje que te llega cuando compras un billete de avión por internet y te dice que todo ha ido bien. Necesitamos ese mensaje para volver a respirar y nos viene guay que nos digan estas cosas porque son un extra de oxígeno. Para seguir viviendo en la cruda realidad.

Y es que el de arriba también comentó que el cuerpo humano estaba hecho para vivir 30 años. Que luego estamos aquí de regalo.
Ay, pero si me quedan 3 años nada más! - pienso
El lado más oscuro de mi ser, ese que se pregunta qué pasaría si me fuese mañana mismo, empieza a funcionar. No es miedo, es "Qué dejaría...y la gente a mi alrededor? Tendrán claro que...? claro por eso no te puedes enfadar con alguien mucho tiempo porque luego qué? imagínate...Y no le dijiste aquello...Qué pena no haber hecho tal...o cual incluso..." Llegados a este punto de absurdo, vuelvo a mi ser, en la tierra, en una mesa con la mejor compañía y la mejor de las cenas y caigo en la cuenta de que tengo todo lo que se necesita para hacer todas esas cosas y más.

Pero lo cierto es que la vida te cambia en un instante y la gente se muere. (Qué positiva oiga! Cómo se nota que mañana es lunes) Pero es verdad! Se fue Luis Aragonés, un tipo al que le debo una de las alegrías más irracionales y geniales de mi vida y leo a todo el mundo dedicándole unas palabras. Entonces no puedo evitar pensar en si todos esos pupilos que le llaman Mister y dicen respetarlo y hasta quererlo, se lo habrán dicho lo suficiente en vida. No es que todos seamos buenos cuando nos vamos, ni mucho menos pero ¿hay que dejar un hueco en el planeta para que te recuerden que no lo hiciste tan mal?

Y luego se muere Philip Seymour Hoffman, un actor que sólo estuvo por aquí 16 años más de los que nos tocan pero que, al parecer, decidió vivirlos intensamente. Y mientras veo El lobo de Wall Street pienso en esa vida de exceso, de drogas, de dinero y de poner el cuerpo al límite que vivieron los que se dedicaron a vender un mundo mejor sabiendo que sólo ellos iban a disfrutarlo. Pienso en qué preferiría yo, 50 años salvajemente o 100 mediocremente. Y me contesto que lo que tengo es la vida que me ha tocado y gracias. Muchas gracias!

Además pienso que aún no me he convertido en uno de esos seres anulados que sonreían arriba y, por lo tanto, aún tomo yo las decisiones sin tener que pensar en otro ser. Pienso que no sé muy bien dónde estoy ni a dónde voy pero algunas cosas sí que se van teniendo claras. Lo que quiero y, sobre todo, lo que no quiero.

No quiero irme sin haber dicho las cosas. Las malas, claro, pero las buenas también.

Pues empieza ya.

Vale.
Mañana vuelvo a la cruda realidad que sabe a café con poco azúcar pero tengo trabajo, tengo una madre que me deja la fiambrera en la puerta y tengo, en general, mucha, mucha suerte.
(menos con lo de perder las cosas...pero eso es ya otro tema)

 

 

LA TÍA PINKY

La fiesta fue un éxito. Y, como te habrán dicho muchas veces, te lo mereces Pinky. Felicidades.

Nos congregas a todas como si de una reunión de amigas se tratase. Y en cierto sentido lo es, pero también mucho más.

Resulta que cumples una cifra muy redonda y, como bien te habrán enseñado los años, las cosas no se viven dos veces, así que has decidido celebrarlo como se merece. Y no sabes lo bien que me parece.

Me gusta que lo hayas hecho así. Primero nosotras. Porque así te puedo decir de tú a tú y rodeada de todas las féminas que te quieren, que hace tiempo que vengo dándome cuenta de lo importantes, de lo importantísimas que sois todas y cada una de las mujeres que llenáis mi vida. Y tú, en esa categoría, tienes un puesto privilegiado.

