TEN CUIDADO

Estoy sentada en un Vips deleitándome con un desayuno americano como premio porque me han perdido la maleta. Para quien no haya estado nunca, es un lugar que suele estar lleno de gente y concretamente de gente pequeña, de niños amantes del ketchup y el azúcar, con las mesas muy, muy juntas pero sirven rápido y la calidad precio es buena. 

A mi lado se sientan dos chavales de unos 16 años. Un poco macarras. O tal vez es el acento. Dicen por favor y gracias a la camarera. Pero entonces empiezan a hablar.

Algunas de sus frases me despistan de mi lectura. O será que atravieso una etapa del libro en la que el protagonista narra unos hechos bastante desagradables de su infancia y no quiero atender porque no puedo entender. Sea como fuere, acabo por prestar atención a la conversación de estos dos sujetos. 

Hablan de lo que hicieron ayer. De con quién está saliendo no sé quién. De que se emborracharon demasiado…hablan de chicas, claro. Son jóvenes y llenos de granos. Hablan de chicas, mucho. Y hablan de chicas, mal. Ninguna es guapa o simpática. Todas están “locas” son “gordas” o “engendros”. Hasta el punto de que ni el alcohol consiguió que la “pobre” chica de ayer triunfase con el de mi izquierda porque según relató él mismo, ante la disyuntiva pensó “Mira porque eres fea…porque con el pedo que llevo si no te entraba” Había otra también. Otra que estaba mucho más buena. “Sí, pero es una calientapollas” “Sí ,no? Me han dicho que es una guarra"

Y aquí ya no puedo más.

Les pido disculpas porque no he podido evitar escuchar su conversación pero “Madre mía, vaya forma de hablar de las chavalas, no?” les digo. Me rehuyen la mirada, claro. Me dice “Bueno…es nuestra conversación” Pero aún sabiendo que tiene razón, que es una conversación privada, continuo sabiendo de antemano que poco voy a conseguir. “Piensa que a lo mejor acabas babeando por alguna de ellas…o peor, a lo mejor alguna de ellas es tu hermana, o tu prima…o tu hija” Entonces me viene a la mente el vídeo que circula donde una niña habla a su padre antes de nacer. Un vídeo duro. En él se cuenta cómo por el simple hecho de ser mujer, antes de los 14 años, te van a llamar puta. Se relata en primera persona cómo algo inocente, una broma, un mote, una mala borrachera con un mal acompañante puede marcar a una mujer. Es real. Tenemos que andarnos con mucho cuidado. Siempre vigilando. Siempre desconfiando. Hasta el punto de llamarte “amargada” o “estrecha”. Entones me viene a la mente la discusión sobre la violencia machista. Entonces me viene a la mente que yo misma estoy segura de haber hablado mal sobre alguna de mi mismo género. A la edad de estos dos que tengo al lado, lo normal es poner etiquetas. Entonces me doy cuenta de que poco hemos avanzado si generación tras generación se van a repetir los mismos errores. 

Poco hemos avanzado si cada mujer que llega a un puesto de poder va a decirse que está “malfollada” cada vez que actúe de forma tajante. Poco hemos avanzado si cada niña pequeña que tiene carácter es una “marimandona” y cada niño con las mismas cualidades es un líder. Poco hemos avanzado si una mujer que hace lo que le da la gana es “ligerita” y un tío que se acuesta con todas es un “campeón”. Poco hemos avanzado si a cada hombre que cambia un pañal, da la merienda y baña a sus hijos se le hace la ola y a cada mujer que trabaja y no cocina se le mira raro. Poco hemos avanzado si seguimos cobrando menos. Yo no quiero que nos regalen puestos en listas electorales. Quiero que estén los mejores, sean del género que sean. Pero también quiero que todos seamos conscientes de que hay un momento en la vida de la mujer en el que se le obliga a decidir entre un desarrollo profesional o una familia. Poco hemos avanzado si las que tenemos que renunciar somos siempre nosotras. Poco hemos avanzado si la historia se repite. Si los que hoy son hombres hechos y derechos siguen consintiendo que sus amigos hagan bromas burdas sobre este género que es el mío y que de débil tiene poco. Pero seguiremos siendo vulnerables si seguimos educando sólo a las niñas en el “Ten cuidado” y no hacemos lo mismo con los niños en el “Ten respeto”

Poco hemos avanzado.

Me puse los cascos y seguí con mi vida. No me apetecía nada seguir escuchando sandeces aunque les había dejado tan descolocaos que creo que no se atrevieron a insultar a ninguna chica más. Hoy. Pero seguirán haciéndolo. Estoy convencida de que me pusieron de amargada para arriba. Y parte de razón tienen. Me amargaron el desayuno. Con lo que me gusta a mí desayunar... 

