EL MANDO A DISTANCIA


Ayer alrededor de unas cañas y con un partido de fondo que supimos cómo quedó de milagro, la conversación derivó en representaciones varias sobre cómo se comportan los padres con el mando de la televisión. Los hay que permiten el diálogo, los hay que, si los engañas, consigues salirte con la tuya y ver lo que quieras y lo hay, como el señor de gafas oscuras, que son unos tiranos en el sentido amplio de la palabra.

Recuerdo cuando éramos pequeños y estábamos los tres en el salón. Era más pequeño que ahora (porque en cuanto me fui a estudiar fuera mi madre no tardó ni un mes en decidir añadir mi cuarto para conseguir un espacio amplio ahora que sólo iban a vivir allí dos personas en lugar de cinco). Bueno en realidad pequeña era yo. Manu y Santi estaban en esa edad masculina en la que no se sabe muy bien si son niños, si son hombres o si son una pura hormona andante (ahora que lo pienso creo que se quedan en esa etapa para siempre). La cuestión es que eran como que muy pesados. Siempre pegándose, siempre metiéndose el uno con el otro. Las únicas veces que no discutían era cuando hacían frente común para vacilarme a mí. Y entonces yo lloraba y la pobre señora que ya caleteaba desde su rincón del sofá pasaba del "Estaos quieeeeetos!!!" al "Trataos como amigos por favor!" y luego "PARAAAAAD!" "Se lo voy a decir a vuestro padre cuando venga!"

Y ahí parábamos. La recuerdo indignada. "Es increíble, entra él por la puerta y os ponéis como velas y a mí me tomáis por el pito del sereno!" Y era verdad. Pero también lo es que con los años hemos ido valorando más las decisiones coherentes y razonables de mi madre y tomándonos más por el pito del sereno a mi padre. Karma, supongo.

En aquel salón vi E.T. por primera vez. Manu y Santi alucinaban con que no la hubiese visto aún y se quedaron a verla conmigo. También lo hicieron con Mary Poppins. La vi tantas veces que me bajaban el volumen y yo continuaba los diálogos (Calle del Cerezo número 17...) Y cuando me regalaron Peter Pan no dudaron en criticar su acento y los paletones que tenía por dientes. Daba igual. Yo estaba encantada de que estuviésemos todos en el salón viendo una película juntos. 

Porque esto no era lo común. Porque como digo (y no es que tenga algún tipo trauma por ello) el señor de gafas oscuras es el dueño y señor del mando a distancia y se ve lo que él diga. A veces amaga, porque con los años y los nietos se ha vuelto más blandito y, sobre todo cuando están las nueras o visitas delante, dice "no, no...poned lo que queráis" Pero todos sabemos que no. Poco pide este señor en la vida como para no concederle el placer de poner Barça TV justo después de un partido de su equipo del alma. Aunque haya puesto a caer de un burro a todos y cada uno de los jugadores. "Pero papá, esto es en catalán" "Da igual, yo lo entiendo". Yo miro a la señora que calceta, ella pone lo ojos en blanco y continúa jugando al solitario en el iPad. 

Esta es la escena habitual. Esta es la que representaba yo ayer.
El señor de gafas oscuras tumbado en un sofá meditando mientras dicen sandeces en Telecinco, viendo a "lo más bajo de España, esto es lo que somos!" por televisión y riéndose de la condición humana con cada intervención envenenada. O viendo todos y cada uno de los partidos de fútbol que haya (y son muchos, que tenemos el paquete Total del Plus) Pero si es año de Mundial, tranquilos que le vale el Iraq-Uzbequistán tanto como el Panamá-Ecuador. 
Y mi madre en el otro sofá. En su rincón. Jugando a las cartas por Internet, o al backgammon, o al adictivo Candy Crush...a esta señora le va el juego pero tuvo que decirle a mi hermano si era idiota cuando le preguntó asustado si estaba apostando dinero de verdad. A tanto no llega. Aunque lo que más hace en ese rincón es calcetar, claro.

