94


De Jaca a San Sebastián pasando por Guernica. Vivió lo que Picasso imaginó aunque según ella el que mejor lo cuenta es Pío Moa. Después una guerra, casi acabar en Rusia como otros tantos niños, ser rescatada en Burdeos y luego Valencia. Esperar un amor durante 3 años que se mantenía vivo por correo. Volvió a por ella y cambiamos los edelweiss del Pirineo por las hortensias gallegas. Primero a Ferrol, luego a Vigo. La casita de Riobó, los veraneos en Corujo. Y uno tras otro fueron llegando hasta completar la decena. Las hijas de Florencio y Nené fueron 8. Y hoy mandan, empujan, ordenan, encuentran, cocinan, solucionan, sueltan barbaridades, hablan mal, compran bien y cuentan puntos de calceta. Todas juntas y hablando a la vez. A los dos varones de vez en cuando les dejan intervenir. Y Nené entre todos ellos. Siempre bien acicalada, no vaya usted a creer. A veces quejándose, otras (cuando no están delante) presumiendo. Y rezando mucho por todos. Sobre todo por esos nietos que de vez en cuando le damos alegrías con bodas, trabajos y bisnietos.

94 años
10 hijos
24 nietos
1 vida

Y menuda vida.

Felicidades abuela! Eres la pera!

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EL DÍA QUE NACISTE (II)

Estábamos teniendo un verano tardío hasta que alguien decidió pinchar la bolsa del cielo y la tuya también. El 6 de octubre llovía y era la fecha que yo había puesto en la porra.

Como todos los nacidos en la era whatsapp (pregúntale a tu padre qué era eso) tu parto fue retransmitido al minuto y en primera persona por el mismo que te firma las notas. Informaba de cada paso. "Pastillas y luego Oxitocina" Busqué lo que era la oxitocina y creo que deberían darnos a todos un poco cada mañana. Como tenemos médicos y madres en la(s) familia(s), en sendos chats contestaban "Ah bueno, venga, ánimo!" "Vais a flipar!" "Vamooos!"

Bueno, antes de seguir hay algo que tengo que decirte. Supongo que a estas alturas, como todos esperamos que seas un chaval bastante listo (o que tu padre te tenga sobreestimulado) ya lo tendrás asimilado, pero Roque...eres coruñés. 
Esto no cambia ni un poco lo que te queremos. De verdad. Lo único por lo que no pasamos es que te hagas de Depor. Dicen que las primeras horas en los bebés marcan mucho así que yo por si acaso ya te susurré unos "Hala Celta!" al oído.

Pero para eso hubo que esperar. Tu abuela toda la mañana igual. "Que no, que esto va para laaargo" Ya no nos pillaban en otra después de lo de Martina. A ella la conoces no? Es tu prima, esa que presume de ser mayor y te mangonea un poco...pero no te dejes eh?
Si con ella aprendimos que 6 centímetros eran pocos, contigo supe que el cuello del útero se borra! Mi madriña!...esto de tener la maternidad tan cerca hace que una la vea cada vez más lejos.

Cuando llegamos tu padre estaba en el sofá cabizbajo. Y si buscases las almas de todos los que estábamos ahí, las encontrarías a ras de suelo. Tu padre es mi hermano mayor. El responsable. El que siempre me cuidó. Al que llamo si tengo dudas. A la persona que más me parezco en el mundo. Discutimos igual, nos molestan las mismas cosas y nos emocionamos igual de rápido. Nos desquicia cuando las cosas no salen como esperamos y somos puro blandiblú. Espero que en eso salgas más a tu madre que ese día fue una auténtica campeona y aguantó que durante 9 meses la llamase "el packaging de Roque". Sólo por esto y por aguantar a tu padre, tiene el cielo ganado.
Pero resulta que mi hermano no estaba en el quirófano, donde él quería. Estaba pasando un mal trago. Y es que dicen que no sabes lo que es el dolor hasta que no eres padre. También dicen que de tal palo tal astilla y así viniste al mundo igual que él. Mi teoría es que fuiste de listillo y quisiste cortar tú el cordón pero te liaste un poco. Bastante de hecho. Y nos diste una historia que contar. La de cómo sonó el teléfono en la habitación y durante unos segundos tus cuatro abuelos, Santi y yo contuvimos la respiración mientras mi hermano contestaba con un hilo de voz. Las palmadas de tu tío en la espalda de tu padre aún enfundado en pijama verde fueron la primera pista. La cara de mi hermano mayor respirando hondo con la voz aún entrecortada y los ojos que lloraban de alivio, la confirmación. Todo estaba bien. Manu es padre. O neno está aquí.

