LLEGAR A CASA

Llegar a casa. Eso con lo que sueñas.

Llegar a tu casa y respirar hondo. Ya está.

Cuando vivía con Blanca, intuía cómo le había ido el día según el tono de sus "hola" o el número de cervezas que trajese. Si era una botella de vino es que había mucho que hablar. Alguna vez que celebrar pero la mayoría de las ocasiones era para empezar maldiciendo y acabar riendo. O llorando. O todo a la vez. 

Ahora llego a casa de padres. Son ellos los que me reciben a mí. Nada más sacar la llave de la cerradura y decir "hola..." ya escucho "Qué Piraña, qué?" Entonces sé que se van a levantar. Y mientras el señor de gafas oscuras me persigue por el pasillo con su clásico bucle "Qué! qué! que´! Vives como Dios!" la señora que calceta me comenta sus últimas novedades en esta actividad que tan bien se le da. Yo continúo hacia la última puerta a la derecha, que es donde están todos los cuartos de baño pero en esta casa es mi habitación, aunque la cedo gustosamente a Manu y al packaging de Roque cuando se deciden a bajar desde La Coru. Lo único que quiero es soltar el bolso-maleta. Como si con ese gesto me desprendiese de todo lo malo del día. Ahí se cumple: "ya estoy en casa" Me pongo algo más cómodo (aquí somos de cambiarnos, los hay que aguantan calzados hasta que se van a la cama pero no es el caso), me desplomo sobre la cama y cierro los ojos unos instantes. Entonces oigo a lo lejos que "hay pan!" y los abro de golpe. Llevo soñando con unas tostadas desde que me dejaron en la Plaza de España. Después de ese paseo musical donde no veo tiendas, ni gente. Donde sólo hay un objetivo: "llegar a casa". 

A veces no me da tiempo a llegar a la habitación. A veces mi madre se ha ido a jugar a las cartas (y llegará tarde y mi padre le pondrá el cerrojo) y entonces el señor de gafas oscuras ni si quiera habla. Sólo un "Piraña!" y gestos. Enciende la luz de la cocina y acompaña cada uno de sus movimientos con un gruñido. Primero a la nevera. "Grra!" Eso quiere decir que hay gazpacho. Bien. Luego a la encimera."Grra!" Pan del rico. Bien, después de un durísimo casting hemos dado con el pan definitivo. Otro "Gra!" y descubro un bote gigante de bonito del norte. Toooma! ensaladas premium toda la semana! y rememoro internamente la "Oda al atún" Por último un "Grraaa!" distinto. Qué más puede haber? QUESO! Cualquier queso? No, EL queso. Me mira y con un "Gra!" que significa "Conforme?" vuelve por donde ha venido. A ver el Mundial y a maldecir a Messi por querer estar ahora y no haber aparecido en toda la temporada. Y yo me quedo ahí en medio. Con el bolso-maleta cayéndoseme del hombro, mientras con un brazo cojo gazpacho y con el otro corto pan. Son momentos de felicidad. De picoteo aquí, corto allá. En frío. De pie. Improvisando. Sobre la marcha. Que hay sobras de la comida? pues póngamelas por aquí, oiga, que algo haremos con ellas.
Y mientras piensas "bueno el último trozo" (que siempre es mentira), concluyes que llegar a casa de padres no está tan mal. Y que si el amor se midiese en caprichos culinarios, estos señores te aprecian bastante.

EL DÍA QUE NACISTE

El día que naciste era febrero y llovía. Llovía en general. Todo el rato.

Tu abuela me despertó con un "Martina is coming"
Qué emoción! Te íbamos a ver la cara por fin!
Claro que no sería hasta 15 horas después...

Escribí a tu padre y le dije que tratase de recordarlo todo porque iba a tener que contarte cómo fue ese día en el futuro. No sé qué versión te dará él pero esta es la mía.

Ser el primer bebé de la familia García que llega al mundo cuando existe un peligroso chat de grupo tiene como consecuencia que tu parto fuese retransmitido al minuto. Tu tío Manuel y yo nos dividíamos para mandar la información porque la gente preguntaba todo el rato por ti. Generaste mucha expectación pero como te lo tomaste con mucha calma (creo que en eso saliste a tu padre), de los "Vengaaa!!" "Ánimo!!" pasamos a los "Pero aún nada?" "Que salga ya, que el público se va!!".

Supimos que 6 centímetros eran pocos y a los 8 nos dolió un poco a todos. A estas alturas ya habrás caído en la cuenta de que tus tías abuelas están bastante mal de la cabeza y es probable que te tengan un poco frita con los "Y yo quién soy?" "Y yo cómo me llamo? Que no te acuerdas??" pero si sales la mitad de lista de lo que vaticina tu padre, seguro que las tienes a todas en el bote. Ese chat echó humo todo el día y las que son madres recordaron sus propios partos mientras la tuya esperaba que salieses.

El día que naciste tu padre pasó del  "Qué nervios!!"  al "Dicen que aún puede tardar 5 horas...PERO ESTO QUÉ ES???"
Tu abuela no paraba quieta. No sólo se le veía nerviosa sino que me lo decía con esa voz aguda que pone a veces "
"Ay qué nervios tengo Carmen, qué nerviooooos"

Te parecerá un poco exagerado todo pero qué quieres que te diga, éramos primerizos.

El más tranquilo tu abuelo. Emocionado pero tranquilo. En su línea.
Llama a mi puerta y la conversación fue tal que así:

- Tú eres una inconsciente...
- Por?
- De verdad que eres una inconsciente...
- Pero qué pasa?
- Tú no te das cuenta que de aquí a unas horas, vas a pasar a ser un cero a la izquierda? Una auténtica merda!!
- Jobá Papáaa....
- Qué quieres??...es la realidad!! Martina te quita el puesto y tú pasas a la nada!