Cuando aún vivía con ellos (es decir, hace mes y medio) escuchaba un "Santiiii!!" seguido de un gruñido típico del señor de gafas oscuras que suena como "GRNá" y de una carcajada. Esto quiere decir que el susodicho había alargado el brazo izquierdo hasta alcanzar la lana con la que mi madre fabrica maravillas para así no dejarle continuar. Un tocahuevos, vamos. 40 años casados y aún le sigue haciendo gracia. 

Otro de los síntomas de 40 años de convivencia se da cuando le recuerdas al otro algo. Claro que si resulta que es porque el señor de gafas oscuras pone el Canal Pesca y la señora que calceta le dice "Santi, este ya lo vimos, ¿no te acuerdas? es el de la lubina en los fiordos noruegos" pues una no puede hacer otra cosa que alucinar, mirarles atónita mientras ellos siguen con su vida en el microcosmos que han creado en ese salón, levantarse e irse a su cuarto pensando que tal vez el amor es eso: ver juntos capítulos repetidos del Canal Pesca.

 

RECOGER LA MESA

El objetivo es claro: Hacer los mínimos movimientos, conseguir la mayor eficacia y superarse cada día en las marcas a la hora de recoger la mesa. 

Y todo parece ir bien. Encestas a la primera los cubiertos en la canastilla sorteando esos agujeros malditos. Consigues meter el plato en el lavavajillas sin sacar el carrito gracias a una torsión de muñeca que ya le gustaría a Tiger Woods. Coges el azúcar mientras que con otra mano alcanzas a las cucharillas de café. Vaya giros! Eso se pudo parecer a una finta? Te replanteas tu carrera en el baloncesto hasta que recuerdas que no eras capaz de botar diez veces sin darte en el pie. La señora que calceta sigue ajena a los acontecimientos. Pobre, no es consciente de estar presenciando un momento histórico.

Ya sólo quedan los vasos. Y como vas sobrada, decides cogerlos todos a la vez. Porque no está el pesado de Manuel para hacerte cualquier comentario acerca de lo osada que estás siendo dado tu historial de torpezas. Te diriges a dar la estocada final. Pero como está siendo una tarde de gloria, quieres coronarla con un gesto que te haga salir por la puerta grande. Tiras el agua de los vasos como quien lanza la carta ganadora sobre el tapete. Con un gesto rápido y mortal. Pero tú, filliña, de rápida y mortal tienes más bien poco. Así que el Karma te castiga haciendo que el líquido elemento rebote contra la tapa de la olla y te empape los pantalones. Y te deje de paso con cara de circunstancia.
La señora que calceta te llama idiota. Lo eres. Y lo sabes.

GAME OVER. 

Esto no queda así. Mañana volveré a intentarlo.

LLEGAR A CASA

Llegar a casa. Eso con lo que sueñas.

Llegar a tu casa y respirar hondo. Ya está.

Cuando vivía con Blanca, intuía cómo le había ido el día según el tono de sus "hola" o el número de cervezas que trajese. Si era una botella de vino es que había mucho que hablar. Alguna vez que celebrar pero la mayoría de las ocasiones era para empezar maldiciendo y acabar riendo. O llorando. O todo a la vez. 

Ahora llego a casa de padres. Son ellos los que me reciben a mí. Nada más sacar la llave de la cerradura y decir "hola..." ya escucho "Qué Piraña, qué?" Entonces sé que se van a levantar. Y mientras el señor de gafas oscuras me persigue por el pasillo con su clásico bucle "Qué! qué! que´! Vives como Dios!" la señora que calceta me comenta sus últimas novedades en esta actividad que tan bien se le da. Yo continúo hacia la última puerta a la derecha, que es donde están todos los cuartos de baño pero en esta casa es mi habitación, aunque la cedo gustosamente a Manu y al packaging de Roque cuando se deciden a bajar desde La Coru. Lo único que quiero es soltar el bolso-maleta. Como si con ese gesto me desprendiese de todo lo malo del día. Ahí se cumple: "ya estoy en casa" Me pongo algo más cómodo (aquí somos de cambiarnos, los hay que aguantan calzados hasta que se van a la cama pero no es el caso), me desplomo sobre la cama y cierro los ojos unos instantes. Entonces oigo a lo lejos que "hay pan!" y los abro de golpe. Llevo soñando con unas tostadas desde que me dejaron en la Plaza de España. Después de ese paseo musical donde no veo tiendas, ni gente. Donde sólo hay un objetivo: "llegar a casa". 