No sé cuántas lágrimas de tensión, de alivio y de alegría hubo en esa habitación. Ni sé cuántos abrazos. Tantos...Somos unos blandos de narices! Aunque luego en seguida nos fuimos a beber unas cervezas a tu salud, faltaría más! Has caído en una familia donde somos de celebrar todo, de decirnos que nos queremos y de piel. 

Y así te vi esa noche. Piel con piel con tu madre.
No había un lugar en el mundo mejor para estar.

Al día siguiente pude cogerte en colo y comprobar lo pequeño que eras. Y no me cansé de mirarte y de palpar esa piel de melocotón que sólo tenéis los recién llegados.
Pero con mucho pesar llegó el momento de poner rumbo a Vigo donde esperaba la rutina. Aunque, en realidad, en aquel 2014 todo era bastante caos.

Al acabar de un día largo, de noticias y emociones me senté a pensar en todas las cosas que aún tenía por hacer. (Algo bastante típico de los mayores, a ti también te tocará) Y entre tanto pensar al final concluí que la vida es esto, supongo. Ya sé que para ti ahora mismo sólo es comer, dormir, llorar y evacuar, pero cuando crezcas habrá días en los que quieras matar. Otros querrás gritar y mandarlo todo al carallo. Momentos en que reirás con unas cañas entre amigos y otros sufrirás porque ha perdido el Celta (sí, sí, el Celta). A ratos querrás volver a llorar desconsoladamente como haces ahora. Y otros en cambio se te saltarán las lágrimas por un chiste malo. Te agobiarás por la falta de trabajo o por tener demasiado. Por no saber a dónde vas ni de dónde vienes o porque no tienes un minuto para pensar pero deberás acordarte de comprar papel higiénico y algo de fruta para engañar. Querrás saltar a veces y esconderte otras. Porque la vida es todas esas cosas. Caer, escalar, resbalar y seguir. Y querer controlar el tiempo. A veces por bien y a veces por mal. Pero no podrás.

Y sólo en contadas ocasiones (si no sería todo demasiado intenso), la vida es darse cuenta de lo que es la vida. Reflexionar sobre todas estas cosas para acabar reparando en ese ser diminuto que eres tú, que acabas aterrizar en este circo y menuda aventura te espera.
Y entonces la vida es querer (mucho), es poder (claro!) y es, sobre todo, reír.
Y esto último, Roque, es lo que más hay que hacer. 

Así que en resumidas cuentas, querido sobrino, la vida es la leche.
No me creo la "suerte que he tenido de llegarte a conocer...porque Uhh neno, vas a ser una Roque & Roll Star"
Y yo estaré ahí para verlo.

Gracias por ser. 

PD Aunque te dije antes que lo único por lo que no paso es que te hagas del Depor...me temo que aunque así sea, te querré igual.

 

FLORENCIO GARCÍA DE LA RIVA. EL GARCÍA ORIGINAL.

A él tampoco le gustaba la comida caliente. Decía que le ponían trampas. Por eso, como yo, prefería la merluza rebozada fría. Y si alguien tiraba una copa en la mesa, cosa habitual en su casa que se sentaban cada día 17, automáticamente él tiraba la suya porque decía que también tenía derecho. Florencio era solidario con los torpes así que supongo que nos habríamos entendido.