Cuando, más tarde, tu abuela me reconoció que no tenía comida para mí para el día siguiente se limitó a recalcar "Ves?? Aún no nació y ya empieza. Piraña, estás acabada!"Así se las gasta tu abuelo. Pero lo cierto es que hace tiempo que tenía asumido el traspaso de poderes. El título de niña de la casa sería tuyo y te lo cedo encantada. 27 años son más que suficientes.

Naciste en el Xeral, donde tu abuela trabajó tantos años y donde el guarda de seguridad aún se acordaba de ella. "Una palangana para la baba te traigo!? Muchas Felicidades!"
Efectivamente era una abuela babosa y bastante lercha porque se metía en las zonas del hospital donde no podía estar pero bueno, ya la conocerás.
Tocó seguir esperando. Y es que el día fue largo aunque luego se nos olvidó a todos pero si te apetece puedes ir a darle un beso a tu madre porque fue una campeona.

Me quedé sola un rato y vi a embarazadas y padres salir de la zona protegida con cara de cansancio. Pensé en el tuyo mientras observaba a mi madre que no paraba. Pensé que al fin y al cabo eras otro niño más que llegaba al mundo y que a lo mejor no era para tanto. Hasta que te vi, claro.

Cuando la señora que calceta salió de esa zona donde no podía estar y dijo "Ya nació", todo cambió. Y el chat se colapsó.

A mi hermano le di un abrazo. Menuda cara de padre que se le había puesto de repente.
Santi tiene una hija! La leche!
"Flipas" me decía, "No, en serio, Pira, flipas cuando la ves por primera vez"
Toda la responsabilidad. Así, de golpe y con cara seria. Era Santi pero era padre.
Después de un rato dijo "Y hay que llevársela a casa!!"  Se rió y volvió a ser mi hermano.

Cuando por fin pude verte, me tapé la boca con sorpresa. Qué pequeña!! (y en realidad es mentira porque saliste grande y bien feitiña) pero para mí eras diminuta. Tenías la piel como de melocotón, unos buenos papos, un buen buzón y llorabas con ganas. Empezaron los debates sobre de qué familia eras. "Yo creo que se parece a mí" "Bueno, acaba de nacer, se parece a un gremlin"

Me tocó llamar al señor de gafas oscuras.
- Felicidades abuelo!
- Enhorabuena tía!

Increíble. Nos felicitábamos por ti! No tenías que hacer nada para que te quisiéramos. Sólo ser.

Todos tus tíos se fueron a dormir ese día más contentos porque como bien dijo Paula, "A esta niña la parimos un poco entre todos" Fue un 26 de febrero que ya nunca se me va a olvidar. Un buen día.

Salí del hospital y seguía lloviendo. Me habría gustado decirte algo tipo "Y dejo de llover un rato por ti" pero sería mentir y eso está feo. El mundo no se paralizó cuando llegaste y la vida siguió igual como dice la canción. Pero cambiaste las nuestras y te sumaste a ese grupo de personas por las que vivir y luchar...

Así que siguió lloviendo y seguimos en crisis...pero ya estabas aquí. 

El día que naciste yo vivía en Vigo y la verdad es que no tenía nada claro. Espero que para cuando leas esto, las cosas hayan cambiado y de tu inexperta tía de 27 haya evolucionado a tu madrina guay, esa que a sus trentaimuchos está estupendísima, te hace unos regalazos tremendos porque su sueldo se lo permite y te lo pasas pipa con ella. Bueno, esto último te lo puedo garantizar desde ahora.

Bienvenida a la familia Martina! Somos muchos, hablamos alto y atropelladamente pero nos lo pasamos bastante bien...sobre todo si heredaste lo que tu abuelo llama "gen Pirulí" aunque espero, por la salud de tu padre, que no sea así. Veremos en 15 años...

Como ves de gremlin nada, eras una cosa muy rica.

HABLEMOS DE...LOS TAXIS

Lo primero que tengo que dejar claro es que yo soy pro-taxis. 

Aunque hablen de más muchas veces y el sentimiento de timo sea inevitable en ciudades como Madrid, se compensa con los que te ponen musicote cuando lo coges con varias amigas, con los que son simpáticos y están limpios y, sobre todo, con los disgustos que te ahorran.

No sé cómo será la luz que ves cuando sientes la llamada del Señor, pero a mí esa luz verde me parece la mismísima virgen reencarnada (aunque las otras treinta veces que creíste verla, era un semáforo) en las noches de querer cortarse pies y soñar con teletrasnportarse a la cama.

Antes de descubrir los placeres de andar a consecuencia de la desgraciada pérdida de mi moto Jacinta, era taxi para todo. Un día confesé a Blanca entre cañas que por vergüenza llegué a simular alguna cojera antes y después de cogerlo porque llegaba tarde y el trayecto era muy corto. Desde entonces no ha vuelto a verme con los mismos ojos. 

Pero no es mi culpa. Es genético. Tengo un padre que no conduce. 

El señor de gafas oscuras es el máximo abanderado del anticarnetismo, lo cual consiguió que, ante los bufidos de mi madre porque no lo teníamos y ya pasábamos la veintena, desde el sofá de tres plazas siempre se escuchase un "Se puede vivir sin conducir, mírame a mí".

Claro que luego había que oír a la señora que calceta 

No te fastidia, teniendo otro coche en casa también yo! claro, tú es que eres cojonudo machiño...