A veces no me da tiempo a llegar a la habitación. A veces mi madre se ha ido a jugar a las cartas (y llegará tarde y mi padre le pondrá el cerrojo) y entonces el señor de gafas oscuras ni si quiera habla. Sólo un "Piraña!" y gestos. Enciende la luz de la cocina y acompaña cada uno de sus movimientos con un gruñido. Primero a la nevera. "Grra!" Eso quiere decir que hay gazpacho. Bien. Luego a la encimera."Grra!" Pan del rico. Bien, después de un durísimo casting hemos dado con el pan definitivo. Otro "Gra!" y descubro un bote gigante de bonito del norte. Toooma! ensaladas premium toda la semana! y rememoro internamente la "Oda al atún" Por último un "Grraaa!" distinto. Qué más puede haber? QUESO! Cualquier queso? No, EL queso. Me mira y con un "Gra!" que significa "Conforme?" vuelve por donde ha venido. A ver el Mundial y a maldecir a Messi por querer estar ahora y no haber aparecido en toda la temporada. Y yo me quedo ahí en medio. Con el bolso-maleta cayéndoseme del hombro, mientras con un brazo cojo gazpacho y con el otro corto pan. Son momentos de felicidad. De picoteo aquí, corto allá. En frío. De pie. Improvisando. Sobre la marcha. Que hay sobras de la comida? pues póngamelas por aquí, oiga, que algo haremos con ellas.
Y mientras piensas "bueno el último trozo" (que siempre es mentira), concluyes que llegar a casa de padres no está tan mal. Y que si el amor se midiese en caprichos culinarios, estos señores te aprecian bastante.

HABLEMOS DE...LOS TAXIS

Lo primero que tengo que dejar claro es que yo soy pro-taxis. 

Aunque hablen de más muchas veces y el sentimiento de timo sea inevitable en ciudades como Madrid, se compensa con los que te ponen musicote cuando lo coges con varias amigas, con los que son simpáticos y están limpios y, sobre todo, con los disgustos que te ahorran.

No sé cómo será la luz que ves cuando sientes la llamada del Señor, pero a mí esa luz verde me parece la mismísima virgen reencarnada (aunque las otras treinta veces que creíste verla, era un semáforo) en las noches de querer cortarse pies y soñar con teletrasnportarse a la cama.

Antes de descubrir los placeres de andar a consecuencia de la desgraciada pérdida de mi moto Jacinta, era taxi para todo. Un día confesé a Blanca entre cañas que por vergüenza llegué a simular alguna cojera antes y después de cogerlo porque llegaba tarde y el trayecto era muy corto. Desde entonces no ha vuelto a verme con los mismos ojos. 

Pero no es mi culpa. Es genético. Tengo un padre que no conduce. 

El señor de gafas oscuras es el máximo abanderado del anticarnetismo, lo cual consiguió que, ante los bufidos de mi madre porque no lo teníamos y ya pasábamos la veintena, desde el sofá de tres plazas siempre se escuchase un "Se puede vivir sin conducir, mírame a mí".

Claro que luego había que oír a la señora que calceta 

No te fastidia, teniendo otro coche en casa también yo! claro, tú es que eres cojonudo machiño...

Cuando me conociste ya estaba sin carnet!, yo no te engañé! 

Parece que a estas alturas de sus vidas lo único que puede separar a mis padres es esta lucha que llevo escuchando desde que tengo uso de razón. Aunque dada la reciente adquisición del permiso de conducción por el último bastión que le quedaba a mi padre en su lado (yo) parece que la García Senra ha ganado la batalla (como siempre, para qué vamos a engañarnos).

Pero lo cierto es que es cojonudo. El otro día sin ir más lejos, un señor le preguntó "Pero cómo?? que no tienes coche??" y otro contestó "Este? Este es un monstruo, no tiene ni carnet!". 

