RECOGER LA MESA

El objetivo es claro: Hacer los mínimos movimientos, conseguir la mayor eficacia y superarse cada día en las marcas a la hora de recoger la mesa. 

Y todo parece ir bien. Encestas a la primera los cubiertos en la canastilla sorteando esos agujeros malditos. Consigues meter el plato en el lavavajillas sin sacar el carrito gracias a una torsión de muñeca que ya le gustaría a Tiger Woods. Coges el azúcar mientras que con otra mano alcanzas a las cucharillas de café. Vaya giros! Eso se pudo parecer a una finta? Te replanteas tu carrera en el baloncesto hasta que recuerdas que no eras capaz de botar diez veces sin darte en el pie. La señora que calceta sigue ajena a los acontecimientos. Pobre, no es consciente de estar presenciando un momento histórico.

Ya sólo quedan los vasos. Y como vas sobrada, decides cogerlos todos a la vez. Porque no está el pesado de Manuel para hacerte cualquier comentario acerca de lo osada que estás siendo dado tu historial de torpezas. Te diriges a dar la estocada final. Pero como está siendo una tarde de gloria, quieres coronarla con un gesto que te haga salir por la puerta grande. Tiras el agua de los vasos como quien lanza la carta ganadora sobre el tapete. Con un gesto rápido y mortal. Pero tú, filliña, de rápida y mortal tienes más bien poco. Así que el Karma te castiga haciendo que el líquido elemento rebote contra la tapa de la olla y te empape los pantalones. Y te deje de paso con cara de circunstancia.
La señora que calceta te llama idiota. Lo eres. Y lo sabes.

GAME OVER. 

Esto no queda así. Mañana volveré a intentarlo.