Porque eres mi tía Pinky. Divertida, lercha, atenta, testaruda, generosa y cariñosa como ninguna. La que todo lo sabe y todo lo discute. La que vive rodeada de Barreras en una casa donde tiene un rincón para ella sagrado. La hermana, la tía, la madre, la hija y la amiga. Eres todo a la vez. Desde pequeña supe que contigo no había que andarse con chiquitas, pero a medida que crezco caigo en la cuenta de que es la forma de hacer las cosas. Y no sabes cómo disfruto hablando y discutiendo contigo sobre lo que me pasa. Porque me enseñas que a veces hay que plantarse y decir "aquí estoy yo"...aunque sólo sea un caparazón que te pones y resulta que en el fondo eres de mantequilla. Que te fijas en todo y en todos y nos cuidas y defiendes como nadie. Porque a la gente que quieres, que no te la toquen que a mala leche y a "garciasenrismo" creo que tampoco te gana nadie. Aunque por otro lado, contigo la risa está asegurada.

Que ya sé que tienes a tus dos chavales con los que se te cae la baba...y admitámoslo...a más de una por aquí también...pero que no te preocupes porque de hermanas y sobrinas vas más que sobrada y creo que hablo en nombre de todas cuando te digo que te queremos mucho, Pinky. Pero mucho, mucho.

Porque eres especial y única. Porque nadie más en el mundo tiene una tía, una hermana, una madre ni una amiga Pinky.

Porque Pinky sólo hay una.

CABREOS INSTANTÁNEOS

Los cabreos instantáneos son, como su propio nombre indica, esos en los que pasas de 0 a 100 en cuestión de microsegundos.

Surgen por algo inesperado que irrumpe en la rutina. Por una ruptura de esquemas y generalmente el foco del problema suele ser un objeto.

Si tengo todo estudiado y lo primero que hago al dirigirme a la cocina es abrir la nevera y sacar el paquete de pan de molde y la mantequilla salada e introducir dos rebanadas en la tostadora para acto seguido abrir el agua caliente coger la taza (en la que se puede leer coffee), la cuchara y el cuchillo, llenarla de agua, coger una bolsa de té y abrir el azúcar, cargar la cuchara e introducir ambos elementos en la taza y, seguidamente, alargar el brazo derecho y parar la tostadora mientras que con el izquierdo voy removiendo, coger un plato, untar el pan y llevar el plato con unas tostadas magníficas y la taza de té humeante con el mismo brazo para poder abrir la puerta con el otro e irme a mi cuarto, TODO se va al garete si la puñetera tostadora está desenchufada.

Cabreo instantáneo. Si alguien pudiese ver mi "alma" comprobaría que está en ebullición.

Y qué haces cuando compruebas que no estaba desenchufada por casualidad, sino que alguien introdujo ALGO NO APROPIADO para la tostadora y ahora echa humo? Cuando tus tostadas huelen a bacon??

Vamos a ver. Una cosa quiero dejar bien clara. Yo me callo. No digo ni mu. Me callo sobre el ruido, los platos sucios, la cocina sucia, las pintas sucias de mis compañeros de pasillo. Y por qué...pues por que me da exactamente igual lo que hagan mientras no me toquen la moral. Incluso me callo que cojan mis cosas y las acabe fregando yo. Suspiro y sigo. Pero esto no se hace. Es la segunda tostadora que compro y me la han pervertido. (Bueno mujer, es sólo una tostadora) No. Es mucho más que eso. Hay ciertas cosas que al resto de los mortales le parecen insignificantes, detalles sin importancia, meros objetos, pero que para uno mismo suponen pilares en el día a día.

Uno de mis pilares es mi ritual del té con tostadas.

Esta reflexión ha sido resultado de un cabreo instantáneo.

Otro ejemplo: las gomas del pelo.

Cuando una amiga tuya, o una conocida, te pide que le dejes la goma del pelo, empieza a desconfiar de esta persona. Si fuese una verdadera "sister" o si lo preferís, una verdadera "sista", NUNCA te pondría en esa situación. Porque es LA goma del pelo. Esa que permanece en tu muñeca hasta que alguna de estas arpías te la pide y nunca jamás vuelves a saber de ella. Y era TU goma. Y te vas a hacer la coleta pero AH! MIERDA se la dejé a esa (porque en tu mente pasa a ser "esa")

Cabreo instantáneo.

