NAVIDAD 2020

El día de la lotería me recuerda a mi madre con la radio puesta toda la mañana y decepcionada los años que el Gordo sale muy pronto. “Oh! Qué madrugador…”

Los villancicos me emocionan mucho y las luces de Navidad me gustan blancas y amarillas.

En Noche Buena mi primo Rafa, sigue vacilándome pataleando por debajo de la mesa y diciendo “Carmen! que viene Papa Noel!! Mira! Mira! En la ventana! Boh...te lo perdiste...” de pequeña me enfadaba y ahora lo echo en falta los años que no coincidimos porque la vida y los matrimonios hacen que haya que dividirse en las fiestas.

El primer regalo que recuerdo es “La Sirenita” y los que más me marcaron, una caja de 100 rotuladores que me regalo mi abuela Pita y, sin duda, Molly. Con 7 años abrí esa caja y al ver a la muñeca con gafas y trenzas dije “por fin tengo una amiga” lo cual me parece tierno y triste a partes iguales

En García Barbón, en casa de la abuela Pita, desde hace ya muchos años celebramos amigo invisible. Con cada regalo se canta “Qué será, será” se juega al despiste con el destinatario y se canta “Tongoooo!! Tongoooo” ante algunos regalos por encima de presupuesto. Siendo 50 personas el asunto se prolonga durante horas con el consiguiente cabreo de los que quedan últimos.

En casa nos felicitamos el nuevo año tras ver las uvas (siempre en la 1) de una manera impensable este año. El salón se llena de besos y abrazos. Lágrimas de emoción, dejar un año atrás duro o que tus tías te digan “Este es tu año!!” A los 5 Manueles se les felicita por partida doble pues también es su santo. Atrás quedaron los años en que Orío nos representaba el sketch de Paca Carmona de Martes y 13 o nos cantaba por Camarón.

Yo antes preparaba con ilusión las escarapelas y las pruebas de las Olimpiadas Navideñas en las que el día 1 de enero mis primos resacosos, mi abuela y mis tíos participaban. Esta tradición se perdió cuando yo me convertí en una resacosa más. Todos aparecíamos a comer pero llegaba una hora en que desaparecíamos a dormir y se hacía complicado encontrar una cama desocupada en la que recuperar después de una noche tan larga. Eso sí, nadie perdonaba el consomé a las 18:00. Se formaba cola a la cocina y todos vuelta a comer.

Suena una guitarra en el pasillo. Es el tío Manu tocando todo lo que le pedimos y desesperado porque no damos el tono. Él es más de Beatles y nosotros le pedimos Yolanda. De fondo, en el salón y en la sala de estar, siempre hay conversaciones en marcha a las que puedes unirte en cualquier momento. Casi siempre acabamos discutiendo sobre temas importantes y, de unos años a esta parte, el feminismo es recurrente siendo mi tía Marta, su hija y yo contra el mundo. El señor de gafas Oscuras también es experto en crear polémica y casi siempre acaba en pie haciendo pura demagogia.

Cuando éramos pequeños montábamos un Belén muy grande e íbamos adelantando a los Reyes un poco cada día. Era tradición ir a por musgo a Baiona, a la Virgen de la roca. Mi padre, que nunca fue de manualidades, se esmeraba muchísimo al colocar el papel que imita la roca, el papel albal a modo de río y el musgo que seguramente no había en Jerusalén pero oye, yo alucinaba con lo realista que quedaba. Hoy en día triunfa el Belén de Playmobil a prueba de babas de niño y mi madre ha patentado la idea de envolver el árbol tal cual, con adornos y luces puesto y así se baja del trastero y en un segundo ya es Navidad. A práctica no le gana nadie.

Y ya para terminar, nuestra cena en casa el día 5. La cena del Señor de gafas oscuras. Qué ilusión le hacía llevarnos a los tres a comprar todo. Dejábamos a la Señora que calceta en casa porque ponía los ojos en blanco con cada cosa que metía mi padre en el carro. Reyes es una cena total con un aperitivo riquísimo, tanto que unos primos venían desde Santiago solo a cenar y otros aparecían al día siguiente a desayunar la sobras. Recuerdo ir a Porras a comprar gorros y espumillón y a mi padre emocionado como un niño con los preparativos.

También recuerdo la ilusión que hace el primer año que puedes salir en la noche de Reyes, para mí, de siempre, la mejor de todas.

Yo era la encargada de despertar a mis hermanos la mañana de Reyes. Ellos siempre aguantando mis gritos “vengaaaa los Reyeeeees!!”. Recuerdo la bata de cuadros escoceses verdes del Señor de Gafas Oscuras. Cada año el mismo ritual. Abría un poco la puerta corredera del salón, se giraba hacia nosotros y decía “No vinieron”

Este 2020 no habrá casi nada de esto. No se puede y ya está.

Para compensar la falta contacto, envié la postal de la foto en modo vintage. Con sellos y todo! Me encantó escribirlas y más todavía recibir las contestaciones de personas que quiero.

 Disfrutaré lo que pueda de estas fiestas y esperaré con ilusión las del año que viene. Para volver a algunas de estas tradiciones y recordar otras con nostalgia.

Feliz 2021 a todos. Por unas Navidades de recordarnos lo mucho y bueno que tenemos.

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