Al irse, uno de ellos se despidió con un irónico “Adiós amiga”
Yo le contesté “Adiós amigo” y para mis adentros pensé…”Ojalá tengas 4 hijas. A lo mejor entonces te acordarás de la loca del Vips que te dijo que no está bien insultarlas”

COÑAZO ES QUE EL CORRECTOR PONGA CODAZO DE CADA VEZ

La escala de lo que es un coñazo en la vida podría ser:

Esperar < Estar enfadado < Esperar enfadado a que pase algo

Qué pereza la gente enfurruñada. Qué pe-re-za!

He de reconocer que hay ciertos momentos en que la gente enfadada me puede hacer hasta gracias. El típico abuelo gruñón...el amigo que las suelta así...la amiga a la que todo le parece mal...pero en general es un rollo.  

Es un coñazo estar enfadados. Es un coñazo hacerse el digno. Es un coñazo no hablarse. Y es un coñazo esperar a que el otro se de cuenta de que te ha molestado algo. Dilo coñe! Habla! 

Luego está la gente a la que le molesta todo. Todo. Que si el tiempo, que si este plan no porque tal, que si que asco de vida, que si está fría, que sí...está bien PERO. Ni pero, ni pera! 

La gente enfadada. La gente no-contenta. Esa gente. Que no digo yo que esto tenga que ser la casa de la pradera...que la primera que se queja por las cosas soy yo! Pero una cosa es quejarse y otra amargar. Como lo negro de las tostadas. La gente enfadada es lo negro de las tostadas. Y en mi colegio mayor decían que daba cáncer. Pues la gente enfadada contagia. Igual. No se deje contagiar por esa gente. Diga NO al enfado gratuito.

Y diga SÍ a este tipo de páginas que recogen frases que se dicen el los colectivos argentinos (aunque ahora ya vale cualquier sitio) y le arrancan a uno una sonrisa.
"La gente anda diciendo" se llama. Muchas veces es gente enfadada la que habla. Y te ríes porque es absurdo. Otras muchas son niños con su particular visión del mundo.

La de hoy me venía al pelo:

Si tuviese que dar un consejo a las generaciones futuras sería: Esperad lo justo. Cambiad lo que no os guste. Pero no os enfadéis. 

Claro que este señor, que es mucho más inteligente que yo, decidió darnos este y también me gusta mucho. Porque debemos llegar a las conclusiones a través de hechos, no de opiniones. Sólo así serán la verdad y no lo que nosotros queremos que sean. Y el amor es lo único que importa. El odio es una pérdida de tiempo. Conectarte con los otros, tolerar y vivir. Ahí es nada.

Merece la pena escucharlo: "Venimos a vivir juntos no a morir juntos"
Y como decía el niño de arriba, a ser felices, no?

CONVERSACIONES DE SÁBADO POR LA MAÑANA

Estaba yo en una etapa muy zen. Muy de "empecemos septiembre bien". Pero un poco de mentira. Un poco autoconvenciéndome de que las cosas pasan y punto. De que bueno, "ya se verá". De que todo es más fácil de lo que pensamos y menos complicado de lo que lo hacemos. Y es cierto.
Hay muchas pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena. A diario. Hay muchas terribles cosas que nos tienen que ayudar a relativizar y a ver que estamos muy pero muy bien. Por desgracia, también a diario. Y sin embargo...

Me levanto un sábado por la mañana en esta casa donde sabes cuántos salimos pero nunca cuántos entran. En el salón me encuentro con un despojo humano que ha estado leyendo los libros que tenemos por el salón y dejándonos notas en la nevera a la espera de que su amigo se despierte. A falta de amigo, buena es una prima con la que tener una charla de mañaneo como si de las 5 de la mañana se tratase. A veces las mañanas no son tan tristes después de una noche alegre. O será que aún teníamos restos de oscuridad corriendo por las venas. O tal vez sea que al estar uno con la ropa de ayer y cara de no dormir y la otra en pijama, con un moño mal hecho y restos de rimmel en los ojos, poco había ya que nos obligase a mantener las formas.

Y de los "qué tal" "pfff pues así..." se pasa sin que te des cuenta a una conversación donde sacas una conclusión que te desmonta ese "ya se verá" al que últimamente recurres tanto. Y es que "Las cosas no pasan, las cosas hay que pelearlas" dijo con una cerveza en la mano. Y te lo argumenta. Y te lo crees. Y te unes a él rápidamente. 