Cuando me conociste ya estaba sin carnet!, yo no te engañé! 

Parece que a estas alturas de sus vidas lo único que puede separar a mis padres es esta lucha que llevo escuchando desde que tengo uso de razón. Aunque dada la reciente adquisición del permiso de conducción por el último bastión que le quedaba a mi padre en su lado (yo) parece que la García Senra ha ganado la batalla (como siempre, para qué vamos a engañarnos).

Pero lo cierto es que es cojonudo. El otro día sin ir más lejos, un señor le preguntó "Pero cómo?? que no tienes coche??" y otro contestó "Este? Este es un monstruo, no tiene ni carnet!". 

Ante la atónita mirada del primero, el señor de gafas oscuras se vio en la obligación de contar su vida al margen de la ley de circulación (cosa que no le puede gustar más). 

"Porque vamos a ver, de qué me sirve a mí un coche? Eh? El coche es para tarados, hombre!! Yo cojo taxis y soy mucho más feliz. Me recogen en la puerta y me dejan en la puerta. Nada de buscar aparcamiento. Jamás hubo una discusión en mi casa con mi mujer por quién iba a recoger a los niños a un cumpleaños o llevarlos al entrenamiento..."

(Bufido de la señora que calceta)

El señor que seguía sin dar crédito siguió su interrogatorio a este espécimen fantástico de la naturaleza. "Y no llegaste a sacártelo nunca??

"Cuando cumplí 18, mi padre casi me obligó a sacármelo. Esto a mí ya me cabreó bastante porque no lo veía necesario pero aprobé el teórico aquel...era tipo test? ya ni me acuerdo. Cuando llegó el momento de montarme en el coche, un 600 beige, salí en cuesta bien, sin problemas pero al llegar a la rotonda de la Plaza de España se me caló. Y entonces me vi en un momento rodeado de varios seres transformados en bestias, pitando y gritándome con medio cuerpo fuera de la ventanilla. Pensé que eso no era para mí así que me bajé del coche y hasta hoy"

Este dato no está confirmado pero el señor de gafas oscuras da su palabra de honor (y de esto aún conserva bastante, no como el pelo) que el señor este se levantó y le aplaudió.

"Y el tiempo me da la razón Piraña. Tu madre, que es una señora encantadora, se transforma en el coche!! Grita, protesta...mata a viejos!!"

(Berrido de la señora que calceta)

Así que el señor de gafas oscuras va por la vida en taxi y nos inculcó las bondades de este medio de transporte desde pequeños. Pero si hablo de taxis y del jefe, aún a riesgo de estarme extendiendo demasiado, me van a permitir que dedique un recuerdo a Don Enrique Riveiro.

Que quién era Riveiro? Un taxista. Bueno no uno, El taxista que acompañó a mi padre durante veintitantos años. Y la suya, es una historia para contar.

Empezó de forma trágica pues fue quien llevó al señor de gafas oscuras al hospital en el momento en que mi abuelo Florencio entraba en Urgencias para no salir jamás. Y se le olvidó pagar. A los pocos días apareció en el despacho preguntándole por sus suegro y negándose a aceptar el dinero que mi padre recordó que le debía ya que visto el resultado, "Fue una mala carrera"

Desde entonces el jefe podía tener un taxi delante de la puerta que llamaba a Riveiro. Que el avión se retrasaba en Bilbao? "Enrique, ven a buscarme". Que la bis se había quedado en Zaragoza "No te preocupes, ya lo solucioné" "Pero cómo va a atravesar España mi abuela en taxi, si tiene 90 años??" "Pues que le traiga la maleta" El número de su móvil se aprendía como el Padrenuestro por unos adolescentes hermanos y primos "Porque si un día os despertáis en Cuenca, no quiero que me llaméis a mí, llamáis a Riveiro"

Era un tipo entrañable, con un corazón que no le cabía en el pecho y conocido por toda persona de la carretera. Sabía dónde parar a por el mejor queso, a por el mejor chorizo y dónde tomarse la última un martes cualquiera. Tenía una radio por la que todo se contaba y todo se encontraba y era experto en interpretar la cara de perro de mi padre después de un mal día así que "Navegación en silencio no?" "Correcto

Que había juicio en Marín? "Bájame a la niña que la paseo y le compro un helado" y ahí me iba yo encantada con Enrique. Que hay que ir a buscar nosequé y mi madre no podía? Iba Riveiro. Que se compraba un taxi nuevo? Iba a probarlo con el señor de gafas oscuras.

Casualidades de la vida, el jefe y Enrique cumplían el mismo día así que cada 18 de julio le aparecía con pasteles y champán en el trabajo y cada 31 de diciembre se tomaban una copa los dos. Juntos vivieron aventuras y desventuras por España adelante durante todos los años que duró su contrato. Hasta que se fue. Y aunque no se podía fumar en el coche, de vez en cuando le quitaba el cartel para que el jefe echase un cigarro. Y aunque vivieron buenos y malos momentos, Enrique siempre, siempre tenía una sonrisa en la cara al recibirle. Y aunque hace unos años que ya no está, aún nos acordamos todos de él, porque era un personaje. Ambos lo son. Y aunque el jefe es poco dado a las fotos y a los recuerdos, en el despacho tiene una donde está Enrique con su taxi.

Porque aunque yo iba a hablarles de un taxista, en realidad les acabo hablando de una amistad.

 

 

 

DICIEMBRE. DESPEDIDA Y CIERRE.

Aún no se acabó pero el final está tan cerca que casi ya se puede oler.

