DON A+ SAN G.R.E.

He vuelto a donar sangre y me he sentido bien.

He vuelto a querer matar a los padres del niño que no para de llorar a mi lado en la caferería y al garete con el buensamaritanismo.

Aunque no veo mucho mérito en dar algo que tu propio cuerpo produce…con la satisfacción de poder pensar que tu ultra común grupo A+ va a ayudar en alguna operación y además te dan agua y un boli! (atrás quedaron los años sin recortes en la Avenida Complutense en los qe poco más y te decidías a donar por el bocadillazo y la chocolatina de después).

El niño sigue llorando, por cierto. Y quiero dejar bien claro que no prefiero esas escenas de tensión entre parejas con niños que se echan la culpa mutuamente porque su hijo llora…pero no sé, no sé…yo no recuerdo ir a restaurantes con mis padres (al margen de las multitudinarias comidas de domingo donde había otros millones de niños gritones y la gente sabía a lo que iba) y si un niño empieza a llorar en un sitio donde otra gente va a estar tranquilamente, pues creo que lo lógico es que alguno de los aportaron genética se lo lleve fuera hasta que se calme. Pero bueno, yo no soy madre. Lo seré algún día y espero no tener que tragarme mis palabras…

Pero es que lo queremos todo. Queremos trabajos buenos, casas buenas, coches buenos, ginebras de diseño, salidas a tomar café y pasar tiempo con los niños…pues mira amigo, todo no puede ser.

A veces hay que pararse, respirar, centrarse un poco e ir por partes. Tomarse lo que toque a cada momento.

El niño se ha callado y yo debería hacer lo mismo. Pues no ha mucho tiempo (ayer mismo) me estaba quejando sobre esta vida mía que en estos momentos no se mueve, o al menos no al ritmo que quiero, o no está exactamente donde a mí me gustaría y lo que me toca comerme ahora (que no está tal mal oiga) es algo así como un aperitivo sin mucha gracia…un pan reseso como para matar el gusanillo.

Y me muerdo la lengua al recordar el mejor-peor-insulto-cierto que me dijo una buena amiga hace unos días y es que soy “una ansiosa de la vida estable”

La vida estable no existe. Ni si quiera son los padres. Todos tenemos nuestras pequeñas batallas diarias con lo que tenemos en el plato. Porque cuando estamos por el segundo, nos arrepentimos de haberlo pedido, y cuando tomamos el primero, soñamos con el postre.

El niño sigue sin llorar y el último recuerdo de la tarde lo dedico a ese señor de gafas oscuras que me repite las cosas una y otra vez para que no se me olviden. Y por esta misma razón es por la que empecé a escribir hace muchos años, porque mi memoria es un fraude y yo sola me convenzo de una cosa y al día siguiente de todo lo contrario. Entonces él equilibra la balanza hacia el otro lado…porque tal vez peque de prudente o desconfiada pero mis apuestas nunca son al 100% por nada ni por nadie…mucho menos por las cosas que yo digo o pienso (que son demasiadas).

Le duró poco. Vuelve el llanto. Me muerdo la lengua otra vez pero con cuidado de no hacerme sangre que ya perdí mucha hoy.

Acábate el café y ponte a apostar por ti misma anda, que al fin y al cabo las probabilidades están infinito a 1.

 Publicado originalmente en cerveza salada



 

 

LAS TARDES EN CASA

Las tardes en casa cuando hay cosas que hacer empiezan con un "bueno, un capítulo y me pongo"

Luego resulta que te topas con esos papeles blancos, grises y naranjas (que no verdes, rojos y amarillos como diría Serrat) que compraste en Ikea sin saber muy bien por qué. O tal vez sí, porque eran papeles y porque eran baratos. Así que con unas tijeras te pones a recortar para hacer un montaje absurdo con los que te encanta procrastinar

Te haces un té y de paso otro capítulo porque esta serie (The Good Wife recomendablérrima) te saca la abogada que llevas dentro, o mejor dicho, la guionista que querrías ser. O la escritora de personajes completos y complejos tal vez. 