Porque por lo importante, peleas. Peleas por la educación de tus hijos. Peleas, porque lo fácil sería dejarse llevar. Pero no lo haces. Peleas, dudas y vuelves a la carga con el único fin de hacerlos personas. Peleas por tu trabajo. Peleas por ti, porque se te reconozca, por estar contento con lo que haces. Peleas con los embistes laborales. Y aunque tienes la tentación de mandarlo todo a la mierda muchas veces, peleas. Y sigues. Peleas por cumplir tus metas. Por alcanzar objetivos. Por llegar. Por ser y por estar.

Peleas por las relaciones. Por todas. Peleas porque crees que merece la pena seguir con esa gente con la que has decidido compartir tu vida. Por eso les disculpas muchas cosas que no te gustan a tus amigos. Y por eso alguna vez le llamas la atención cuando ya está bien. Porque te importa. Porque una buena amistad merece la pena pelearla. Si te diese igual, no serían tus amigos.

No siempre es fácil en las relaciones. Peleas por ese alguien. Peleas porque te importa. 
Y claro que no puede ser una lucha continua. Y claro que debe estar equilibrado. Y claro que siempre hay dudas. Pero peleas por las personas que valoras. Peleas porque crees en él o en ella y porque crees en los dos juntos. A pesar de muchas cosas y gracias a muchas otras. Por eso peleas. 

Peleas por lo que quieres y lo que importa. 
Peleas por cosas y por personas. Sobre todo por las últimas. 

Y si no ganas, sales más fuerte.
Pero si merecía la pena, bien peleado está.

QUÉ IMPORTA

Qué importa un libro, un dibujo, un baño en la playa, un beso, un abrazo. Qué importa enfadarse. Qué importa frustrarse. Qué importa madrugar, trabajar, coger otro metro, cruzar una mirada, bostezar y seguir. Qué importa sentir. O dejar de hacerlo.

Qué importa el fútbol. Qué importa el 3%. Qué importa el café que quema y los políticos también. Qué importan las obras en la calle. Qué importa el dinero. En serio. Cuánto? 

Qué importa que Martina tenga un ojo pocho o que Roque pueda ser mal estudiante. Qué importa el mal cobrar. Qué importa el dolor de espalda. Qué importa una mudanza. Qué importa estar cansado. Qué importa la pantalla estallada del móvil. Qué importa pagar la luz, o dejar de verla por un momento. Qué importa un desamor. Qué importa volver a irse. Qué importa tomarse otro Neobrufén. Qué importa estar mal. Qué importa comer peor. Qué importa llorar. Qué importa discutir con Movistar por el paquete básico de canales. Qué importa que se caiga internet. Qué importa que algo no salga bien.

Qué importa el ruido. Tanto, tanto ruido.

Qué importa mi vida...con sus mínimos obstáculos, cuando veo que la de un niño de tres años se trunca a las orillas de una playa. Qué importa una fotografía cuando hay otros cientos de vidas que nunca llegarán a serlo.

Qué importa una guerra.

Importa.

Qué importa la vida de un niño.

Importa.

Qué importa nada si nos olvidamos de lo único que importa.

MAPAS

Decían los Siniestro Total que quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos.
Yo me pregunto dónde estamos. Dónde estamos hoy. El futuro está ahí. Pero lo malo del futuro es que cuando llega deja de serlo. 

"¿Qué vas a hacer hoy?" decían unas letras de cartón que colgaban en mi salón de Donoso Cortés y ahora siguen en San Bernardo aunque por poco tiempo. "No lo sé" no vale como respuesta. Me lo reprochó el otro día el señor de gafas oscuras. "No lo sé" no vale. Puedes no saber lo que va a venir. Pero tienes que saber qué es lo que quieres. 

Se preguntaba el protagonista de Boyhood cuando estaba próximo a su ingreso en la universidad, con todas esas dudas monumentales de esos instantes, con todo por descubrir "Estaré tomando la decisión correcta?" "Es esto lo que quiero para el resto de mi vida?" Cómo vas a saberlo chaval!? Seguramente no lo sepas nunca. Estás aquí para vivir. Y para intentar ser feliz. Para disfrutar. Para sentir. Para experimentar. Y para sufrir también...porque la vida es así. A veces muy injusta. Pero la mayor aventura que te puede suceder. Siempre recuerdo estas palabras de mi abuela Pita cuando me da por escribir sobre el tiempo y el espacio. Estamos aquí para conectarnos con otros. Y es que sólo a través del reflejo en los demás sabemos que estamos vivos. 

Conexiones. Todo se trata de eso. Como si de líneas de metro se tratase.

