UNA CAÑA AL AIRE.

Haga ejercicio, coma sano y váyase de cañas al menos una vez a la semana.

Las cañas entre semana deberían ir con prescripción médica. 

La primera puede que te cueste. Unas caña? sí? Pero es tarde no? Y mañana tengo que hacer cosas. Es que nos sabes qué día...porque mi jefe...y con este qué tal?...es que todo es un asco...y el trabajo?...Y esta peña que se casa? Eh? qué pasa con esta gente? Aunque si has dado con un grupo de gente como el mío, donde el autoengaño no ha lugar, no habrá dudas a la hora de pedir: cañas para todas, puesta al día y despotrique.

Con la segunda parece que los músculos se destensan. Todo se ve mejor con dos cañas. Al igual que todo se hace peor con varias copas encima, sobre todo si hay un teléfono de por medio...Pero dos cañas? Dos inofensivas cañas? Perfecto. Hablar y relativizar. La vida no es tan horrible. Estamos mejor y nos creemos mejores. Con dos cañas todo se puede. Hasta pedir Otra no?

Y es aquí, con la tercera, cuando surgen esas idea geniales en las que crees que tienes la clave. Pero no lo veis? En serio? Es en la tercera caña cuando los decibelios empiezan a subir. Cuando te parece muy, muy factible lo de montar un bar con tus amigos. Cuando el mundo se arregla a base de "Es que no puede ser" "Así nos va" "Pero saldremos, hombre, cómo no vamos a hacerlo" "Porque la vida es mucho más, la vida es esto!" Es en la tercera caña cuando vuelven a contarse las anécdotas que todos conocemos. Y es en la tercera caña cuando se conoce a la gente del trabajo. Antes no.

Con cañas todo se puede. Todo se puede ir de las manos también. Porque a estas alturas estás rozando el límite de la caña puente. Esa caña milagrosa que te lleva a decir "Qué narices!" y te catapulta un martes cualquiera a acabar hablando con completos desconocidos en la barra de un bar. Esa caña con la que un mano a mano inofensivo se convierte en un mano a mano decisivo, clave, forjador de amistades y desenterrador de verdades. 

Mucho le debemos a las cañas.

Incluso cuando sólo son una o dos. No hace falta más para volver a casa menos defraudado con el mundo. Las cañas entre semana te hacen sentir un poco malvado. Sabes que no deberías tomarte más de una pero vas a hacerlo igual. Sabes que mañana te vas a arrepentir pero es problema de tu yo de mañana. Porque "Me la merezco", porque "La necesitaba" y como al día siguiente todo volverá a empezar, intentas alargar este momento de felicidad. Porque mañana Dios o el despertador dirá, pero hoy póngame una más. 

Las cañas con todo el mundo bien pero si son con amigos mejor. Con esos que no ves mucho y por lo tanto son "Cañas qué tal" o con esos con los que comentas cada paso de tu vida en esos chats multidisciplinares que tanto valen para planear un regalo, una despedida de soltera (la tuya no, no flipes, que ya está decidido que va a ser en La Cañiza) como para mandar fotos de Julio Iglesias. Esas son cañas "Tell me more". Porque ya lo sabemos todo pero tengo que verte y que me lo vuelvas a contar.

Hace algún tiempo, en un viaje muy divertido a Lisboa, en una noche que acabó de día (Moi Bem), se llegó a una conclusión vital y definitiva. Y es que "Siempre voy a querer una caña más". Por lo tanto cuando ves que tu interlocutora desvía la vista un momento, sabes que es porque va a la procura de más líquido dorado para ambas. No hace falta preguntar. Ves ese "Dos" en sus labios mudos que se dirigen al camarero que nos acabará odiando o queriendo mucho y comprendes que no hay vuelta atrás. 

Las cañas a una determinada edad puede que se conviertan en esos cafés que toman las madres para ponerse al día. O si se vieron ayer, para contarse cómo les fue el resto día. Pero es probable que en nuestro caso sigan siendo cañas.

Yo digo que SI a las cañas entre semana. Para dosificar. Para ir acostumbrando el cuerpo. Si no llegamos al viernes y nos atragantamos con tanto ocio que nos viene de repente. Por lo tanto:

Entre semana tomamos unas cañas

Y si no puedes, pues te apañas

El trabajo y la vida pueden no ir muy allá

Pero siempre hay algo que no fallará

Unas cervezas en buena compañía

Y volverá la sonrisa que antes no tenías

Plan a prueba de crisis, 5 euros aproximadamente

Pero no te preocupes, que invito yo a la siguiente

Y esto lo escribo después de tomarme alguna que otra así que puede que se note que todo fluye mejor aunque la coherencia sea menor y mañana todo vaya a peor.