Coges la plumilla y te manchas los dedos mientras escribes palabras que empiezan por Irre-

Y-resulta que no son tantas las que te salen…pero vaya fuerza que tienen. Describen esos mismos personajes sobre los que quieres escribir o tal vez, simplemente, como eres en realidad, o cómo te gustaría ser, o cómo serías si…

irreverente, irresistible, irreductible, irresoluble…irrepetible.

(No hagas trampa que esa te la chivaron)

Irrepetibles son las charlas con la señora que calceta en las que empiezo diciendo que el tomate y el pescado que me mandó estaban buenísimos pero con el tercer "qué tal" la cosa empieza a torcerse y la voz empieza a temblar. Aunque de irrepetibles no tienen nada porque son muchas ya y siempre surgen igual. Que sí…que todo bien…pero claro…es que no sé…Pero bueno, hay que seguir…Que ya verás, que esto es así, tú tienes que ver, son las circunstancias (ya, pero es que yo soy yo y mis circunstancias como dijo aquel)…que no te preocupes que todo sale…que venga que te paso con tu padre. Y te pone con ese señor de gafas oscuras que tan claro lo ve todo aunque te confiese que él también está "acojonado". Te vuelve a repetir lo de siempre. Lo que tú ya sabes. Lo que tantas veces has oído y hasta repetido tú misma a otros. Y lo hace con esas metáforas tan suyas que le hacen confundir "La vida es Bella" con "Qué bello es vivir"…y al darse cuenta aprovechar la jugada y decir que no importa, que son dos buenos ejemplos de que lo que hay que hacer por encima de todo es vivir. 

"Ya…"

Y tú ya sabes todo esto pero te duele la garganta recordándolo. Porque no sabes aún muy bien cómo funciona esto de pasar de reivindicar el seguir hacia delante un día y al siguiente querer pedir papas y al otro explicaciones. Pero te vas acostumbrando y a cada día que pasa te vas haciendo más realista y tristemente más escéptica. 

Aunque no dudas que hay muchas cosas ciertas en eso que te repite una y otra vez el jefe cuando te ve algo baja. No dudas porque sabes que es un señor muy sabio y también muy viejo. Y porque también te lo repite tu santa madre que tiene más fe en ti que tú misma y con que un 10% de lo que espera que te pase, realmente ocurra, ya te das con un canto en los dientes.

Vaya suerte tienes mecagoendiez. 

Y es que a lo mejor, tú misma sabías hoy, cuando pegaste el collage al lado del flexo (que es la única luz que ves clara por ahora), que al terminar de hablar con tus padres necesitarías leer que "el Sol saldrá mañana"…

Y si no pasado. Seguro.

ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL V)

Primera edición aquí

Segunda edición aquí

Tercera edición aquí

Cuarta edición aquí

 

- Los columpios del parque.

- Niños pequeños en los columpios del parque.

- Volver a ser niño en los columpios del parque.

- El cocido de mi madre

- La última hora de trabajo antes de las vacaciones

- Una cafetería agradable en la que pasar horas.

- El desayuno de los hoteles.

- Hombres duros que se transforman en abuelos babosos

- Un jersey bonito y que no pique.

- Niños pequeños disfrazados de superhéroes.

- Conversaciones que te convencen de que al final todo saldrá bien.

- Los huevos fritos.

- Los carteles antiguos con tipografías antiguas.

- El club del día 1 de enero y negar la resaca a base de más de 150 cañas y muy buena compañía.

- Gente en paro a la que le toca la lotería.

- Las frases familiares como "Hemos comido, cuándo cenaremos?" que pasan de generación en generación.

- Niños de uniforme jugando en la calle.

- El pan caliente.

- Un Cola Cao con muchos grumos.

- Los emprendedores.

- Los desayunos a las 5 de la mañana comentando la noche.

- Los vídeos de los desayunos a las 5 de la mañana con gente que intenta hablar y comentar la noche.

- Los primos.

- Que Blanca llegue a casa con vino y queso.

- Las 12 uvas (y eso que no me gustan)

- La cara del novio cuando entra ella.

- Esperar en el baño al lado niñas de 16 años y sonreir acordándote cómo era tener esa edad.

- Los niños el día de la cabalgata de Reyes.

- Ir en moto por la Castellana sin tráfico, de noche y con los edificios iluminados.

- Que el autobusero se compadezca de ti y te abra la puerta.

- Esta foto

- Pensar en cómo serán de mayores.