Me gustan los mapas de metro. Y los mapas en general. Porque suponen una representación de la realidad. Dibujarla, transformarla. En realidad no hay ninguna línea divisoria y los ríos nos son siempre azules. Dónde están las fronteras? Dónde empieza y dónde acaba un país? Dónde empiezo y dónde acabo yo? Dónde empieza y dónde acaba mi libertad de pensamiento...y de movimiento? 

Me gustan los "Usted está aquí" que contestan a mi pregunta. Ojalá los hubiera en la vida también. Gracias por enseñarme las direcciones y dónde acabaré si cojo esta ruta u otra. Me gusta la metáfora de los metros que pasan. No por eso de que pasan y si lo pierdes ya no vuelve nunca más, sino porque todos van a dar al mismo lugar. Aunque cojas otro tren y otro vagón en el que que habrá otra gente...acabas llegando a tu destino. Puede que ahí esté una de esas personas que te vayan a hacer la vida más fácil. Puede que no, que sea un jefe cabrón y quieras cambiar de vagón. Puede que en uno de esos intercambiadores en los que parece que desciendes a los infiernos como el de Cuatro Caminos, seas consciente de toda a tierra que tienes encima y el peso de ella se ponga sobre tus espaldas. O puede que salgas a la superficie y veas la luz otra vez con el metro ligero. Me encantan los mapas y en concreto los mapas de metro.

Da igual dónde estés. Lo importante es con qué te conectas. Con quién te conectas para seguir. "Usted está aquí". Ya. Pero qué es lo que me rodea y cómo puedo utilizarlo para llegar donde quiero. Cada cuánto pasa este tren? Y este vagón? Y esta gente? Y esa casualidad de encontrarse en el metro con alguien y pensar que de todos los trenes y todos los vagones y todas las horas, nos hemos encontrado. Tú y yo. Esto puede querer decir algo. 

Tomamos un café? Bueno, mejor un té y me cuentas de dónde vienes. Y yo te cuento a dónde voy. Porque ahora sé dónde estoy. Estoy contigo. 



WRITE. RIGHT?

Escribo sobre lo que me pasa. Pisar una baldosa en la calle y empaparme, hacer cola, ir al cine...Aunque dedico muchas entradas a la familia, porque son los que van a tener que aguantarme diga lo que diga, no suelo escribir sobre las relaciones que tengo aunque indirectamente todas las personas que me rodean me afectan y me hacen ser quien soy y reaccionar así a las cosas. 

Toda historia puede ser bonita o terrible según la cuentes. Lo mismo pasa con las personas. Nadie puede ser sólo bueno. Nadie es capaz de complacer a todo el mundo. Si es muy buena es que es demasiado riquiña. Si es un capullo es que es un egoísta. Estoy segura que hasta Gandhi dejo sin contestar algún mensaje de una pobre chiquilla enamorada. Todo se puede contar con un filtro de Instagram que oculte convenientemente las arrugas.

Las relaciones humanas son complicadas. Tanto como las personas. Y hay una persona (con sus cien mil aristas), por cada huella dactilar. Así que hagan cuentas. Y ahora explíquenme como es posible que a pesar de todo sigamos reproduciéndonos como especie. Porque hay veces que me parece imposible que surja ese "match" entre dos personas aunque ahora una aplicación de ligoteo nos diga que en realidad es muy fácil. 

Me parecen demasiados parámetros, demasiadas variables. El momento, el momento laboral y personal de cada uno. El lugar. Estoy yendo, ah, pues yo me iba ya...el coincidir en gustos, en cuánto das y cuánto cedes. El ser tú completamente y que al otro le gustes así. Y viceversa. Uf!...Fácil es empezar. Difícil es continuar. Difícil es saber dónde está el Norte en las relaciones. No hay brújula para eso. 

Pero a pesar de todo seguimos trayendo al mundo pequeños seres cabezones y risueños. Será, supongo, que lo bueno pesa más que todas esas cosas que, si te empeñas, puedes sacar de cualquier persona. "No es tan divertida, no contesta a los mensajes, es un poco mandona, en realidad no me gusta como viste o cómo trata a su perro"...  

Cosas. Pequeñas cosas. Esas son las que hacen que todo sea o nada salga. 

Cuánta importancia hay que darles? Puede que yo les de demasiada. Puede que espere demasiados pequeños detalles que en realidad no me dejan ver un todo. Un todo que es mucho más simple. Un todo que es como un cuadro del Renacimiento en el que tienes que alejarte para entender qué está pasando realmente con toda esa gente. 