Un contador de historias genial que, como siempre dice la señora que calceta, daba igual que le hubieses escuchado la anécdota 50 veces, te volvía a enamorar. Cuenta también que nadie heredó ese don. Que a veces le recuerda a Santiaguito, como le llamaba hasta que se convirtió en padre, aunque yo creo que lo de mi hermano es más jeta que otra cosa. 

Pero es que este hombre historias tenía muchas. Algunas narradas en esas cartas que durante tres años escribió a la abuela antes de casarse. Y la bis le decía que se olvidase de él, que no iba a volver. Pero regresó a por ella. Una guerra no es suficiente para parar a un titán como este.

Porque era un señor imponente. Un dandi del que Nené sigue presumiendo y a la mínima oportunidad saca su foto de la cartera. Con esos ojos. Una mirada que, según cuentan, te atravesaba. Mirada limpia para un hombre de ideas fijas pero con una visión de conjunto que le llevó a entenderse siempre con unos y otros. Así salían los que le iban a pedir un aumento contando "Díxome o de sempre pero eu marcho contento". Y blanco se quedó algún que otro directivo alemán cuando el agradecimiento por comprarle unos motores fue directo a rebajar el precio y no a su bolsillo. Hacía barcos, era un hombre honrado y trabajador. Y a los de esta clase, por mucho que se empeñen en hacernos creer lo contrario, les suele ir bien en la vida. Aunque ésta sea tan corta como fue la de Florencio. 

Tenía su genio pero lo combinaba con un humor particular que le llevó a pasearse por todo Corujo con una peluca afro bajo la advertencia de que no quería ni una risa, que iba muy en serio. Jugando al dominó, visitando a un amigo enfermo...claro que en el momento en que se rascó la cabeza el pobre convaleciente no pudo aguantar y estalló en una sonora carcajada. O aquella anécdota bastante escatológica cuando, en la ópera de Estocolmo, fue al baño y al ver que sus dos vecinos de urinario soltaron sendas flatulencias, a cada cual más grave, él hizo lo propio pero "de trompetilla". Después de aquel derroche de poderío, ambos le miraron y asintieron presentándole sus respetos. Había ganado. Nunca sabremos si esta historia es cierta o no. Pero cada vez que la contaba volvía a ganarse al público.

El dueño de una casa con demasiadas mujeres y a cuyos yernos supo apreciar y querer a golpe de "Cuídamela, cuídamela" cuando las entregaba en el altar. Pero el día anterior no dejó que mi madre saliese a cenar con el que en 24 horas sería su marido. Era así. Su casa, sus normas. 

El jefe aún recuerda sus días de pesca. Como hombre tranquilo que era, no le importó echarse una siesta cuando una niebla terrible los invadió y los dejó a la deriva en alta mar. "Florencio dónde estás" "Si supiese dónde estoy no estaría perdido!!" Todos los coches en tierra con las luces encendidas apuntando al mar y la señora que calceta preocupada. El señor de gafas oscuras, un chavalín de 26 años, pálido mientras su suegro dormía en popa. 

Vigués de pura cepa, decía que "si quiere pasar un invierno agradable, veranee en La Coruña". Y mejor que no le dirigieses la palabra cuando perdía el Celta. Bueno, aunque quisieras no podrías porque se iba directo a la cama. Figúrense el honor de ver jugar a su hijo en primera división vistiendo de celeste. O a su hija de base en la selección española de baloncesto. Menuda estirpe de deportistas. Seguramente estaría muy orgulloso de saber que muchos de sus nietos han seguido estos pasos atléticos. Concretamente yo no. Pero muchos.

Aunque seguramente estaría aún más feliz de saber lo bien que nos va. Las alegrías que nos llevamos cuando nos encontramos aunque sea de noche en noche y de fiesta en fiesta. La actividad frenética de ese chat en el que estamos una buena parte de sus descendientes. Todos juntos. Riendo sin parar, animando, felicitando y ayudando en lo que se puede. Ese batiburrillo de Garcías da para mucho. 

Te habría encantado verlo.