Diciembre es un mes de altos y bajos. De familia, reencuentros, cañas, amigos, fiestas, excesos, viajes…de bajones, de recapitulaciones, de balances, de reflexión, de alivio, de borrón y cuenta nueva.

El 31 marca el final. Las doce uvas el principio. Y esos nervios. Y esas miradas. Las de siempre, con más arrugas, los nuevos con una mezcla de excitación y no entender. Pero lo cierto es que nadie entiende mucho qué pasa.

Lo que pasa es que se va otro año. Nada más. Lo dejamos atrás, como el periódico del día anterior. Lo que pasó, pasó…y lo que traspasa la barrera de las campanadas, seguirá. O eso queremos creer. Llegamos al final del año con una mochila cargada de trabajo (los menos), de cambios, de experiencias vividas, de evolución y adaptación. Somos otra persona distinta al año anterior pero aquí estamos otra vez en el salón de García Barbón los de siempre con el mismo ritual.
Esas únicas 12 uvas que me tomo en el año y que me dejan un poco emocionada después de tanto abrazo. "Y que los que vienen, nazcan bien!" "Y enhorabuena a la novia!" "Por tu nuevo trabajo!" siempre hay algo por lo que celebrar…siempre hay algo por lo que empezar, por lo que ilusionarse y por lo que vivir. Aunque sólo sea por uno mismo. Cuando no tienes la responsabilidad de cuidar a otros, la tienes contigo mismo. A veces nos descuidamos un poco pero al final es lo único que hay que intentar cada día, tratar de ser felices.

Esa era la respuesta definitiva a la pregunta que colgaba en nuestro salón de Donoso Cortés. "¿Qué vas a hacer hoy?". Ahora ya está de nuevo pegada en el salón(cito) de Blanca, compañera de pupitre, de fechorías, de conversaciones infinitas en la salita verde, de manos a manos, de viajes, de quejas, de no hablar al llegar a casa o de hacerlo sin parar con una botella de vino, de risas, muchas risas, en definitiva "compañera de vida" (aunque ella me prohibiese definirla así que parece que daba lugar a malentendidos)
Blanca es mi amiga. Y punto. Y es de las cosas que más voy a echar de menos de Madrid. Vivirlo con usted. Estábamos muy bien pero siempre le digo, cuando nos da por preguntarnos cómo seremos en el futuro "Pues como ahora pero mejores", así que no dudo que estará usted muy bien aunque no haya pan en casa y no tengas que despertarme cada día. Yo te seguiré enviando mis ánimos con voz de dormida para afrontar un nuevo lunes, seguiré pensando en ti cuando haga café si me despierto de repente a las 3 de la mañana creyendo que son las 8 "pero si tú nunca haces el café idiota!" y con cada caña que me tome de más, supongo que también me acordaré de vos.

Porque somos mejores que hace un año, seremos mejores en 12 meses.

Y aunque no quería sonar tan trascendental, me temo que el espíritu del señor de gafas oscuras me ha cogido desprevenida y sueno igual que él cuando cada Noche Buena camino a Ramallosa, interrumpía los villancicos que con tanto afán cantaba al volante la señora que calceta y pasaba una mano por detrás del sillón. Entonces yo tenía que cogérsela y su discurso siempre empezaba igual "Hijos míos…cuando yo ya no esté"…Se pueden imaginar las caras de los tres que íbamos detrás sin entender muy bien por qué este señor que a veces gruñe se empeña cada año en que se nos empañen los ojos. Menos mal que alguno de mis hermanos un año se armó de valor, cogió la delantera y empezó él mismo el discurso "Hijos míos cuando yo ya no esté…" Entonces carcajada general. Menos mal!
El discurso de "hijos-míos-cuando-yo-ya-no-esté" es aplicable en cualquier tipo de ceremonia de exaltación de la vida y del amor como una boda, por ejemplo…entonces ves una mano que te llama desde las mesas del fondo y piensas "adiós, con lo bien que estaba yo bailando Raphaella Carrá" Porque aunque nuestro pobre padre se emocione un poco y simplemente quiera recordarnos que tenemos que querernos siempre y cuidar a nuestra madre, esa misma madre tiene una teoría de la vida mucho más guay, práctica y sobre todo, inteligente y es que "Hay que reírse mucho"

Y eso es lo que quiero hacer este nuevo año: reírme todo lo que pueda y más.
Lo mismo le deseo a todo el que lea esto. Bueno, y al que no lo lea también!


Feliz 2014.

DEDICADO A C1849BSW

El día que Jacinta desapareció sonó A Whiter Shade of Pale en la sala de espera de la Policía.

Siempre me pareció una canción propia de un triste y gran final. Y este lo es.

No quiero ponerme melodramática y hacer de esta pérdida algo que no es...sé que es simplemente una moto (o era, porque a saber que han hecho con ella a esta alturas) Que no pasa absolutamente nada, que la vida sigue y que las cosas materiales son eso, cosas. Pero esto no quita para que esté triste. Porque algún desalmado se llevó mi moto dejándome sin compañera de trayecto contra viento y marea...lluvia, y nieve. Daba igual. Con ella siempre.

Todo empezó hace algo más de 6 años. Un 31 de diciembre de 2006 tomé las uvas rodeada de gente que sabía un secreto. Mi moto estaba esperándome en el portal y yo no lo sabía. Mi moto estaba esperándome en el portal y cuando me dieron el casco yo no me lo creía. Y aún no me lo creo. Qué espectáculo. Todos bajando por las escaleras con vecinos que abrían las puertas para curiosear a qué se debía semejante estruendo. Pero es que a la niña le habían comprado una moto para llevarse a Madrid y así descubrir una nueva ciudad sin límites temporales ni perecísticos.