Pasa que estas aquí. Tienes una buena vida. Unos buenos amigos. Una buena familia. Has viajado. Te gusta comer rico y lo consigues muy habitualmente. Tienes conversaciones interesantes. Tienes toda la información del mundo al alcance de tu mano. Tomas pan caliente por las mañanas...

Qué más quieres? Qué coño importa lo demás? Quién es ese futuro del que hablan y por qué se ha colado en mi fiesta? 

El futuro es ese amigo al que ves de vez en cuando y aún no has decidido si te cae bien o mal. Es ese amigo que te pregunta cuánto ganas? O te dice como un piropo pero que en realidad es medio insulto, que le parece "increíble que aún no tengas novio". 

Pero a lo mejor lo único que falla en esa frase es el "aun" y no deberías tomarte las cosas tan a la tremenda. No habíamos quedado en eso? En que importa el todo y no las partes. Las pequeñas partes, minúsculas e inapreciables al ojo humano?

Entonces nada importa? O todo importa?

Cuánto pesa una idea? Me preguntaba hace poco. Cuánto pesa una frase? O un beso? Cuánto pesa el momento?
Cuánto importas? Cuánto te importa? Cuánto te importas?

Espero que mucho. Al fin y al cabo vas a tener que aguantarte toda la vida. Con sus pequeñas y grandes cosas. Y con tus pequeñas y grandes aristas.

Por ahora creo que me voy a acabar este té y esta galleta con muchas calorías y voy a seguir leyendo. 

 

A LO MEJOR

A lo mejor hay que salir a correr. 
A lo mejor hay que tomar unas cañas. 

A lo mejor es que no. 

A lo mejor es que no llega con estar todo el día comunicados. No llega con saber, con decir y escribir. A veces hay que ver y hay que hacer. Hay que tocar.
A veces hay que probar y comprobar. Que sí. Que no...Que caiga un chaparrón!

A lo mejor es ver una noticia. Es escuchar una canción. Que parece que todas hablan de ti. Hablan de vosotros. Y de él. Y de aquella también.

A lo mejor es una conversación. Acercarnos, reírnos, vacilarnos y escucharnos. Y quedarnos en silencio. Y pedir otra. O irse a casa contentos.
Que a lo mejor resulta que tenías las respuestas y no lo veías aunque te las chivaron varias veces. A lo mejor no te lo crees pero lo sabes.
Pero a lo mejor no tienes ni idea. Ni lo sospechas. 

A lo mejor es que sí.

A lo mejor es un café. A lo mejor es decir "hasta aquí". Y no cumplir.

A lo mejor es una frase. Un texto mal escrito. Una palabra de más. O de menos. 
Un mensaje....a lo mejor es un masaje!

A lo mejor tienes que pararte en un banco y pensar.
A lo mejor es respirar.

A lo mejor es que te toque la lotería. Pero a lo mejor no es eso. Seguramente tendrás que buscar.

A lo mejor tenemos razón los de aquí. Que a lo mejor todo depende.

A lo mejor hay que soltar lastre. Y seguir. Pero es que a lo mejor resulta que no hay meta. Que se trata de correr. Con lo coñazo que es correr. 
A lo mejor prefieres ir andando. Y entonces a lo mejor te das cuenta qué hay que ver. 

A lo mejor sólo hacían falta unas cañas. 
Y volver a caminar.

Pero sólo a lo mejor. Todo a lo mejor. 

A lo mejor son las Navidades. 
A lo mejor es que no me gustan los impares.  

A lo mejor todo depende del cristal. Y la solución son unas gafas de cristales amarillos. 

A lo mejor es discutir otra vez con los de siempre. Sobre lo de siempre. Sabiendo qe nada va a cambiar. 

A lo mejor es cambiar de colonia. O de forma de pensar.

A lo mejor ya estás de vuelta y no te has dado ni cuenta. 

A lo mejor no estás. A lo mejor lo dices en alto y notas que es verdad. No estás.
A lo mejor es contestar al teléfono fijo. Como quien recibe una llamada del pasado. Y a lo mejor tienes que contestar eso, que no estás. Ni se te espera. 

Porque a lo mejor no hay que esperar nada. Ni a nadie.

A lo mejor ya estás. Es esto. Es ahora. A lo mejor tendrás muchos de estos. Muchos ahoras y ningun después. 

O a lo mejor resulta que tienes que fiarte más de ti y que es verdad eso de que la primera respuesta es la correcta.

A lo mejor tienes que cagarla en bucle. Hasta que un día te pares y veas que fueron todas necesarias. 