A mí me habría encantado poder hacer alguna reunión en Riobó. Me habría encantado que conocieses a todos tus bisnietos. Me habría encantado que me contases las anécdotas una y otra vez porque con mi mala memoria, siempre serían nuevas. Me habría encantado ir contigo al Celta. Me habría encantado hablar contigo y decirte lo grande que eres. Me habría encantado porque creo que fuiste un personaje digno de conocer. No a cualquiera le cierran una juguetería para comprar los 100 regalos de Reyes para sus 10 hijos. No a cualquiera se le sigue recordando como se te recuerda a ti. Porque aunque te fuiste pronto, dejaste huella en este Vigo tan tuyo que hoy sigue siendo nuestro.

Me habría encantado abrazarte y llamarte abuelo.

Te encontré en una carpeta y me quedé contigo.
Y te parecerá increíble pero te echo de menos sin haberte conocido.

Texto de Manu Orío. 

Texto de Manu Orío. 


AGOSTO



Se acabó agosto y se acabó el verano. Porque agosto es el verano.

Agosto es ir a Baiona y no volver a Vigo para nada. Veranear a 20 minutos de casa puede parecer una tontería, pero cuando cuando entras en ese pueblo, cuando divisas el paseo con las banderas, los barcos y el castillo, a todo el que conoce Baiona "la Real" le cambia la cara.

Baiona es ir en bici y disfrutar de ese momento del que tantas veces has oído hablar a la señora que calceta "Baiona a esta hora es delicioso" y tú, aunque ya habías estado despierta a esas horas de la mañana, era para volver a casa con la vista y la mente algo nublada. Este verano entendiste a qué se refería. Cuando el resto del mundo aún remolonea en la cama, tú ya veías cómo las excavadoras pisan la arena preparando la playa para otro día más de sol (cuántos este año!) Y aunque tú te ibas a trabajar, hacerlo en casa de la tía Toya con esas vistas y un despacho de lujo para ti, es otro cantar.
Baiona es ir en bici y que tu amiga Marta te venga a buscar al portal en la misma que utilizaba cuando teníamos 10 años para dar un paseo como solíamos hacer a esa edad...sólo que ahora nuestros padres nos dejan ir hasta más allá del parque de la Palma, así que llegamos a cabo Estai. Y ya sé que no es Finisterre pero a mí me lo parece. Porque dejas las Cíes atrás y piensas que un poquito más allá está América. Y como yo soy una cagada, le digo al jefe del pelotón que relaje, que luego hay que volver. Como cuando vas muy lejos, a "lo hondo" en el mar y te entra el miedito porque no sabes qué hay por ahí abajo en "lo negro" y empiezas a ver a la gente muy pequeñita en la playa...pues igual. Además tengo la intención de volver sin utilizar el motor de la bici eléctrica-ultra-molona que el señor de gafas oscuras tuvo a bien regalarnos este verano. Y lo consigo. Y me merezco un chocolate con churros, pero tengo cena.

Cena tras cena. Eso es agosto. Cenas de bienvenida, y entre "hasta cuándo os quedáis" y "madre mía cómo han crecido los niños!", entre copas en el Capitán, aperitivos, cañas, excursiones y alguna que otra "noche de los tristes" llegan las cenas de despedida. Con los de siempre. Con los de mi pandilla de la playa, con los de la pandilla de los medianos y la de los mayores para los que siempre fui Carmencita y que ahora me aceptan como una más.
Los de siempre crecen y se multiplican. Y así la Barbeira (más conocida como "la playa del Parador") ve cómo sus rocas son pobladas por niños de la 4ª generación de Brandones en busca de cangrejos.
Baiona es un pueblo con 6 playas. Se pongan como se pongan los de enfrente...vale que no son comparables a la de Playa América o Patos...pero son 6! todas diferentes y cada una con su baño y su agua.

Pero los Brandón somos de la Barbeira. Nos colocábamos en las últimas rocas del principio de la playa (hablo de principio y final de una playa que no debe medir más de 150 metros) Y ahí bajaba la gran abuela Pita, matriarca y señora todos los días esquivando obstáculos con un andar de dignidad infinita.