Ante la atónita mirada del primero, el señor de gafas oscuras se vio en la obligación de contar su vida al margen de la ley de circulación (cosa que no le puede gustar más). 

"Porque vamos a ver, de qué me sirve a mí un coche? Eh? El coche es para tarados, hombre!! Yo cojo taxis y soy mucho más feliz. Me recogen en la puerta y me dejan en la puerta. Nada de buscar aparcamiento. Jamás hubo una discusión en mi casa con mi mujer por quién iba a recoger a los niños a un cumpleaños o llevarlos al entrenamiento..."

(Bufido de la señora que calceta)

El señor que seguía sin dar crédito siguió su interrogatorio a este espécimen fantástico de la naturaleza. "Y no llegaste a sacártelo nunca??

"Cuando cumplí 18, mi padre casi me obligó a sacármelo. Esto a mí ya me cabreó bastante porque no lo veía necesario pero aprobé el teórico aquel...era tipo test? ya ni me acuerdo. Cuando llegó el momento de montarme en el coche, un 600 beige, salí en cuesta bien, sin problemas pero al llegar a la rotonda de la Plaza de España se me caló. Y entonces me vi en un momento rodeado de varios seres transformados en bestias, pitando y gritándome con medio cuerpo fuera de la ventanilla. Pensé que eso no era para mí así que me bajé del coche y hasta hoy"

Este dato no está confirmado pero el señor de gafas oscuras da su palabra de honor (y de esto aún conserva bastante, no como el pelo) que el señor este se levantó y le aplaudió.

"Y el tiempo me da la razón Piraña. Tu madre, que es una señora encantadora, se transforma en el coche!! Grita, protesta...mata a viejos!!"

(Berrido de la señora que calceta)

Así que el señor de gafas oscuras va por la vida en taxi y nos inculcó las bondades de este medio de transporte desde pequeños. Pero si hablo de taxis y del jefe, aún a riesgo de estarme extendiendo demasiado, me van a permitir que dedique un recuerdo a Don Enrique Riveiro.

Que quién era Riveiro? Un taxista. Bueno no uno, El taxista que acompañó a mi padre durante veintitantos años. Y la suya, es una historia para contar.

Empezó de forma trágica pues fue quien llevó al señor de gafas oscuras al hospital en el momento en que mi abuelo Florencio entraba en Urgencias para no salir jamás. Y se le olvidó pagar. A los pocos días apareció en el despacho preguntándole por sus suegro y negándose a aceptar el dinero que mi padre recordó que le debía ya que visto el resultado, "Fue una mala carrera"

Desde entonces el jefe podía tener un taxi delante de la puerta que llamaba a Riveiro. Que el avión se retrasaba en Bilbao? "Enrique, ven a buscarme". Que la bis se había quedado en Zaragoza "No te preocupes, ya lo solucioné" "Pero cómo va a atravesar España mi abuela en taxi, si tiene 90 años??" "Pues que le traiga la maleta" El número de su móvil se aprendía como el Padrenuestro por unos adolescentes hermanos y primos "Porque si un día os despertáis en Cuenca, no quiero que me llaméis a mí, llamáis a Riveiro"

Era un tipo entrañable, con un corazón que no le cabía en el pecho y conocido por toda persona de la carretera. Sabía dónde parar a por el mejor queso, a por el mejor chorizo y dónde tomarse la última un martes cualquiera. Tenía una radio por la que todo se contaba y todo se encontraba y era experto en interpretar la cara de perro de mi padre después de un mal día así que "Navegación en silencio no?" "Correcto

Que había juicio en Marín? "Bájame a la niña que la paseo y le compro un helado" y ahí me iba yo encantada con Enrique. Que hay que ir a buscar nosequé y mi madre no podía? Iba Riveiro. Que se compraba un taxi nuevo? Iba a probarlo con el señor de gafas oscuras.