A lo mejor todo esto es un enorme experimento de prueba y error. A lo mejor nada hay más cierto que te necesito a ti y al otro. Pero a lo mejor somos paralelos y nunca nos tocamos. 

A lo mejor es parar de pensar. Es irse al cine a probar.
A lo mejor hay que soñar con otras galaxias para volver a creer que todo es relativo. 
Que a lo mejor todo es cuestión de tiempo. De tiempos. Y de espacio.

Pero a lo mejor al final lo único que queda es el amor. 
Amor de padres a hijos. Amor de parejas, de amigos. Amor del bueno. Del que duele.

A lo mejor es amor...pero seguro que es humor.

A lo mejor es comerse un polvorón.
A lo mejor es hacer la digestión. 

A lo mejor es dormir. Es soñar. Y es bailar. Como si no hubiese un mañana. Porque a lo mejor no lo hay. O a lo mejor es lo único que tenemos. 

A lo mejor es confundirte. A lo mejor es despedirte.
Es saber decir adiós. Y muchas veces hola. 

A lo mejor es una cena. Un paseo. O mandarlo todo al ídem. 

A lo mejor es estar, es disimular.
Es coger el movil y ver si hay alguien ahí.
Es sentirse solo.   

A lo mejor es reír. Es elegir.
Eso seguro. Es elegir reír.

A lo mejor es el final de año. Son mis hermanos. Mis sobrinos. Es mi familia. A lo mejor son ellos, los del otro lado. O serán ellas, las que están conmigo. O a lo mejor soy yo.

A lo mejor es escribir un mail. Es actualizar el curriculum. 

A lo mejor es diciembre con sol. 
A lo mejor es rematar un post.

A lo mejor es trazar un plan. O varios. Por si acaso. 

A lo mejor no es ninguno. O salen todos mal. 
A lo mejor es que el plan es que no hay plan.
Planazo.

A lo mejor resulta que todo es mucho más fácil. 

A lo mejor no es que sí, ni es que no, son matices y son grises.

A lo mejor hay que salir a correr. 
Y a lo mejor tomar unas cañas después.

Y a lo mejor, lo peor que puede pasar es que me acabe riendo.

ESE OSCURO OBJETO DE DESEO

Cuanto más viejo eres, más culpas a las personas. Cuanto más joven, tus iras se dirigen contra el Estado o la sociedad. 

Será que, a medida que creces, te das cuenta de que tanto uno como otra no dejan de estar compuestos por personas. Como tú. Como yo. Gentes que nos rodean y afectan más o menos a nuestra existencia.

Lo que ocurre es que estoy un poco harta de escuchar eso de "Cuando nos creíamos ricos y regalaban hipotecas" Que no! Que no! que yo no viví eso. Que viví muy bien y al parecer ya nunca jamás voy a volver a ese punto. De acuerdo. Pero es que no quiero ni cobrar 500 mil euros ni tener un cochazo y casa de veraneo. Que me basta con encontrar un trabajo y un alquiler asequible, coñe!

Que no sé si la culpa es nuestra o de los políticos o un poco de todos. Que no sé es si es que no hay uno que se salve o es que uno sólo puede ser corrupto cuando tiene poder. Que "Habría que vernos a todos!" Dice siempre el señor de gafas oscuras y acaba concluyendo que la corrupción está en la sociedad y en la persona. Y yo le contesto que, de acuerdo, pero que también deberán "pagar su culpa los traidores" que cantaba Milanés...O qué coño pasa?

Este señor, de todas maneras, es un cínico al que yo he visto ser el más facha discutiendo con rojos y el más rojo cuando lo hace con fachas. Porque no es ni una cosa ni otra. Cree en pocas cosas. Y, cada vez menos, me temo, en eso que siempre defendió: el ser humano.

Supongo que son los ojos y el sentir de los años. Que vivieron y vieron varias crisis, mucho político y demasiada mierda por televisión.

También sé que la mía es una posición muy cómoda. Leo cómo los jóvenes chinos claman por la democracia a golpe de smartphone y pienso que se trata de un oscuro objeto de deseo. Yo también soy joven y con todas las facilidades. Y vivo en una sociedad con mucho por mejorar. Pero lo único que hago es criticar, discutir, protestar y seguir. O intentarlo.
Descreerte un poco de todo. Volverte más egoísta y tirar hacia donde se pueda. Hacia donde te dejan. Sin un objetivo muy claro porque si ya no se puede aspirar a conseguir el mejor coche y la mejor casa, por qué luchamos entonces? Pues por ser felices a lo mejor. 

