EL DÍA QUE NACISTE VOL. VI

El día que naciste iba a ser el 4, luego el 5 y al final nos fuimos al 6 de septiembre.

Pero es que siendo el segundo embarazo esperaba tu llegada desde el 15 de agosto así que te puedes hacer una idea de lo mucho que te hiciste de rogar.

Naciste en un mes con muchísimos cumpleaños en esta gran familia en la que has caído. Un mes de comienzos y de finales. Un mes de nostalgia color naranja, rosa y ocre como los atardeceres. Un mes con una luz especial como siempre dice tu abuelo Santi. 

En el Cunqueiro, muchas pero que muchas horas después de empezar el proceso (horas en las que me comí dos Twix y gané a tu padre a la Escoba) parecía que algo empezaba a moverse. Y sobre todo parecía que la historia empezaba a diferenciarse de la que vivimos hace casi dos años con tu hermana que acabó desahuciada a golpe de bisturí. Que no es por empezar a compararte desde antes de nacer con ella pero es que el tema pintaba regular.

Como supongo que tendremos suficientes conversaciones sobre lo que supone un parto si es que algún día decides tener hijos te resumo que la expresión “esto fue un peor que parto” como sinónimo de algo costoso y largo en mi caso es totalmente adecuada.

Pero a la vez es una experiencia que me apetecía tener y tú me la diste. Algún día te hablaré de las muchas manos que tocaron tu cabeza confirmando que venías mirando al cielo lo cual no es buen síntoma para nacer cómodamente ni librar a tu madre de dolores…y también de aquel hombre barbudo de dos metros de altura que ayudó a que salieses gritando: “vamos Carmen, empuja hacia el dolor!!”. Esa frase no se me olvidará en la vida. 

Eso fue lo que hice. Con todas mis fuerzas. Y saliste. Y eras perfecta. Y yo lloré. Lloré de cansancio, de flipar con todo lo que había pasado en dos minutos y de verte que estabas sana, entera y en el mundo al fin. De comprender que me había vuelto a convertir en madre de un ser pequeño (o en tu caso no tanto), un nuevo miembro de la familia que estamos creando tu padre y yo, una hermana pequeña para Lola y otra hija a la que querer para siempre. 

“Ya está con nosotros” dijo el hombre barbudo de dos metros, el mismo que me empujó hacia el dolor. El dolor en todos los sentidos porque si algo he aprendido con la experiencia previa es que la maternidad te hace sentir el mayor dolor y el mayor miedo que se puede imaginar. También la mayor dicha y el mayor cansancio pero esto parece que se da por descontado. Aquel hombre y unas cuantas ginecólogas y matronas me ayudaron a traerte al mundo con indicaciones claras. “Empuja” “ahora” Pero bien sé que no es así como funciona la cosa después. No hay instrucciones en esto de la maternidad. Hay dudas. Todas. Y algunos días sale todo bien y otros todo mal. Pero se pasan fases y, como bien me advirtió tu tía Almudena, “cuando tienes dominada una, llega la siguiente”. 

Y es que la vida va de eso. Al menos la mía que durante unos años será también la tuya. Prueba y error. Así lo hacemos desde hace casi dos años en que tu hermana nos hizo padres. Días buenos y alguno peor. Pero siempre juntos. Y así seguiremos haciéndolo ahora que somos familia. Porque eso somos gracias a ti. Has venido a completarnos y de verdad te digo que sólo con 12 dias de vida ya has superado todas nuestras expectativas.

Todo es más. Más fácil y a la vez más difícil. Más intenso y más de morirme de ternura. Más cansado y más organizado. Ahora somos cuatro. Somos más. 

No te voy a echar la chapa con que me equivocaré mil veces, me agotarás la paciencia otras mil y nos entenderemos y desentenderemos muchas veces en el mismo día. No te voy a pedir perdón por adelantado por todas esas veces que me equivoque. O bueno, sí. Es una táctica en la que tanto tú tío Manuel como yo somos expertos, la de reconocer los fallos antes de que lo haga el otro. Así cuando llegábamos ya amaneciendo a casa de salir por la noche entrábamos por la puerta diciéndole a tu abuela “ya ya ya, es que no son horas, lo siento de verdad” mientras nos dirigíamos a nuestra cama y ella se quedaba sin poder decirnos nada.

Pero para que nos toque a nosotras vivir estas escenas aún queda tiempo. Ese mismo que vuela y por eso tal vez contigo soy más consciente de que tengo que aprovecharte cada día. Cada hora que pasa te haces mayor y te alejas de mí. Y aunque el objetivo es ese, que voléis solas, por el camino os voy a achuchar, estrujar y besar hasta que me digáis “ay mamaaaaaa” y aún así seguiré. 

Llegaste en medio de una pandemia mundial. Ha sido todo una auténtica locura! Pero en el fondo todo es más fácil de lo que parece. Lo complicado es descomplicarse. 

Cómo me gustaría que consiguieses vivir con alegría. Y aunque a veces no lo logres, consigas parar y pensar que no puede ser todo tan difícil. Que los placeres de la vida son muchos y la mayoría no cuestan dinero. Que hay muchas desgracias y tendrás sustos y las lágrimas te saldrán a borbotones (más si heredaste esta faceta mía) pero que saber relativizar después de desahogar será una de tus mejores armas en este mundo de sensibilidades extremas donde todo el mundo da su opinión y pocos parecen estar del todo a gusto en su piel. Si consigues esto, algo tan simple como valorar la suerte que tienes de haber nacido donde lo has hecho, llena de privilegios y, me lo vas a permitir, en una casa bastante divertida, si te convences que es mejor hacer la vida más fácil a los demás y no caes en la tentación de creer que el no hacer favores a nadie e ir a lo tuyo te hará más fuerte, si nos ves vulnerables pero compruebas que continuamos adelante y conseguimos recomponernos y decides seguir ese ejemplo y no dejarte llevar por las miserias que todos encontramos si rascamos un poco…si, en definitiva, consigues disfrutar de esta aventura que es vivir y al final de la partida ganan por goleada los buenos a los malos momentos, entonces, tal vez, habré conseguido mi mayor meta en esta vida que no es otra que veros crecer felices y siendo buenas personas. Todo lo demás está de más.

El día que naciste era lunes. Al día siguiente tu padre decretó que te parecías al dictador norcoreano Kim-Jong Un. El miércoles volvimos a casa y empezó nuestra vida de cuatro. A los 12 días conseguimos juntarnos a comer y nos hicimos la tradicional foto de hermanos con el nuevo miembro. Y mañana…mañana será otro día. Pero contigo aquí será un día mejor. 

Bienvenida al mundo Guada!

Es de locos pero procuraremos que lo pases bien. 

Te quise desde antes de nacer.

Te querré hasta que deje de respirar.

Gracias por hacerme tan feliz simplemente con existir.