Ay Pita! cómo se te extraña. Baiona eres tú. Y es que sigamos diciendo que "voy a casa de la abuela" aunque ya no estés y el testigo de anfitrión lo haya recogido el señor de gafas oscuras, quien prometió que siempre habría queso, lomo, jamón, vino y pan caliente y cumplió su palabra. Bravo!

Baiona es ese jardincito que tanto vale para una paella de 20, un desayuno de 15 con varios turnos y varias cafeteras hasta que alguien dice "que me tengo que ir a hacer la comida!" o para un cocido de 30 en pleno agosto. Incluso para las partidas de burraco diarias hasta que se hace de noche con el jefe pululando y rosmando "cuánto vicio Dios mío!"
Baiona son mis tíos, mis primos y mis sobrinos. Es esa casa de la abuela en la que cabemos todos aunque haya que apretarse. En la que vienen a dormir todos y a mí me toca sofá. Es lo divertido.

Agosto son 15 días de estrés vacacional. De playa, ducha y salir otra vez. De planes. Tantos planes! Demasiados planes. Luego llegan los 15 últimos días donde todo se relaja. Donde los de siempre, esos a los que sólo ves esa quincena pero con los que recargas pilas para todo el año, vuelven a sus vidas soñando con el año que viene. Agosto es exprimir sus 15 primeros días y disfrutar hasta el final. Hasta que los días se van acortando. Hasta que la luz de septiembre que tanto gusta al señor de gafas oscuras, va ganando terreno. Hasta que un sentimiento de melancolía te atrapa porque ya, parece que sí, que es verdad... se acabó agosto.

Pero lo hace dejando momentos para el recuerdo. Como la inevitable sonrisa al escuchar una y otra vez las típicas frases baionesas: "esto abre" "los barcos apuntan al sur, malo" "el agua está buenísima" "yo creo que un poco más fresquita que ayer" o la clásica tortura del jefe y su "A forrar los libros!" recordándonos que "la vida no es esto" Ya sabemos que la vida no es esto...pero esto es vida.

Te sorprendes hablando un día con los que quedabas "a las 5 en Camy", recordando cuando el parque de la Palma era de cemento y los columpios de hierro, la mítica cafetería Atlanta, donde, cuando no había móviles, sabías que tus padres estarían por si querías dinero para tomar un helado de la Gamela. Recuerdas cuando jugabais a polis y cacos en el Club de Yates y los porteros os reñían, cuando no os dejaban entrar en el Persígueme Rodríguez, recuerdas cómo tenían que convencer a la señora que calceta para que te dejase salir con ellos porque siempre fuiste la pequeña...Entonces piensas que te pareces a tu padre cuando cuenta cómo había que ir a la Barbeira en barco y para ahorrarse el dinero iba con los tenis en la boca. Cuando habla de una Baiona con tres casas, cinco familias y un muro en el que comer pipas. Pero es que Baiona es que es un pueblo en el que tengo recuerdos desde siempre.
Porque si alguien puede decir que es de Baiona soy yo. Lo soy de desde hace 26 veranos, mi padre desde hace 64, mi abuela Pita lo fue toda su vida y su madre nació en este pueblo donde arrivó la Pinta allá por el 1493 y que fue en su día mucho más grande que Vigo...y su casco vello así lo confirma. Y aunque no seas de Baiona, te haces. Que se lo pregunten a la señora que calceta, una de Corujo que se convirtió en baionesa y que según mi padre conoce a más gente que él.

Agosto es ver la silueta de las Cíes entre naranjas, rojos amarillos y violetas. Ver al Sol caer entre las islas cada día un poquito más a la izquierda. Es decir adiós al día mucho más tarde que el resto de la península, sabernos unos privilegiados y que alguien suelte el clásico "no sabemos lo que tenemos". Pero la verdad es que no nos lo creemos.

Agosto es un mes para disfrutar. Y yo este verano lo he hecho. Son noches, lugares y momentos. Estar en casa, salir y no entrar, no parar, descansar, leer, hablar, reír, tomar unas cañas, reunirte con la familia, con los amigos, playa con niños, playa con amigas, que un día llueva y al siguiente salga el Sol. Agosto es tomarse un helado de yogur y limón. Son baños infinitos en aguas que podrían ser el Caribe si no fuese por la temperatura. Agosto es disfrutar.