Casualidades de la vida, el jefe y Enrique cumplían el mismo día así que cada 18 de julio le aparecía con pasteles y champán en el trabajo y cada 31 de diciembre se tomaban una copa los dos. Juntos vivieron aventuras y desventuras por España adelante durante todos los años que duró su contrato. Hasta que se fue. Y aunque no se podía fumar en el coche, de vez en cuando le quitaba el cartel para que el jefe echase un cigarro. Y aunque vivieron buenos y malos momentos, Enrique siempre, siempre tenía una sonrisa en la cara al recibirle. Y aunque hace unos años que ya no está, aún nos acordamos todos de él, porque era un personaje. Ambos lo son. Y aunque el jefe es poco dado a las fotos y a los recuerdos, en el despacho tiene una donde está Enrique con su taxi.

Porque aunque yo iba a hablarles de un taxista, en realidad les acabo hablando de una amistad.

 

 

 

OCTUBRE

Empieza  con una visita y acaba conmigo devolviéndola.

No está nada mal para este mes en que el otoño parece no querer empezar, los abrigos siguen en el armario acumulando polvo y en los escaparates siendo ignorados. 

Octubre es el mes en que vuelven los colegios por la tarde y pandillas de adolescentes en masa copan el ancho de las calles con sus mochilas por el culo, sus andares, sus risas y sus gritos. 

La manada se mueve junta y se prometen amistad para siempre al tiempo se insultan gratuitamente y los vaciles continuos al que está al lado son la forma de sobrevivir. En grupo pero solo. Defendiéndote de tu amiga pero sin poder ir al baño sin ella. Todo es fuerte. Todo es muy fuerte. 

Un par de faldas subidas a la salida del colegio con medias de sport caminan delante de mí. Melenas al viento tapando media cara y una confesión. Una pausa dramática en medio de la calle, me tropiezo con ella, mirada de desprecio a mi persona pero dura lo justo para volver al tema. Al tema fuerte. 

Un "Pero-qué-me-esstás-con-tan-do-tíiiiia!??" y una carcajada. La mía.

Fuimos así, supongo. Miramos así y vivimos así. En aquella época de pipas, primeros cigarros, primeras copas y primeros amores y desamores, éramos así.

Octubre es un mes de tránsito. Ya estamos instalados. Volvió la rutina y casi sin querer te tropiezas con un árbol de Navidad. Pero bueno estamos locos o qué? Cada año igual.

Este mes fui a Vigo y comprobé cómo una amistad surgida en un hospital, rodeada de tantos males y penas, puede dar lugar a las mayores carcajadas nunca oídas en el Xeral. 

Muchas veces me lo había contado mi madre, que la gente les decía "vosotras dos, siempre riendo" y esta vez lo comprobé un situ. La excusa, un análisis para ver qué tal trato a mi cuerpo, que los domingos se me queja bastante...el resultado ver a esas dos. A la señora que calceta y a Nany. De la primera ya no puedo decir mucho más, el garciasenrismo corre por sus venas y los residentes del hospital lo sufrían al ir a pedirle un cambio de guardia "pero si hace tres meses que tenéis el calendario, TRES MESES! y me vienes el día anterior? No hay derecho". Pero luego los defiende delante del jefe como si de sus niños se tratase. Nany da unos besos sonoros y unos achuchones que hacen que te quieras quedar ahí para siempre. Y eso que es la encargada de pincharnos! pero ella "siempre con aguja fina" para que no te enteres. Dos amigas y treintaymuchos años de pasillos, contándose penas, riendo, hablando, con cafés y tertulia a ritmo de pacientes y médicos…e hijos y maridos y familia en general. Riendo sin parar. 

Octubre debería saber a castañas, pero la señora castañera con su puesto que huele bien no se dignaba a aparecer. Hasta que un día lo hizo y Blanca vino con dos docenas a casa. Y vino. Vino con vino también. Por si acaso. Y aunque yo siempre le digo "que nooo que me tomé más que tú"  me dejó la última.

Octubre se fue dejando las hojas del árbol de mi ventana teñidas de rojo y una serie de incógnitas por despejar…pero se resolverán en el próximo capítulo.

ES MI MADRE, LA CONSTANTE.