El 2007 empezó sobre ruedas como bien me dijo mi prima Marta

Madrid con Jacinta fue otro. El metro te acerca a zonas, partes, calles de la ciudad pero no consigues conectarlas. Sales de debajo de la tierra y estás en un sitio pero no sabes de dónde vienes ni a dónde vas, como los Siniestro Total. Aunque lo cierto es que ya motorizada me siguió pasando durante algún tiempo porque no fueron pocas las veces que acabé en la Castellana para conseguir orientarme...pero callejear con Jacinta era muy divertido. Me descubrió un Madrid que no se ve desde la acera. Un Madrid que pasa a cámara rápida desde el centro del asfalto con sus edificios engalanados y majestuosos que parecen darte la bienvenida o con sus calles adoquinadas y laberínticas en las que tienes la sensación de perderte. Y lo hacías. Pero acababas llegabando al destino. El final del viaje siempre estaba en el mismo lugar: delante de la puerta. Te bajabas y ahí la dejabas. Te ibas con la seguridad de que al salir estaría esperándotese para llevarte al próximo destino. 

Hasta que un día no estuvo.

El día que Jacinta apareció no me lo podía creer y lloré y di las gracias muchas veces.

El día que desapareció solté alguna lágrima de frustración y de pena y pensé que me habían robado una parte de mi vida...como a Perales.

No es el fin del mundo. No es tan grave. Es una moto. Pero era mi moto. Mi moto cascada, rayada y muy amortizada.

La señora que calceta, del gremio motorístico también ella, me consuela diciéndome que ya habrá otras Jacintas. Pero no es cierto. Tendrán otros nombres y otro aspecto. Pero como esta ya no habrá otra. Porque siempre será mi primera moto. Una vespa, roja, pequeña y molona que respondía al nombre de Jacinta y a la que muchas veces la califiqué como "de pizzero" debido a su corta cilindrada. 

El señor de gafas oscuras dormirá mucho más tranquilo. La cuenta que pagó aquel día le salió mucho más cara que las tres botella que hicieron falta para convencerlo. Casi sin querer había accedido a que su niña, su niña pequeña fuese en moto por Madrid. Cuando volvía a Vigo se empeñaba en darme dinero para un taxi con tal de no cogerla. Pero los veranos con Jacinta suponían viajes a la playa a menudo con paquete y a 30 Km/h. Eran más bien paseos contemplativos animándola en las cuestas pero agradeciéndole enormemente su servicio y, sobre todo, que nos evitase el autobús.  

Y esto siguió siendo así hasta que llegaron los carnets de conducir...para todas menos para mí.

Hay quien verá esto como una señal definitiva para que me lo saque de una vez...pero yo creo que debo guardar un tiempo de luto. 

El día que Jacinta desapareció, yo dejé de ser algo. Dicen que un camino para encontrar lo que eres es descartar lo que no eres. Pues bien, yo ya no soy una motorista...pero espero volver a serlo algún día. 

Me dedicaré a andar que dicen que es muy sano, barato y bueno para el medio ambiente. Y si de una vez por todas llegara el calor, irremediablemente extrañaré ir por la Castellana casi vacía, una noche de verano en manga corta y cantando a grito pelado...y si no lo hace y llueve de manera incoherente como ayer, pues me acordaré de cómo me calaba con ella.

Jacinta ha dado la talla. Ha cumplido con creces su servicio. Me ha hecho la vida más feliz y Madrid era un sitio mejor sabiendo que ella estaba ahí. Era la verdadera vespa especial que me quitaba problemas.

El robo de Jacinta me deja unas llaves, un casco y muchos momentos que no habrían sido posbiles o iguales sin ella.

Y también una conversación para el recuerdo:

 - Esa es tu moto?

 -Sí

 -Qué chula!

 -Ya.

Como si de una madre babosa se tratase. 

Pero es que Jacinta molaba. Molaba mucho. 

Adiós Jacinta! Te echaré de menos! Y gracias por todo!

DON A+ SAN G.R.E.

He vuelto a donar sangre y me he sentido bien.

He vuelto a querer matar a los padres del niño que no para de llorar a mi lado en la caferería y al garete con el buensamaritanismo.

Aunque no veo mucho mérito en dar algo que tu propio cuerpo produce…con la satisfacción de poder pensar que tu ultra común grupo A+ va a ayudar en alguna operación y además te dan agua y un boli! (atrás quedaron los años sin recortes en la Avenida Complutense en los qe poco más y te decidías a donar por el bocadillazo y la chocolatina de después).

El niño sigue llorando, por cierto. Y quiero dejar bien claro que no prefiero esas escenas de tensión entre parejas con niños que se echan la culpa mutuamente porque su hijo llora…pero no sé, no sé…yo no recuerdo ir a restaurantes con mis padres (al margen de las multitudinarias comidas de domingo donde había otros millones de niños gritones y la gente sabía a lo que iba) y si un niño empieza a llorar en un sitio donde otra gente va a estar tranquilamente, pues creo que lo lógico es que alguno de los aportaron genética se lo lleve fuera hasta que se calme. Pero bueno, yo no soy madre. Lo seré algún día y espero no tener que tragarme mis palabras…

Pero es que lo queremos todo. Queremos trabajos buenos, casas buenas, coches buenos, ginebras de diseño, salidas a tomar café y pasar tiempo con los niños…pues mira amigo, todo no puede ser.

A veces hay que pararse, respirar, centrarse un poco e ir por partes. Tomarse lo que toque a cada momento.