Hace poco vi una charla de un señor de Harvard que parece bastante listo y habla aún más rápido que yo. En ella explicaba que había demostrado científicamente que uno tiene en su interior la capacidad para ser tan feliz como quiera con lo que tiene. Es más, que incluso cierta dosis de ataduras o dificultades facilita este proceso. Y esto mismo ocurre con el arte. De las restricciones, de las limitaciones, de los momentos más duros han surgido las mejores obras. Así que a lo mejor no está tan mal este punto en el que nos encontramos. Y seguramente la perspectiva del tiempo nos dará una idea más acertada del momento que vivimos.

Seguiremos luchando y peleando por lo que creemos, faltaría más. Y seguiré rebotándome con el señor de gafas oscuras. Pero acabaré concluyendo que sea como sea el futuro y hagan lo que hagan esos de los que tanto se habla en los medios (cómplices de los primeros) para mejorarlo o jodérmelo más, mi futuro depende únicamente de mí. Igual que mi felicidad.
Y como tengo una buena capacidad para imaginarme y creerme cosas, voy a convencerme de que soy muy feliz con lo que tengo y que todo está y va a ir bien.

Porque a lo mejor resulta que en este mundo traidor donde nada es verdad ni mentira, esa es la única verdad.

 

Aquí con subtítulos en español http://www.ted.com/talks/dan_gilbert_asks_why_are_we_happy?language=en

EL PROCESO

Suena de fondo Lori Meyers y su "Alguien me preguntó, si quería estar mejor...y cómo decir que no, si ahora todo está peor" y mientras, hablo con Aleix que es uno de esos amigos que se han convertido en presencias virtuales innegables. Like a like, chat a chat, y de pronto una conversación terapéutica fuera de sitio un martes de muerte a las 10 de la mañana. 

Con Aleix todo son ideas y planes. No para conquistar el mundo sino para imaginarnos saliendo del nuestro y de paso, si se puede, hacer un poco mejor el de todos. Y es que siempre consuela ver que hay más gente como tú. Queriendo más de lo otro y menos de esto. Sin saber qué es exactamente lo otro pero reconociendo a cada paso lo que es esto. Y esto no. 

Descubrir qué quieres es muy difícil. Tal vez habrá que conformarse con ir sacando pétalos a la margarita como si de un me quiere, no me quiere se tratase. Pero en este caso es un "no lo quiero", "no lo quiero", "y esto tampoco". Entonces qué? "Nos vamos de voluntariado?"

Después de un rato de conversación, del caprichoso querer y no querer, pasamos a ser o no ser. Esa eterna cuestión. Concluimos que, en el fondo, tanto el problema como la solución está en nosotros mismos. Paremos entonces de divagar y empecemos a concretar. Reconocemos que lo que pasa es que nos gusta mucho el chispazo. El principio. Esa idea genial, ese "Podría ser eh?" "Yo lo veo". Nos encanta. Es lo motivante y lo emocionante. Pero no es nada más que el eso, el principio. Y aunque ilusionan, los principios sólo son concebidos con vistas a encontrar un final. Un fin(al) mejor. 

A mí alguien me dijo una vez que la primera fase es la mejor. Y estoy bastante de acuerdo. Aunque haya cosas que no permitan verlo y siempre queramos saber qué va a a pasar. Hay que disfrutar de esos primeros tropiezos. Esos pasos en falso. Esas caídas y despistes. Esos pequeños logros que te acercan un poco más al objetivo. O incluso aquellos que te alejan de él y te acercan a otro que sin tú saberlo era la verdadera meta. Todos y cada uno de esos pasos son necesarios. Porque aunque el subidón del principio es incomparable, luego empieza una fase muy guay que es en la que se va a basar todo lo demás. En este proceso se ponen los pilares y se plantean las incógnitas que será necesario despejar. El proceso es lo mejor. Y aunque acabo de decir que el objetivo es encontrar un final, en el mismo "proceso" de escribir esto, me voy dando cuenta que a mí concretamente se me da fatal finalizar. 

Tanto Aleix como yo somos malos finalizadores. Yo nunca pude dar un cuadro por terminado y los "Y sis" me persiguen a cada paso que doy. Él nunca podía dar ninguna discusión por concluída y esto nos llevaba a que se nos hiciese de día en el Colegio Mayor con el cuarto lleno de bolsas de pipas vacías, unas cuantas respuestas y muchísimas más preguntas que al principio de la noche.

El proceso. Ahí están todas las claves. El creativo, el de un trabajo, el de una relación o el de una amistad. El proceso es una distancia. Esa que separa el principio del final. La que separa Vigo de Holanda y que hoy pareció ser menor.