Pero si algún consejo puedo dar en esta vida es que la próxima vez que se encuentre cansado, con ganas de matar, de morir, o simplemente de tirarse en el sofá y no hablar con nadie porque el mundo es un asco, piense en todas las cosas que se está perdiendo. Piense en lo fácil que es sentirse mejor. Y a la pregunta: ¿Una caña? responda con rotundidad: Sí. Claro!

Siempre.

12 A.

A veces se superan las expectativas. La fiesta de la que llevábamos hablando durante meses, por la que mi madre hizo sus listas (jabón, carnes, tortillas, papel higiénico…) y yo las mías (gente, más gente, botellas, gominolas, carteles…) fue una de esas ocasiones.

Luego lo pienso y es lógico. Reunir a tanta gente tan guay en tan reducido espacio, tiene unas consecuencias desastrosamente buenas. Traer a un tipo con su guitarra, su voz de Sabina y sus "no me importa, coged el micrófono y cantad lo que queráis" y rodearlo de gente con muy poca vergüenza (yo la primera), pues también tiene consecuencias...desastrosas, a secas.

Yo no pude pedir más. Hice alguna ronda a eso de las 12 y vi muchas risas. Hice lo mismo a eso de las 2:30 y vi esas mismas risas, mezcladas y agitadas. Un perfecto cocktail. Eso fue. Gente de un lado y de otro me resaltaron sobre todo el buenrollo que se respiraba. Y qué cursi queda esto. Qué hippy (o qué 15 M? que ya no sé cómo se dice ahora)…pero eso es lo que fue, una fiesta de buen rollo. 

Yo me emocioné. Él se rió. El otro cantó. Ella bailó. Nosotros bebimos. Vosotros vinisteis. Ellos se sorprendieron. Quiénes? el señor de gafas oscuras y la señora que calceta. Por qué? pues por lo digna que había quedado la casa. Aún por encima todos recogiendo y dirigiéndose a la salida como si de un simulacro de incendio en el colegio se tratase…sin prisa y entre risas.

Aquí una muestra de una entrada de este blog en papel a modo de "fotocol" patrocinado por los que pagan el evento, es decir, los que pagan a mis padres y colaborando mi actual "jefe":

Y entre carteles absurdos, colas en el baño, concurso de chistes y botellas que se iban vaciando, transcurrió una teórica "primera copa" que se convirtió en varias. Y antes de darme cuenta, se había terminado. Primero se apagó la voz de Ricardo, que tocó más que nunca, y cantó como nadie, como ese CD que se creyeron muchos que sonaba. Luego se agotaron las reposiciones de alcohol (el número de botellas me lo reservo, porque es denigrante) y al final llegaron las 3. Hora de partida. Hora de empezar el éxodo. Aunque la fiesta del 12 A en la que aún no se tiene muy claro qué se celebraba exactamente (pero en la que hubo un cumpleaños, que no era el mío) parecía no querer terminar. 

Me lo pasé tan bien que me da la risa. Y lloro con las dedicatorias del libro de visita que tan finamente compró Manu. Y resoplo con las gestiones intra-fiesta que hizo Santi. Y gesticulo como nunca ( y ya es decir) intentando explicar lo guay que son mi familia y mis amigos y lo genial que es que se hayan mezclado y que al día siguiente se reconozcan por las calles…por la resaca…Esa que indica que parece que la gente lo pasó bien. Y eso es lo que yo quería. Lo único que quería. 

Fue un fiestón. Y punto. Y aunque me dijo la tía Toya que podía repetir y mi madre empezó con un "ni de coñá" parece que se empieza a planear ya la de los 30!! 

Pero la fiesta de las carreras, de los 25…la fiesta del 12 A, es irrepetible. Muchas gracias a todos.

PERDER CARTERAS

Perder la cartera hace que, además de insultarme hasta el límite, consiga darme de cuenta de muchas cosas.

Y todo por el módico precio de perder la tarjeta de crédito y mierdas varias de esas que acumulas y echas un vistazo de vez en cuando. Un poco de mi pasado estará tirado por la calle, o en manos de alguien tan vago como para no dejarla en una de las muchas direcciones que aparecen en ella.

Supongo que no fue sólo perder la cartera.

C'est la vie.

No es que vaya a ahogar mis penas en alcohol esta noche, ni mucho menos, pero algo de alcohol y toda la noche por delante, es lo que me espera.