A MORDISCOS

Si algún día dejase de morderme las uñas tendría que empezar a fumar.
Porque es un gesto muy recurrente. Siempre me dio mucha envidia esa gente que tiene un momento para fumarse un cigarro tranquilamente y pensar. O cuando está nervioso, está justificado. Qué haces ese? fumarse un cigarro. Y qué hace esa? morderse las uñas.

Y es que parece que lo de mirar al infinito sin hacer nada no vale. Puedes estar pensando mientras escuchas música, o esperando mientras tomas un café pero estar quieto de brazos cruzados no.

Así que cuando llegan las divagaciones, automáticamente empieza el espectáculo.
Lo de pintárselas de rojo pasión (que antes era de pendón y ahora de moderna) es por pura necesidad. Porque da mucha penita ir por ahí con uñas desconchadas y de esta forma el gesto recurrente se limita bastante o se pasa directamente al canibalismo (creo que la facultad de regeneración de mis dedos raya el superpoder)

Pero hay que tener cuidado con el gesto recurrente. Porque en un momento dado de mucha tensión o de mucho aburrimiento se adueña de tus actos y te encuentras autolesionándote, conocedora de lo doloroso que va a ser teclear o apretar cualquier superficie en los próximos días pero sin poder poner freno a semejante escabechina.

El gesto recurrente no aporta nada. No es bonito y es el peor enemigo de las manos, esas que, sin querer, te definen un poquito. (olé por la rima fácil)

Así que mi consejo de hoy amiguitos y amiguitas, es que si os mordéis las uñas intentéis dejarlo o limitarlo a situaciones de extrema necesidad, lo mismo para a aquellos que fuméis. Porque moláis mucho, lo reconozco, lo de echar humo por la boca da un rollito guay muy cinematográfico pero os mata y eso no es agradable para nadie.
Si fumáis y os mordéis las uñas sois unos viciosos y moriréis en el infierno y si no hacéis ninguna de las dos cosas seguro que os coméis el pelo o hacéis cosas peores que no quiero imaginar.