El niño se ha callado y yo debería hacer lo mismo. Pues no ha mucho tiempo (ayer mismo) me estaba quejando sobre esta vida mía que en estos momentos no se mueve, o al menos no al ritmo que quiero, o no está exactamente donde a mí me gustaría y lo que me toca comerme ahora (que no está tal mal oiga) es algo así como un aperitivo sin mucha gracia…un pan reseso como para matar el gusanillo.

Y me muerdo la lengua al recordar el mejor-peor-insulto-cierto que me dijo una buena amiga hace unos días y es que soy “una ansiosa de la vida estable”

La vida estable no existe. Ni si quiera son los padres. Todos tenemos nuestras pequeñas batallas diarias con lo que tenemos en el plato. Porque cuando estamos por el segundo, nos arrepentimos de haberlo pedido, y cuando tomamos el primero, soñamos con el postre.

El niño sigue sin llorar y el último recuerdo de la tarde lo dedico a ese señor de gafas oscuras que me repite las cosas una y otra vez para que no se me olviden. Y por esta misma razón es por la que empecé a escribir hace muchos años, porque mi memoria es un fraude y yo sola me convenzo de una cosa y al día siguiente de todo lo contrario. Entonces él equilibra la balanza hacia el otro lado…porque tal vez peque de prudente o desconfiada pero mis apuestas nunca son al 100% por nada ni por nadie…mucho menos por las cosas que yo digo o pienso (que son demasiadas).

Le duró poco. Vuelve el llanto. Me muerdo la lengua otra vez pero con cuidado de no hacerme sangre que ya perdí mucha hoy.

Acábate el café y ponte a apostar por ti misma anda, que al fin y al cabo las probabilidades están infinito a 1.

 Publicado originalmente en cerveza salada



 

 

LAS TARDES EN CASA

Las tardes en casa cuando hay cosas que hacer empiezan con un "bueno, un capítulo y me pongo"

Luego resulta que te topas con esos papeles blancos, grises y naranjas (que no verdes, rojos y amarillos como diría Serrat) que compraste en Ikea sin saber muy bien por qué. O tal vez sí, porque eran papeles y porque eran baratos. Así que con unas tijeras te pones a recortar para hacer un montaje absurdo con los que te encanta procrastinar

Te haces un té y de paso otro capítulo porque esta serie (The Good Wife recomendablérrima) te saca la abogada que llevas dentro, o mejor dicho, la guionista que querrías ser. O la escritora de personajes completos y complejos tal vez. 

Coges la plumilla y te manchas los dedos mientras escribes palabras que empiezan por Irre-

Y-resulta que no son tantas las que te salen…pero vaya fuerza que tienen. Describen esos mismos personajes sobre los que quieres escribir o tal vez, simplemente, como eres en realidad, o cómo te gustaría ser, o cómo serías si…

irreverente, irresistible, irreductible, irresoluble…irrepetible.

(No hagas trampa que esa te la chivaron)

Irrepetibles son las charlas con la señora que calceta en las que empiezo diciendo que el tomate y el pescado que me mandó estaban buenísimos pero con el tercer "qué tal" la cosa empieza a torcerse y la voz empieza a temblar. Aunque de irrepetibles no tienen nada porque son muchas ya y siempre surgen igual. Que sí…que todo bien…pero claro…es que no sé…Pero bueno, hay que seguir…Que ya verás, que esto es así, tú tienes que ver, son las circunstancias (ya, pero es que yo soy yo y mis circunstancias como dijo aquel)…que no te preocupes que todo sale…que venga que te paso con tu padre. Y te pone con ese señor de gafas oscuras que tan claro lo ve todo aunque te confiese que él también está "acojonado". Te vuelve a repetir lo de siempre. Lo que tú ya sabes. Lo que tantas veces has oído y hasta repetido tú misma a otros. Y lo hace con esas metáforas tan suyas que le hacen confundir "La vida es Bella" con "Qué bello es vivir"…y al darse cuenta aprovechar la jugada y decir que no importa, que son dos buenos ejemplos de que lo que hay que hacer por encima de todo es vivir. 

"Ya…"

Y tú ya sabes todo esto pero te duele la garganta recordándolo. Porque no sabes aún muy bien cómo funciona esto de pasar de reivindicar el seguir hacia delante un día y al siguiente querer pedir papas y al otro explicaciones. Pero te vas acostumbrando y a cada día que pasa te vas haciendo más realista y tristemente más escéptica. 

Aunque no dudas que hay muchas cosas ciertas en eso que te repite una y otra vez el jefe cuando te ve algo baja. No dudas porque sabes que es un señor muy sabio y también muy viejo. Y porque también te lo repite tu santa madre que tiene más fe en ti que tú misma y con que un 10% de lo que espera que te pase, realmente ocurra, ya te das con un canto en los dientes.

Vaya suerte tienes mecagoendiez. 

Y es que a lo mejor, tú misma sabías hoy, cuando pegaste el collage al lado del flexo (que es la única luz que ves clara por ahora), que al terminar de hablar con tus padres necesitarías leer que "el Sol saldrá mañana"…

Y si no pasado. Seguro.

DE LOS GRISES Y LOS AÑOS

No me gustan las etiquetas. No me gustan las etiquetas gigantescas que molestan en la ropa ni las que te avisan que te la estás poniendo del revés (más a menudo de lo que me gustaría) Pero sobre todo lo me gustan las etiquetas sintetizadoras y reduccionistas. Cuántas veces habré oído esto?...