Agosto es verano, verano es Baiona...y Baiona "es bien"

DE PUENTE A PUENTE Y SIGO PORQUE ME LLEVA LA CORRIENTE

Me ha vuelto a pasar. Me he vuelto a quedar petrificada en la butaca. Un ligero gusanillo que recorre mi cuerpo cuando sube el volumen y suenan esas músicas de anuncios conocidos. Y esas pequeñas píldoras que largometrajes que te dicen que tienes que volver a pesar del precio. Y muévete hacia delante en la butaca, para estar más cerca de esa pantalla en la que pareces sumergirte. Ríe y emociónate. Sal del cine pensando que merece siempre la pena, que Viva el Cine!...y que vivan los domingos con la tía Guada.

Porque te invita a comer y a un café y charlas y le cuentas que has vuelto a Madrid...que ella nunca se fue y siempre estuvo ahí, durante la carrera, para sacarte de la rutina y decirte "pide algo de carne que seguro que estás comiendo fatal", para contarte novedades de la familia y sí, esta vez, para emocionaros una vez más recordando a la abuela...pero es que la sombra de Pita es muy larga.

Y aunque le dices que no se preocupe, que te llame en cuanto se despierte que no crees que vayas a salir, es una mentira (piadosa). Lo sabías cuando lo dijiste y lo confirmaste en el momento en que te escribieron que vendrían por tu barrio a tomar algo. Pero noches que no parecen y al final son, bienvenidas sean. Y más si se vuelve a jugar al futbolín (aunque no sean los del Sport, en Baiona, donde se pasaban las tardes de 25 en 25 ptas) si se junta a amigos y se acaba en la sala Sol donde los defectos son menos por efecto de la luz roja...y de algún que otro líquido supongo.

Luego resulta que es lunes con sabor a viernes. Que este es un puente muy largo pero sigues teniendo mucho, muchísimo que hacer y aún no te has puesto. Porque hay series muy buenas que ver y conversaciones delirantes que atender en chats de grupos en los que se comentan noches y se pierde el tiempo...pero ya va siendo hora. Enciendes el flexo que parece de Pixar y da luz a tu zulo que de gris pasa a tener un toque de amarillo, desbordas peligrosamente la bolsa de la ropa sucia pero es que hay cola en la lavadora...pones un poco de orden en tu cuarto y por extensión en tu vida. Consultas horarios, haces listas de quehaceres (qué te gusta a ti una lista...) pones música y empiezas. O haces que empiezas. Miras por la ventana cómo cae la lluvia de esta primavera invernal que parece anunciada por los Stark y te obliga a dormir con sudadera. Dejas a un lado el ordenador. Observas. No sabes muy bien por dónde empezar (como casi siempre). Entonces escribes "cuando no sepas qué hacer coge lápiz y papel".

Pues por ahí. Continuamos para Bingo.

No vale Remolino. No paso por debajo de la mesa.

TODO SOBRE MI ABUELA

Así titulé un escrito hace 8 años cuando, contra tu voluntad, te volviste dependiente de la silla y de tus hijos y en él describía cómo gracias a esa misma voluntad lo supiste llevar como nadie.

Debe ser duro, para alguien a quien recuerdo con un estilo impecable, en tacones, labios de rojo y falda planchada antes de salir, enfrentarse a esa nueva etapa en la vida cuando estaba ya tan avanzada. Pero es que tú querías vivir. Y querías vernos. Y así lo hiciste. Seguiste presenciando cómo nos multiplicamos, cómo festejamos cualquier ocasión y cómo nos reunimos bajo cualquier pretexto con el sello de la casa, alrededor de una mesa llena de comida, para acabar discutiendo y cantando entre pitillos, cafés y cartas. Como a ti te gusta.