No sé cuantísimas veces habré hablado de mi familia. De mi grandísima familia. Ni cuántas habré nombrado de refilón cómo se mete conmigo y cómo es de list(ill)o Manu o alguna de las cosas que sólo se le pueden ocurrir o suceder a Santi. Creo que son bastantes las ocasiones en que he dado notas, pinceladas, apuntes sobre el personaje que tengo por padre, ese señor de gafas oscuras. Pero haciendo recuento de las entradas le he dedicado a la figura maternal, encuentro que son censurablemente pocas. (hace mucho tiempo y hace bastante tiempo)

Y en un día tan poco original como este quería remendar esta situación (ya, ya...muchos dirán que lo que se hace es "enmendar" pero yo hago un remiendo con este post). Un mal remiendo. En fin, que la señora que calceta cumple años.

Nació en un año muy redondo y hasta aquí puedo leer. Aunque no es de las que le importa decirlo porque sabe que está estupenda y yo pagaba por cómo se dice...envejecer? ay no!...por pasar por los años tan bien como lo ha hecho ella y porque ellos pasen por mí dejando tan sólo ese "yenesecuá" que da la experiencia y una vida plena.

Porque la señora que calceta me lo ha dicho varias veces, la última hace unos días. Mi madre está contenta con su vida, con las decisiones que ha tomado, con compartirlo todo con el jefe y sobre todo, con nosotros.

Y quiénes somos nosotros? Pues dos niños ("los niños") que como le digo ya son mayores y están "encarrilados" y yo, que aún soy una incógnita por despejar. Una piraña que se coló en su vida sin avisar y que fue niña. Tal vez no "esa" niña pero definitivamente, "su" niña. (y ya están los ojos lacrimógenos)

Pero es que estoy lejos. Estoy lejos de casa y de ella. A pesar de mi cara de asombro cuando veo que llevamos 1 hora hablando por el Skype, no llega. Necesito un achcuchón. Uno de esos "masajito, masajito, masajito" que me da por la mañana frotando la espalda para que el duro, durísimo trance que es para mí el despertar se me haga un poco más llevadero. Necesito a mi madre! Como todos, mujer, como todos!

Bueno, pues como decía, la señora que calceta ha pasado por los años...y de qué forma!

La 6ª de 10 hermano, sin padrinos que le mandasen un roscón en Semana Santa, lo que llevaba a mi abuelo a comprarle uno, a pesar de que en esa casa se recibían dos por niño. De adolescente rebelde a "gacela de Riobó" que si había carrera ella iba sin entrenar "y no ganaba...pero quedaba segunda" deportista, inquieta, lista y "demasiado independiente, no se va a casar" según opinaba "la bis". Hasta que se cruzó con un "niño de Dupond" que de decir "y esta quién se cree que es?" pasó a "no sé qué le das a este que cuando te ve se pone a temblar". Pero ella se fue a Londres y escribió cartas y recibió llamadas hasta que en la última decía que volvía y que por favor le hiciesen lentejas. Y tras un noviazgo fugaz, aguante y mantenga usted a este chico que promete y que ya lleva gafas oscuras y patillas. Y trabaje, salga y diviértase como nadie porque a pesar de algún que otro contratiempo, llegarán. Concretamente dos. Y qué seguidos madre mía. Y qué distintos. Y siga su vida con sus trentaitantos creyendo que esto debe ser la vida, familia, amigos, hijos...porque cuando crea que es demasiado mayor (36 que hoy día da la risa) oirá como en altavoces de fondo y sin saber muy bien qué ocurría "Es una niña! es una niña!"

Y da igual que no sea la más femenina del mundo porque juega sola durante muchas horas y no da nada la lata. Y da igual que no sea la más guapa del mundo porque ya te encargarás tú de que vaya de punta en blanco. Y da igual que sea un poco redicha porque con los años se convertirá en tu mejor aliada. Y da igual que repitas que "hacemos de ti un pandero" porque lo cierto es que no hay nada que te guste más que que tus niños estén bien.