Vamos a ver no es que no me guste su función, porque creo que son necesarias y reconozco que las utilizo para analizar y clasificar cosas y personas...pero cuando llega el momento de aplicárselas a una misma, ahí es cuando surgen los problemas. "Tú eres tal, Carmen" y automáticamente sonará un "No, a ver..." con excepciones claras como "Tú eres culé" "Tú eres del Celta" "Tú eres de Vigo" "Tú eres idiota..." (esos insultos gratuitos que siguen a cualquier absurdez dicha por mi persona los acato muy bien. Merecidos) Pero qué pasa cuando me preguntan...oye tú qué eres profesionalmente hablando? Ahhhhmigo. Entonces empiezan los problemas. Llevo intentando definirme toda la vida, porque sólo conociendo bien tus virtudes y, sobre todo, tus limitaciones, puedes llegar a algo bueno. Es la única vía. La de la honestidad. Primero con uno mismo. Y yo, siendo honesta, sigo sin saber qué soy. Así que buscaremos alguna de esas palabras que alguien en mi misma situación se inventó para poder decir algo sin decir demasiado. (lo cuál no deja de ser un arte)

Porque me gusta moverme en esos tonos poco saturados que tan poco aprecio despiertan en los días otoñales o en el retoque fotográfico pero que a mí me parecen la base de todo. Porque, aunque necesarios, los blancos y los negros no deben ser más que un referente de máximos y mínimos. Deb(em)o(s) tratar de encontrar pequeños matices en los grises. En ese día a día que no deja de ser una laaaarga paleta de grises. De grises claritos como el momento de la tostada y el café y otros más oscuros como las mañanas de domingo con un clavos en la cabeza y una nota de "mañana es lunes" aún más oscuros...grises, blancos y negros. Pero sobre todo grises. Los buenos, regulares y estupendos grises.

Será que soy del Norte, la pequeña de la familia, que no soy de derechas, ni de izquierdas, sino todo lo contrario o que tal vez mi indecisión crónica me lleva a estar segura cien por cien de muy pocas cosas en la vida así que me me vuelvo en contra de todo y todos los que pretenden imponerme algo. 

Seré una rebelde? Ja! demasiado poco atormentada para eso.

Supongo que lo que quiero no es ser tal, ni cual...sino tal cual. 

Y tal cual se lo contamos en este blog desde hace hoy justamente 6 años...

Se leen entradas antiguas de vidas antiguas y experiencias antiguas y se ríe. Se leen dedicatorias presentes a personas muy presentes y se llora. Se leen cosas que escribió tu yo de ayer hablándole a tu yo de hoy y se llega la conclusión de que aún no tienes las respuestas...de que seguramente no las tengas en mucho tiempo o simplemente no sean un sí o un no sino un gris de esos que tanto defiendes.

Que el tiempo pasa ya lo sé yo...que de eso también se ha hablado (y analizado hasta caer en el absurdo) bastante a lo largo de estos 6 años...y sino que se lo digan a mis padres que llevan justamente hoy también 37 años juntos. (aquí cuando hicieron los 33)

Entonces todo se relativiza. Porque el señor de gafas oscuras y la señora que calceta te han enseñado a hacerlo. Te han dicho muchas veces que "la vida no es esto" y casi sin querer te han demostrado día a día que la vida son otras cosas. Otras pequeñas cosas. Otras cosas grises, algunas blanca y más negras de las que querríamos...pero todo se compensa. Y todo se acaba aclarando. Cómo lo sabes? Pues porque lo sé...es de esas cosas que tengo claras, porque si no, apaga (funde a negro) y vámonos.

Yo no me quiero ir todavía. 

Aún me queda mucho por pintar.

Felicidades jefes!

 

 

 

 

 

 

 

 

UNA HISTORIA DE IMPOTENCIA

Con la llegada del otoño las muertes de paraguas se disparan. Después de luchar contra viento y....lluvia, como soldados que caen en el campo de batalla, los cuerpos son abandonados a su suerte.

Sus esqueletos parecen esculturas. Soy fan de los paraguas mutilados.  

Son incómodos, pero quién no ha cantado bajo la lluvia mientras lo giraba? quién no ha tenido uno propio de pequeño adecuado a su tamaño? en qué casa no hay uno negro y masculino para padres? o uno de propaganda? o uno de esos pequeños y terribles? de cuadros? rojo? transparente? Quién no lo ha usado como arma? o se lo ha olvidado? o ha robado uno? Y qué me decís de los automáticos? y lo que duele pillarse los dedos cuando lo bajas? y dónde están cuando los necesitas inesperadamente?

Mi madre siempre tiene uno en el coche...hasta que deja de tenerlo. Entonces..."no hay un paraguas por ahí?" pues no, no hay. Y sin el paraguasdelcoche el automóvil está incompleto. Debería ser obligatorio, como los triángulos o un lector de CDs que funcione correctamente. Si no, multa. No se puede ir en coche sin música. (Hombre, por favor) El paraguasdelcoche ha tenido todo tipo de formas, tamaños y colores. Rueda por el suelo hasta que alguien, en pleno julio decide relegarlo al maletero. Luego viene octubre y volvemos al "Pero no había un paraguas por ahí?"

Yo tengo una obsesión con un paraguas rojo. No sé ni cómo ni por qué empezó, pero ahí está: en mi autorretrato paintiano, en el cuadro que decora el salón de la tía Guada, en el dibujo de fondo de pantalla...me persigue. Me protege.

Y ya sin más dilación, paso a contar una anécdota del señor de gafas oscuras.