Pocas personas conozco que hayan dado tanto ejemplo como tú. Sí, tú. Más lista que Gil Robles, aleccionando con tu saber estar, con tu saber hacer, dejando que los demás vivan su vida pero preocupándote por todo y por todos. Cuidándonos hasta el final. Regalándonos conversación, anécdotas y esa carcajada tan tuya que nos lleva a nietos e hijos, como bien te cantábamos  hace unos cuantos años, a "ir presumiendo de ser Brandón"

Pues claro que presumo de abuela. Y lo haré siempre. Porque es mucho lo que conseguiste y mucho lo que nos diste. Me diste a mi familia. A esa gran familia con la que comparto muchos de los mejores momentos de mi vida. Conseguiste un núcleo sólido. Una máquina engrasada compuesta por piezas muy diferentes pero fundamentales todas ellas. Desde aquí quiero asegurarte que va a seguir funcionando, aunque nos faltes. Aunque tú ya no estés, te recordaremos como lo que fuiste toda tu vida: una madre, una abuela, una señora y por encima de todo, una persona extraordinaria.

Nos enseñaste a disfrutar de la vida porque es, como le dijiste a mi padre y este me repite siempre que tiene ocasión, la mayor aventura que le puede suceder a un ser humano.

Yo firmaba por una como la tuya.

Sólo me queda darte gracias abuela Pita. Gracias por los desayunos en Baiona, por los fines de año, por tus hijos, nietos y bisnietos. Gracias por recordarme cómo era el abuelo, por darnos dinero a escondidas, por hacer de García Barbón 52 la casa de todos. Gracias por las partidas de mus, por los merengues, por tu generosidad infinita. Por hacer que cada acontecimiento fuese especial, por tu mal comer, por tus cigarrillos BN, por tu gusto por los detalles. Gracias por ser "la Jefa", por hacer las cosas bien incluso cuando todo va mal. Por alegrarnos la vida. Por enseñarnos tanto. Por estos 25 años contigo que se me han hecho cortos, pero tú también te mereces un descanso. Gracias en mayúsculas por tu humor, ese que te acompañó hasta el final. Gracias por ser como fuiste y por hacernos la vida mejor a los de alrededor.

Gracias por todo abuela, sé que lo hiciste encantada...te vamos a echar muchísimo de menos.

LA CASA DE TODOS

Me di una vuelta por el 52 de García Barbón donde al llamar por el telefonillo tienes que identificarte con apellido. Estaba casi vacía y en semipenumbra pero al mirar hacia el cuarto azul tuve que entornar los ojos pues la ventana estaba abierta y dejaba pasar la luz hasta el pasillo, campo de fútbol y circuito de carreras donde tantas medias rompí, donde cabíamos hasta 6 jugando y parecía no tener fin. Con todos esos armarios alrededor que guardan tesoros y reliquias. Desde platos y manteles hasta vestidos que hoy son retro y que primas, tías y cuñadas lucieron alguna vez. Y allí están todas esas fotos pegadas como si de taquillas de instituto se tratase, con las que un día exclamé "Este es mi padre?" al ver a un niño con pelo disparado y traje de baño apretado "Era la última moda" me espetó alguna de mis tías. Pero no hay defensa para esos moños, lo siento, ni esos vestidos, ni algún que otro retrato navideño cual familia Adams. Abrimos otra puerta y llega el color, las hombreras, los peinados, embarazos, muchos niños que yo no conocí, el abuelo, que tampoco, bocatas en la playa, partidas de cartas, primeros de año, ahora primas, luego primos, venga los políticos, ni arrugas, ni canas...

Llego a la mesa del pasillo, que me enseñó a jugar al Rammy y presidiéndola encuentro un cuadro de mis 16 años y allí arriba otro de mis 12. Las manzanas eran lo mío. El teléfono! cuántas felicitaciones de políticos a sus familias, a hijos, hermanos y primos en la distancia. De novias a novios, de mí misma a mi amiga Marta en Fin de año. Ah! y el cuadro de "la Habanera de Pita" regalo de nietos a una abuela octogenaria en el 97 que no puedo evitar volver a leer con gran énfasis en el "Nietos e hijos hinchan el pecho, van presumiendo de ser Brandón" ...y pensar que lo hicieron mi hermano y primas mayores cuando estudiaban los primeros años en Santiago.