Tengo una madre independiente y trabajadora. Interesante, fuerte, sociable, lista como ninguna, pragmática, que arregla las cosas (todas las cosas) y que se ríe mucho. "Porque hay que reírse todo lo que uno pueda en esta vida Carmen"

Tengo una madre con la que discuto sobre la vida, sobre mi vida y me cuenta cómo fue y es la suya. Mi futuro últimamente está en el candelero y ella siempre me anima. Siempre está ahí para decirme que me lance, que escriba y que tengo que acabar en una profesión creativa porque tiene fe ciega en que me va a ir bien. Me consuela cuando lloro y no para hasta que me saca una sonrisa. Aunque sea diciéndome "menos mal que no está aquí tu padre porque te echaba la bronca por ponerte así" pero es que somos de llorar mamá, el mayor y yo, l del medio salió más listo en eso.

Mi madre está siempre ahí. Apoyándome. Como una constante. De hecho es la constante de la familia. La más regular. La persona en quien confiar. Por eso, si algo le pasa, se hunde la casa. Es mi madre, la constante. Como aquel episodio de Lost en el que se decía que "si algo va mal Penny será tu constante". Bien, pues si algo va mal, mi madre es mi constante. Saber que algo no va a cambiar reconforta mucho. Pero a la vez se olvida cuánto cuesta estar siempre ahí para todo, para todos, para lo que necesites...se llega a dar por sentado. Y esto es muy injusto. Tan injusto como que en una entrada que supuestamente tenía que tratar sobre mi madre y nada más que sobre mi madre, no haya podido evitar nombrar a los que dependemos de ella.

La señora que calceta me une a los otros 3 seres con los que comparto sangre. Como un pegamento invisible que no se ve pero sin el cual todo se va al traste. Nos mantiene a todos informados de todo. Y no porque los demás no podamos hacerlo sino porque nos hemos acomodado a ella. A su figura, a su filtro, a su manera de hacer las cosas, de decirlas...a veces típica, la mayor parte del tiempo comprensiva y empática. Y realista, tanto que al decirle la gente "cómo es!" cuando me veían, un bebé lleno de almidón y de lazos, ella respondía "No, no...cómo va!".

No es "una" madre...es MI madre.

Ella pone orden y a pesar de mi cara de "ya lo sé" cuando me explica las cosas más básicas de la vida, es la receta del éxito. Ver y repetir. Y así nos salen ahora de manera natural. Por eso no tenía que pedir permiso para ciertas cosas porque ya sabía que la respuesta era "no", porque no tocaba. Y por eso siempre he podido discutir todo lo que me parecía razonable con mis padres. Ella ha conseguido un diálogo en casa. Porque, admitámoslo, el señor de gafas oscuras muy dialogante en ciertos momentos "no te es". Y yo ahora sólo puedo/debo darle las gracias por todo pero no lo hago lo suficiente.

Hoy la señora que calceta cumple años y aquí he intentado decirle algunas (pocas) de las muchísimas cosas que supone ella para mí. Pero sobre todas destaco que simplemente no sé qué haría(mos) sin ella. Y que no sólo la quiero por todo lo que hace por nosotros, por mí, sino por cómo es en sí misma. Una señora admirable. Un ejemplo y un placer.

Lo sabe su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo y en general todos los que la conocen. Si usted aún no lo ha hecho, aquí se la presento.

"Igualita, ilgualita que ninguna" así fue y será siempre mi madre.

Egoístamente sólo puedo pedir que cumplas muchos más...FELICIDADES!

 

HOY FUI AL BANCO

Y sí. Resulta que la señora que calceta (consciente de mi buena suerte) me manda a la conquista del Imperio británico no con una, ni dos, sino tres tarjetas de débito. Todo para evitar el temido (y ya experimentado en varias ocasiones) "tengo dinero virtual pero no material".

Y entonces? Pues que no importa cuánto te cures en salud, tratándose de mi persona, algo va a pasar.