Luego sonó otra vez Lori Meyers con sus dudas que no ayudan. Pero concluyen que será  "mejor ver el presente y no pensar más en la muerte" Así que eso haré.

Y si surge la oportunidad saldré a la calle. Porque hoy hay lluvia de meteoritos. Y esto me lo ha dicho Aleix que de aviones hacia las estrellas sabe mucho. 

ASESINATO A LAS 5

Hay un tema que me perturba desde hace mucho. Creo que merece ser tratado en algún sitio serio donde se tomen decisiones serias que afecten a la vida de las personas. En el Parlamento? He dicho serio.

La cuestión es:

Por qué la mantequilla en los bares nunca es untable? 

No, a ver, para alguna gente, entre las que me encuentro, el desayuno es sagrado. En casa y/o fuera. Por la mañana y por la tarde. Merendar dices? sí...pero es que la merienda no deja ser un desayuno tardío.

Entonces te encuentras en una cafetería con encanto y genuina, o en alguna de estas que proliferan ahora con tazas diferentes, sillas diferentes, maderas blancas, rincones muy cuquis y mensajes por las paredes del tipo "Sonríe, estás más guap@", o en la mítica cafetería de barrio, camarero uniformado con pantalón negro y camisa de manga corta que en su día fue blanca y tras la que se intuye una camiseta interior de asas...tanto me da, yo sólo quiero una tostada con mantequilla y un té así que me valen todas.

Y tampoco es que esté pidiendo que la mantequilla que te traen sea con sal (que sería un pequeño paso para el hombre y un gran paso para los tostadistas) pero hombre, no sé, que se deje querer al menos no?
Porque vamos a ver,  tú estás ahí, con tu proyecto de re-desayuno sobre la mesa, con ganas de empezar el ritual que te llevará a esos instantes de felicidad derivados de una simple ecuación: pan caliente+mantequilla+no pensar en nada más. Así que procedes a abrir la cápsula, coges el cuchillo y...EEERROR! Suspiro.
El cirujano que llevas dentro se arma de paciencia y comienzan unos torpes, torpísimos intentos por cortar la masa amarilla en lascas finitas porque algo de la física del colegio aún recuerdas y sabes que ese pan que miras con deseo, puede transmitir calor y derretir a la insubordinada, inadecuada y poco dialogante mantequilla.
Si un consejo les puedo dar hoy es que no subestimen a 30 gramos de mantequilla sin sal. Ha venido a luchar. Lo único que sacas de esa afrenta, de esa reyerta que me río yo de la del Romancero gitano, son tres amorfos bloques que vas depositando rápido sobre el expectante y a cada instante menos delicioso pan.

Bueno, antes de seguir tengo que reconocer que la que escribe tiene un problema con el pan. Es algo que hay que asumir y ahora puedo hablar abiertamente de ello. Está ahí, tentándote, supuestamente para engañar al hambre en los restaurantes te lo traen antes y claro, tú acabas con el tuyo, luego con el del comensal de al lado...pides que te repongan hasta 3 veces ese bollito caliente, por Dios! caliente!! Es que no tienen compasión? Luego está lo de comprar el pan de camino a casa. Que si un pellizquito, otro...otro...en fin, es algo con lo que hay que vivir...

Pero volviendo a la lucha con la masa amarilla (masilla más bien), en el último tajo que das resulta que se desliza un poco. Ahora no? Ahora? En fin, hay que reconocer que plantó cara. Observas su cuerpo mutilado sobre el pan y clamas al cielo por un milagro o porque suban la calefacción y esos átomos empiecen a fundirse. Pero no ocurre. Y tú, que ya te has visto en alguna parecida, sabes que lo que empezó mal sólo puede acabar peor. Observas tu arma homicida con la punta más roma que las tijeras de preescolar y piensas "la suerte está echada" (lo piensas en latín pero te da pereza buscar cómo se escribe en Google). Entonces es ahí cuando la más sucia, despiadada y hostil de las batallas tiene lugar. 

En realidad sientes pena por el pan. Al fin y al cabo la mantequilla se lo había buscado con su actitud, tan chulita, impertinente e inuntable. El pan no se merecía ese final. Pero sin remedio comienza una escabechina de migas que se desprenden, bloques de mantequilla que resisten estoicamente la presión, zonas de tostada que jamás verán ni de lejos un poquito de amarillo sobre ellas...y sobre todo dolor, mucho dolor.

Te das por vencida y contemplas tu obra. No es la mejor tostada que has hecho ni de lejos. Pero poco importa...porque en tu mente, en ese preciso instante, en ese exacto lugar, es la tostada perfecta. Ñam!