Me asomo por la cocina. A la izquierda el cuarto donde 2 coruñesas y 2 santanderinas en pijama se ponían al día sobre odios y amores adolescentes. A la derecha, Aja! ahí están. Los pasteles que no falten. Huele rico. Hay consomé que te reconstruye aunque estés a pedazos de la noche anterior. Viva! Y mis tías pululando, de un lado a otro: corta, limpia, prepara, lleva...Son 3 pero parecen 10. Me voy, luego, cuando recojamos, seremos 10 que abultaremos como 20.

El hall acoge cada año el árbol con bolas rojas que poco a poco va ganando regalos hasta el día 31, cuando se convierte en testigo del amigo invisible, de los cánticos, los tooongos, los "Qué será, será", los "Lo puedes cambiar" y más de una vespa que también ha pasado por ahí.

Paso a los salones donde cuelgan los cuadros de unos señores que debieron ser el germen de lo que hoy pasa por delante de sus ojos pero que yo no conozco de nada y, aún diré más, me dan bastante miedo. Se me hace raro ver esas estancias tan vacías. Lo normal es que haya varios grupos con tertulias en marcha y tú decidas quedarte en la que más te convenga. Hasta que aparece un melenudo con su guitarra a animar el cotarro. De pronto reparo en la mesa donde están ellas. No pueden faltar en ninguna casa de abuela que se precie: las fotos de primera comunión. Qué monos, qué cariñas, qué engaño. Y más fotos...que si un licenciado, una viajera, uno en la mili, bodas con patillas, con gafas de sol, con edades próximas a la mía...

"Carmeeeen nos vamos" me giro y ahí está el cuadro que me inquieta y encanta desde pequeña. Es una niña con un turbante y una mirada penetrante. Me lo pedí en herencia hace años pero no veo mucho movimiento al respecto. Me tropiezo con la alfombra a la que tantas veces me relegaron por ser la pequeña. Una simple mirada o un "Carmen, al suelo" bastaba para dejar el comodísimo sofá orejero a un ser superior. Al jefe o a otro de tantos. En la cadena de mando no estoy muy bien situada.

Que el tiempo pasa ya lo sé yo, pero esta casa parece recordármelo en cada rincón. Ya en el salón la mesa principal tan necesaria y tan llena de comida y de gente siempre, el carrito del café en el que sólo reparo en Navidad pues es el lugar de postres y turrones. Los sofás donde todos hemos echado una cabezada pero donde lo de roncar hasta hacerse oír por encima de gritos y televisión es un lujo reservado para muy pocos. La mesa con la colección de pisapapeles que parece increíble que haya sobrevivido a los juegos de niños de 3 generaciones...y esa estantería con...más fotos!! Fotos sin coherencia, de todos, de ninguno, actuales y de antes, de los nuevos con los que nos babamos...Van poblando el mueble porque alguien las deja un día y ahí se quedan. También hay papeles antiguos, con letras antiguas y nombres antiguos, libros de texto con anotaciones que al mostrárselas al propietario, se quita las gafas, lee y sonríe. Y un rincón para orígenes de nuevas familias. Retratos, ya en color, de las nuevas bodas. Aquí soy yo la que sonrío pensando en lo bien que lo pasé en cada una de ellas y en lo bien que se han escogido las nuevas adquisiciones.

"Carmeeen vaaamos!!" "Vooooy" Nos vamos a tomar el aperitivo que es una costumbre muy sana. Salimos por la puerta 4. Volveremos a comer 19. Ya sabía yo que verla tan vacía no iba a durar mucho.

BACK (ANCES)

Es raro.

Vuelvo o estoy de paso?

No me gusta estar a medias. Echando de menos aquello, acostumbrándome a esto.

Luego me lamentaré por tener que volver...

Quiero estar ya al ritmo del verano (y al ritmoooo...ritmo de la noche...) Ver a la gente y desconectar.

Toca visita a las abuelas.