ANTECEDENTES:

No me quiero extender hablando del hecho de que tenía que pagar el primer trimestre de la residencia y que no me funcionó ninguna de las 2 tarjetas que tengo para ello (una mía con la pasta y otra de mi madre con SU dinero y SOLO para EMERGENCIAS), que la 3ª en discordia estaba pelada y que una transferencia a la desesperada llegó 4 días después (cuando todo había pasado), que mi estómago empezó a atacarme porque me decían (cajeros y cajistas) que no tenía fondos, que yo SÍ que tenía fondos en internet pero NO en los cajeros, que mis uñas fueron cayendo una a una, que la angustia me corroía, que al final después de hacer mil y una operaciones sí que pude ir sacando libras pero "Oh! espera", tenía un límite diario, que el último día para pagar se acercaba peligrosamente, que al final conseguí reunir casi todo el dinero pero que tuve que pedir una parte, que ODIO tener problemas de dinero (sobre todo cuando lo TENGO y NO PUEDO pagar), que todo era una mierda, que me quedé sin ir a Londres por tener que pagar y que al final lo hice en el último minuto (literalmente, llegué a menos 5 a la oficina y cerraban a las 4) y que creía que todos mis problemas se habían solucionado pero...CHAN CHAAAANNN...a mi madre (en la cuenta de EMERGENCIAS) le habían cargado unas retiradas de efectivo que el cajero no es que me rechazase, es que casi me escupe.

Vaya, parece que sí que me extendí.

RESUMIENDO: creía que había robado a la señora que juega al spider de forma enfermiza la nómina sin yo haber visto un chavo. El banco me había vacilado...bueno, a mi madre más.

Y entonces? pues el "Garcíasenrismo" (para los ajenos a mi familia, lo definiríamos como un ser, un estar, un transformarse en una pantera chula, reivindicativa y lercha común en todas mis tías García Senra) se apoderó de la señora que calceta. Y entonces, fuimos al banco.

EL DÍA DE HOY:

La pantera Garciasenrista empezó a atacar YA a la chica que nos daba las indicaciones de a dónde teníamos que dirigir nuestra reclamación. "Por favor, madre, déjeme hablar a mi" (en realidad le llamo mamá y le tuteo, pero estaremos todos de acuerdo en que así mola mucho más)

Por fin, después de sortear a otro señor, mordido por la pantera también, por supuesto, y de esperar un poco, un chico, amablemente nos pide que tomemos asiento.

Y le explico lo ocurrido, interrumpida en más de una ocasión por la pantera indignada a la que habían dejado sin nómina (se puede entender el cabreo no?), mientras el chico amable de Caixanova, (en adelante CAC) empezaba a meter números en la computadora. Algún "quiero el reintegro de mi dinero HOY" y "si no, voy al juzgado" más tarde, CAC seguía imprimiendo y revisando, revisando y CHAS! Descubrió en problema. No le habían robado la nómina a mi madre. Todo era mucho más absurdo y retorcidamente simple de lo que parecía. Muy poca gente lo habría averiguado. Pero CAC era uno de ellos.

Tampoco os voy a aburrir con que los "esto no es culpa de nadie" que la señora que calceta me decía mientras yo agonizaba en Inglaterra eran mentira, porque resultó que la culpa fue de un alguien. Un alguien concreto cuyo nombre pronuncié varias veces en vano. Ese alguien cometió en primero de los muchos errores en cadena que contribuyeron a mi futura úlcera de estómago y reinjertos digitales. Pero lo descubrió CAC, porque CAC es un chico listo (en adelante CALC). Y así se lo dijo la ex-pantera garciasenrista convertida de nuevo en la señora que calceta en su versión más riquiña. Y yo también. Se lo agradeceré eternamente.

CALC demostró su paciencia y buenas formas pero sobre todo su COMPETENCIA. Y veo justo resaltar este dato, porque es tan RARO pero taaaaaaan RARO encontrar alguien competente en trabajos de cara al público, alguien que se pone en tu lugar y que fríamente analiza la situación y realiza bien su trabajo entendiendo que tú puedas estar en llamas, que sólo puedo decirle: BRAVO, CALC, BRA-VO.

Y aún digo más, tuvo el buen humor de hacerle una coña a mi madre cuando nos íbamos diciéndole que finalmente se le reintegrará su dinero sin necesidad de reclamación. Olé.

Hoy fui al banco y un Chico Amable y Listo de Caixanova me solucionó un problema.

Si los bancos tuviesen más CALCs, otro gallo cantaría.