VOLVER...RE-VOLVER

Parece que es oficial. Que vuelvo.

Y no es que lo haga descontenta...al fin y al cabo la primavera en Madrid es la mejor de las épocas y voy a aprender y a hacer cosas que me gustan. Cosas que me gustan mucho y que espero sean por fin y de una vez por todas "lo mío".

Porque las dudas están bien, y de hecho dudo mucho que me vayan a abandonar nunca...pero hay que decidirse. Hay que decir "Pues venga, p'alante".

Y esto es lo que hago después de unos meses en que ni hacia delante ni hacia atrás. Unos meses de demasiada reflexión y poca conclusión. Que ya sé...que el momento no es bueno, que todo el mundo ha pasado por esto, que ya verás, que sólo es un tiempo...pero no vale. No me vale.

Intento hacer cosas y mantenerme alerta porque es muy fácil dejarse ir cuando te levantas por las mañanas sin un objetivo claro. Y con la culpabilidad (sí, confieso que he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión) de no haber cumplido con lo poco que tenía que tener más que rematado. El carnet de conducir. Seguirá siendo asignatura pendiente, seguiré culpando a la genética por ello y seguiré sin saber qué decirle a la señora que calceta cuando me lo reprocha...

Pero ahora vuelvo. Y no sólo a la ciudad donde el mar no se puede concebir, a la que tanto juzgué y tanto me enseñó. Vuelvo a Madrid y en cierto sentido vuelvo a tomar las riendas de mi vida. Vuelvo a tener un objetivo y una ilusión. Que es un Master que me ha hecho endeudarme con el banco y despotricar contra el sistema educativo después de dedicarle 6 años de mi vida? pues si es el precio que hay que pagar por empezar una vida...filliña, "eche o que hai"

Y dejar Vigo. Parece que esto fue un aperitivo de lo que puede ser la vida en esta ciudad con microclima y macrofamilia. Dejar esas llamadas del Jefe para tomar un café o picar algo y al llegar encontrarte que ha hecho lo mismo con tus hermanos. Dejar esos desayunos Cósmicos, esas sesiones de patinaje y esas cañas Colegiales. Esas salidas nocturnas premeditadas sabiendo que terminarán con siestas mañaneras entre cañas y sandwiches. Esos "asuntos" de domingo viendo cómo se muere el Sol cerca de las Cíes, esas quedadas a las 8 que inesperadamente se convierten en despedidas a las 5 con unas cuantas barras de bar como testigo de conversaciones infames. Esas excursiones en coches donde la música parece hablar de mí y de todas y que nosotras contestamos cantando a grito pelado.

Parece que no tocaba todavía. No era el momento. Pero lo será algún día (esto último no sé si lo afirmo o lo pregunto)

Y dejar de pensar qué estoy haciendo y de actuar y reaccionar irreconociblemente a las cosas. Volver a ser yo y mi circunstancia y no dejar que las circunstancias se apoderen de mi yo.

Me voy. Triste por lo que dejo pero con ganas. Con muchas ganas de reencontrarme con Madrid y con toda esa gente que conozco y que me queda por conocer a 600 kilómetros de casa. Pero, sobre todo, con ganas de reencontrar y reconocer a esa Carmen del futuro de la que espero tanto.