DESCONFÍEN SEÑORAS!! No llega con un "es que es la única que tengo" No os fiéis de esas caras de comprensión, de esos "te juro que te la devuelvo que sé que es muy importante". NO. Aprendan a decir NO. Una vez me ocurrió la situación inversa. Una amiga pidió una goma y yo le ofrecí la mía. LA goma. Ella con cara de horror respondió "No, no...que es la única que tienes" Bien señores, esta amiga pasó a ser AMIGA después de esto. Sí, era una prueba. La prueba de la goma. Y la pasó con éxito.

Se han dado caso de devoluciones de goma. Están registrados 2 casos en Indiana y uno en Polonia. Pero, si me permiten un pequeño consejo, si algún día se ven en la terrible, terrible situación de no tener una goma al alcance, por favor no pregunten "alguien tiene una goma?" sino "alguien tiene una goma EXTRA?"

Evitemos cabreos instantáneos innecesarios.

POR ELLAS

"Ella hace todo. Y todo lo hace bien" Fueron las palabras de Mario Vargas Llosa a su mujer, Patricia.


Esta frase resonó en mi cabeza durante días. Y es que la aplicaría a tantas mujeres. Ellas trabajan, cuidan, evitan desastres, apagan fuegos, reinan en lo cotidiano, líderes en lo inesperado, con tiempo para todos, menos para ellas...abuelas, tías, madres. Mujeres, mujeres, MUJERES.

Siempre he pensado que si hiciera algo digno de dedicatoria, lo haría a las mujeres de mi vida. A esas dos abuelas, a esas hijas de Manolo e hijas de Florencio que me han enseñado lo que soy. Por su puesto a la señora que calceta, la primera en la línea de fuego, la que todo lo sabe y todo lo encuentra. Y también a mi tía María Teresa. Ella me vio la primera. Ella supo que ya siempre sería "la niña". Ella llamó e informó al señor de gafas oscuras. Ella, la profesora, la rebelde, la culta, la rojeras, la conversadora, la que hablaba cargada de razón, la que luchó. Y luchó. Hasta el final.

Todas me han acompañado en mi evolución. Las he escuchado hablar, charlar, criticar y discutir desde las cosas más importantes en la vida, hasta los puntos del revés de un patuco o el ingrediente secreto de un asado. Algunas veces a hurtadillas, otras con un "hay ropa tendida" por el medio. Yo atendía. En silencio. Y aprendía.

Ellas son una piña. Trabajan juntas. Con sus más y sus menos, que tenemos grandes personalidades por aquí, pero con sentido del humor y sobre todo con el sentido que es menos común de lo que su nombre indica.

Se habla. Se discute. Se ríe. Se comparte. Se ayuda.

Las Navidades se acercan y de nuevo la maquinaria se pone en marcha: pela, corta, friega, trae, lleva, compra, sirve, hornea, recoge...todo funciona gracias a ellas.

Mis abuelas primero, mi madre y mis tías después. Ellas son las que han hecho y hacen girar el mundo. Mi mundo.

Sin desmerecer a todos los hombres, muchos de ellos geniales, que pueblan mi vida, ellas mandan. Ellas me enseñan el día a día.

Ser mujer es difícil. No es victimismo. Es un reto que aceptamos encantadas. Y que, por suerte, las que me rodean, superan con creces. Qué señoras. De todo tipo y condición. Cojo una pizca de cada una y sólo espero estar a la altura. Porque, sin querer, me han enseñado lo que significa estar ahí y ser la pieza más importante del puzzle, sin que se note.

Puede que nos deslumbren las grandes personalidades, los personajes incomprendidos. Pero con los años, una se da cuenta que el verdadero encanto está en otros. En esos papeles que mantienen y dan ritmo a la obra. Destacar dentro de una coral es difícil. Ellas lo consiguen. Sólo hay que ver un poquito más allá.

Ellas hacen todo. Y todo lo hacen bien.

Graciñas.