HA SIDO UN PLACER

8 años viéndola. 8 años disfrutándola. 8 años de lo mejor y aún más de lo peor de la condición humana entre cigarrillos y copas en despachos.

Recuerdo cuando comenzó. Yo vivía en Madrid, en Ricci 13 y se la recomendé a mi compañero Yoann que en seguida quiso ser como Don Draper. "Como todos, como tantos, como tontos".
El perfecto gentleman. Imposible no enamorarse de esa gomina y esa percha. De esa forma de fumar, de beber y de conquistar a mujeres y a clientes a golpe de sentencias con voz profunda. Pero siempre con un toque de amargor en las palabras o en las intenciones. 
Un poeta bien vestido. O un engreído sin alma. Seguramente ambas.
Yo, en cambio, quería ser Peggy Olsen. Esa secretaria que asciende con sacrificio en un mundo de hombres. Y nadie se lo valorará nunca lo suficiente aunque ella sabe lo buena que es. Cuando empezó a parecérseme demasiado al protagonista masculino y mentor, dejé de querer ser como ninguno. Pasaron a darme sobre todo lástima. Y sin embargo, continué semana tras semana viendo la evolución de esta extraña pareja. Creciendo a cada capítulo. A veces a parte, a veces de la mano. A veces a gritos y otras bailando "My way". Y es entonces, alejándose de toda realidad, dejando de ser por unos instantes esos para ser realmente ellos, cuando nos regalaron algunas de las mejores escenas que he visto en mi vida. 

Varias veces he tenido que parar esta serie en medio de un capítulo para analizar por un momento lo que acababa de suceder. La última hoy, en su despedida. Y es que aunque se le critica que "nunca pasa nada" en esta serie en realidad ocurren demasiadas cosas. Algunas tan pequeñas y sutiles que pasan inadvertidas. Luego todas ellas se alinean en un momento para que la que escribe suelte algún "venga yaaa!" en alto desde la cama, a esas horas en que debería estar ya durmiendo.

Luego soñaba con ideas brillantes. Con campañas, clientes, coches, cuentas, corbatas que se anchean y faldas que se acortan. Con esos personajes de película que componen esta serie. Geniales y necesarios. Algunos de peso, otros fugaces. Pero nada pasa por casualidad aquí y siempre se deja al espectador pensando.

Entiendo que mucha gente no acabe de cogerle el gusto a Mad Men. Puede que no vean más allá de una agencia de publicidad en el Manhattan de los 60, con una estética muy cuidada. Para mí eso son simplemente excusas que dan pie a que se hable de hombres, de Historia, de trabajo, de mujeres, de familia, de dudas, de evolución, de cambio, de creatividad, de frustraciones, de publicidad, de personas y de amor. De todo tipo de amor. Y al fin y al cabo qué es la vida si no todas esas cosas?
Pues Mad Men es eso: Una serie que habla sobre el ser humano, cómo sobrevive y cómo reacciona ante los desplantes de la vida. Es una serie, a mi parecer, muy interesante, que llena y que hace además de cada escena puro arte. 

Lo cierto es que hoy he visto el último aliento de una serie que me ha marcado bastante. Y estoy un poco triste porque no volveré a ver a esos personajes durante un tiempo. Han sido 8 años de frases e imágenes que guardaré en mi memoria y a las que regresaré sin duda. Y me parecerá distinta cada vez. Como cuando lees un libro al cabo de un tiempo y no lo recordabas así. Pero en realidad eres tú quien ha cambiado.

Hoy se ha terminado Mad Men. Y al final resulta que trataba sobre Mad Women. 
Y por encima de todo sobre Mad Love. 

El placer ha sido todo mío.
(Y tiene gracia porque ni si quiera me gusta la Coca Cola...)