LA MATERNIDAD

La maternidad para mí se resume en querer estrujarte todo el rato. Y aquí podría dejarlo. Pero es muchas más cosas. Es también pensar “qué pesadiña eres hija” cuando no me dejas ver tranquilamente el móvil porque quieres que te lea por octava vez el pollo Pepe.

Es querer ser la primera en cogerte por las mañanas para ver tu cara de sueño y que apoyes la cabeza despeinada en mi hombro y me des palmaditas en la espalda. Pero desesperarme cuando chillas sin motivo al cambiarte o metes la mano en la comida y te tocas el pelo.

Es reírme cuando señalas el enchufe y luego me dices “no, no, no” o te carcajeas porque te doy con el chorro de la ducha.

Es que me de una pereza tremenda cortarte las uñas.

Es que a veces me encante que te duermas en mis brazos y otras suelte improperios porque no te duermes y yo solo quiero que empiecen mis horas sin niña.

Es tener miedo. Todo el rato. Pensar por un microsegundo qué pasaría si algo grave te ocurriese y que me invada una profunda tristeza.

Es que no estés y pensar “qué bieeeeen descanso de niña, siesta!” pero que al momento tu padre haga un gesto imitándote y ambos riamos como idiotas. Y te echemos de menos aunque estés en el cuarto de al lado.

Es querer de una forma posesiva y egoísta. Es que me duela cuando te portas peor conmigo que con nadie y morirme del gusto cuando echas los brazos para que te coja.

La maternidad es pensar lo increíble que es verte crecer pero no todo el rato. Es querer tiempo para mí que coincide muchas veces con el que tengo que dedicarte a ti. A veces gano yo y no respeto tus horarios o te doy otro quesito porque sé que te los tomas rápido.

La maternidad es que me vuelva paranoica cuando te oigo toser y pienso “Ahí vamos otra vez a urgencias”. Es cogerte en colo, observarte y pensar cómo narices nos lo hemos montado para hacerte así de riquiña, simpática y fácil.

Soy realista y sé que no es cierto pero para mí eres perfecta. Con tus asmas, tus mocos, tus dientes que salen todos a la vez, tu culo amandrilado, tus gritos de niña del exorcista. Con tus rizos color cobre y tu cara de elfo. Con tus ojos grises y tu mirada triste que se reduce a una línea cuando ríes.

La maternidad es no poder vivir sin ti. De verdad, no hay manera. Es quererte tanto que sufro. Y es leer estas frases y sentir vergüenza. 

La maternidad es estar agotada y sin embargo saberme capaz de sacar fuerzas de donde sea cuando de verdad me me necesites. 

La maternidad es querer sin límites. Es comprender que no importa la persona en la que te conviertas, yo te voy a querer siempre. Pero además de este amor incondicional que viene con el papel, la maternidad para mí es plantearme continuamente si estoy haciendo todo lo que está en mi mano para que seas una buena persona y sobre todo feliz.

Espero conseguirlo aunque por el camino se me agote la paciencia varías veces. 

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