Hace muuuuchos, muuuuchos años, cuando yo ni hablaba, ni escribía, ni padecía, alguien tuvo la brillante idea de hacer una excursión multitudinaria a Santiago de Compostela. Allí nos fuimos la Gonzalada al completo a abrazar al Apóstol y a preguntarle qué tal le iba. Cuando digo al completo, digo abuela, tia abuela, padres, tíos, tías, primos, primas, hermanos, sillitas, meriendas, niños vestidos iguales, fanados, preguntones y pequeños. Vamos, comodísimo.

"Santiago sin lluvia no es Santiago". Ya, amigos, no lo es...pero aquello, según cuentan los más viejos del lugar...(mi madre), era un vendaval, torrencial...lo que llamaríamos hoy una ciclogénesis explosiva. 

Y ahí estaba él. Escuchando discutir a las señoras qué hacer con los niños mientras un paraguas negro, de los plegables, (error) hacía de escudo.

Todo sucedió muy deprisa (vale, esto me lo voy a inventar porque yo no me acuerdo pero la historia me la han contado muchas veces)...el hombre y el paraguas luchando contra los elementos. Situación extrema. El endeble paraguas finalmente vence. El hombre se transforma en bestia. Al tiempo que el agua le sacude en la cara, el señor de gafas oscuras completamente jamado, empieza a golpear el paraguas (ya muerto) contra las piedras centenarias de la ciudad compostelana, bajo la atenta mirada de muchos niños inocentes boquiabiertos y una señora que decidió cruzar de acera (esto es totalmente verídico). 

De aquello hace ya más de 20 años...pero aún pueden encontrar en su mano una cicatriz (que le duele en los días de lluvia, como a Harry Potter) recuerdo de aquella batalla perdida. 

El hombre, la lluvia y el paraguas: una historia de impotencia.

THIS ARMS OF MINE

Así como el Seat Ibiza rojo de mi madre que no subía las cuestas suena a Pablo Milanés, García Barbón 52 lo hace a "Yonlanda" o las reuniones de hermanas García Senra a "Quen quera cheirar tabaco que cheire meu cu...ra-sao", mi infancia tiene un sonido característico.

Sólo un nombre: Otis Redding.
Y un culpable: El señor de gafas oscuras.

Y es que el jefe, ya en sus años de estudiante santiagués, se dedicaba poner continuamente la misma canción nada más entrar en la mítica cafetería Derby. Y aunque le llamaron la atención, él seguía a lo suyo. (Conocidas por los que le rodean son sus manías persecutorias cuando algo le gusta mucho...)

Otis Redding reinó en mi casa. En aquella minicadena que pereció en alguna de las limpiezas que hace la señora que calceta y que hoy sería vintage. Con aquel sonido escarchado. Y yo con cuatro años haciendo playback al ritmo de. "Aaaaaaaaaaamen Uh" Y viendo a aquella rata, micrófono en mano, viviéndolo con ese "uh", el jefe se partía de risa.

Pero si Otis dio pie a que surgiese mi vena dramática fue por pura casualidad. Además de explotar las cosas que le gustan, el señor que gruñe tiene un don para los idiomas. En concreto el don de que no se le entienda ni cuando habla en español...figúrense cuando prueba con el francés que dice (dice) aprendió en el colegio o con el inglés que es así como su propio Everest.

La cuestión es que cuando él y "la Garci" eran novios, cuando todavía no se habían convertido en padres de 2 "maricallos playeros" y de una piraña, él le decía que había una canción...."qué canción!!"....era SU canción. Aquella que reproducía en la gramola del Derby y que debido a su terrible memoria para los nombres, no conseguía recordar el título. Y a vueltas estaba la muchacha con la dichosa canción. Él se la interpretaba para ver si la conocía, pero lo único que se desprendía de los gritos en la ducha era un simple y llano "Agapíiii....iiiiiii...." Ese era su tema. Y mi madre no podía encontrarlo por ningún lado.

El Agapí (como se le conoce hoy día en mi casa) sonó un día por casualidad y ante los "es esta, ES ESTA!!"del jefe, mi madre exclamó: "No puede ser".

Pero, en efecto, el don de mi padre se había manifestado para traducir en "Agapí" la canción de 1968 de este genio musical trágica y prematuramente fallecido, "I've got dreams to remember"

Oír para creer.

Y por fin tuvimos algo que regalarle a este señor tan complicadiño para los presentes. Los grandes éxitos de Otis se convirtieron en mi primer referente musical. (uno muy bueno por cierto)

Lo pasamos al AX Blanco todavía en formato cinta. Y se nos grabaron para siempre todas esas canciones, gracias a esa tradición familiar que resulta extraña a las visitas: cantar a grito pelado en el coche. Recuerdo a mi hermano Manu dándoselas de que sabía inglés y Santi y yo resignándonos a silbar cuando llegaba el momento en el clásico "Sitting on the dock of the bay". Sin saberlo, me convertí en "My girl", íbamos de las tristes a las más animadas con algún "paparapapá" para imitar el sonido metálico . Y mientras nos escuchaba, el jefe pasaba un brazo hacia atrás para que le "chocara" la mano al tiempo que preguntaba: "Piraña, ¿quién es Otis Redding?" a lo que yo tenía que contestar "Dios cantando".

Y es que Otis, es mucho Otis.

Por eso cuando escucho esas trompetas inconfundibles, me acuerdo de mi padre. Y de mi madre contando la historia de "Agapí". Y de mis hermanos haciéndome el sandwich en el coche. Me acuerdo de cuando era pequeña. Y sin querer, me emociono.

Si hiciese un "Piraña: la película",tengo clara la Banda Sonora Original.