Debería empezar felicitando el año, especialmente a aquellos desconocidos que me mandaron los típicos y los personales mensajes navideños con intención de arrancar una sonrisa o una lagrimilla…y digo desconocidos porque por desgracia, tras una serie de catastróficas desdichas, entre las que destacamos: reparación de ordenador (no sabemos cuándo volverá), reparación de disco duro (D.E.P.), daño moral por pérdida de los millones de fotos acumulados tras años de paparazzi, robo de casco y guantes con forzado del sillín incluido, pérdida de cartera, imposibilidad de sacar dinero del banco por indocumentada (llamada al jefe con el consecuente “sí, es mi hija, idiota, pero mi hija al fin y al cabo. Déjenle sacar dinero”), robo de móvil y PÉRDIDA del nuevo móvil (que no duró más de una semana)…me he quedado sin agenda y por tanto sin amigos…
Por tanto puede entenderse lo feliz que estoy de estar en un nuevo año…no es que sea supersticiosa ni nada de eso, pero los pares me dan buen rollo. 2008 (suena como redondo no?)
En fin, que estaba más que deseando volver a casa como el turrón…que la cama de mis padres es más cómoda de lo que recordaba, aunque este año la nevera está menos llena, lo que en realidad es una ventaja porque se aprovechan más, si cabe, las comilonas familiares, 2 delas cuales se celebran chez moi, por lo que a pesar de los tropecientosmil platos y el billón de copas que fregar, mereció la pena ver la cara de mi madre cuando batimos récord de asistencia al salón de mi casa con 33 personas y (remarcando) dos coches de capota…mucho niño, mucha comida, mucho barullo y en medio de todo, una wii funcionando.
Y llegaron las uvas, las 12 uvas (previa extirpación de pepitas) que por fin me tomé este año!! con indicaciones de la cursi a la par que caballuna y este año enseñando más carne que nunca, Anne Igartiburu (resulta que Boris y Ana tenías más detractores que seguidores, la sexta no se veía, las matrimoniadas quedan descartadas y Ramontxu, a pesar de la capa, quedó fuera del debate por traidor). Que se repitieron las escenas e siempre, el amigo invisible (aunque este año no hubo moto, veremos si al siguiente cae el coche…) y la caída de baba generalizada con el pequeño Paco sus primeras palabras y sus equilibrismos.
Y salir, salir, salir sin parar, y olvidar que esto no son más que 20 días, que son demasiadas fiestas, demasiada emoción, demasiadas compras, demasiada gente que no veías hace mucho y demasiado poco tiempo para disfrutarlo.
Pero la cuestión es que el días 2 te despiertas y empiezas a verle las orejas al lobo…con lo que amagas hacer algo productivo y también, evitando las iras de tu madre por dejar todo hasta el último momento, vas a pedir un nuevo DNI y una nueva licencia para circular con el ciclomotor que te dala vida…
Todo esto si saber que había una carta en el buzón.
Todo esto cuando el paso de los días da una nueva perspectiva a aquel “mes negro” donde la suerte no me acompañó, y el desastre que llevo dentro brilló con luz propia.
Todo cuando poco a poco me voy concienciando de que hay que volver allí donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir y donde regresamos todos los fugitivos. Pongamos que hablo de la ciudad a la que no me apetece volver porque no es la mía y porque terminé muy asqueada de ella. De todo lo que significa.
Pero hoy recibí una carta.
Y ya sé que esto no es Hollywood. No es una película sobre coincidencias y amor que te hace confiar de nuevo en la bondad de la gente y creer que en Navidad todo puede pasar pero, la verdad, recibir una carta con remite “de parte de una cartera de Madrid”, con toda mi documentación envuelta en un Christmas con un simple y directo “FELIZ NAVIDAD”, por muy tópico que suene, sí que me hace volver a creer en la generosidad humana. En que todavía hay buenos actos y buena personas. Convirtiendo al misterioso/a desconocido/a que, desde algún lugar de la capital decidió tomarse las molestias y alegrarme el final de fiestas, en mi americanada-navideña-de-después-de-comer particular y, lo que es más importante, en el primer paso hacia mi reconciliación con Madrid.
Si pudiese contestarle lo haría con un simple y directo: MUCHAS GRACIAS.
Estoy contenta.