Berlín es bajito, mezcla los edificios antiguos y sobrios con otros ultramodernos de cristal. E pirulí de las telecomunicaciones es supersónico y se ve desde toda la ciudad. De la Puerta de Brandemburgo, emblema de la ciudad, me quedo con su nombre, que me encanta como suena.
Berlín no te da la impresión de ser una gran ciudad, a pesar de serlo. Los transportes funcionan de cine y la gente va en bici.
Berlín huele a comida, en todas partes y a todas horas. Por la calle y en las estaciones hay puestos de pasteles, bocadillos, dunkin donuts, kebaps...y los Burguers y Mcdonalds están abiertos 24 horas por lo que sí, cumplimos nuestro sueño de comernos un menú al salir de la discoteca (muy cerdo. Muy, muy cerdo)
Berlín no es caro pero en Berlín no saben poner copas.
Berlín es plano y da gusto andar por sus calles.
Berlín te recuerda que hace muy poco sucedieron cosas terribles pero te enseña que se puede salir adelante.
Berlín es esa ciudad a la que me gustará regresar porque ahora Berlín es algo más.
Berlín es un viaje, son momentos y sensaciones, noches, risas, anécdotas, reencuentros, dolores de cabeza al despertar, cerveza...
Berlín son recuerdos...
Berlín son mis amigas.