CINCO DE JULIO. LA DUCHA

Las duchas son uno de los grandes inventos de la humanidad y uno de los pequeños placeres de la vida. Tenemos suerte de haber sido conquistados por los árabes durante tanto tiempo y parecernos más a ellos en lo que a higiene personal se refiere y menos a los del norte que tienen cierta alergia al tema.

Recientemente he subido en el escalafón de la vida adulta porque tengo mi propio baño. Esto se lo debo a mis primos Diego y Borja y a su generosidad infinita al dejarme el cuarto más grande de la casa. Los adoro a pesar de todas sus tentativas por arruinar mi operación bikini a base de "Carmela, vamos a pedir Burger, quieres?" "Carmela, estamos haciendo tortilla para cenar, quieres?" "Carmela, compramos hummus..." Así no se puede, coñe.

La ducha es un momento de reflexión. Al menos las mías donde el baño se convierte en una sauna. Me acuerdo mucho del señor de gafas oscuras porque siempre iba a la sauna y en mi cabeza daba con las soluciones a todos sus problemas en ese momento. Como Arquímedes en la bañera gritando "Eureka" pero en versión gruñido.

El vaho, el agua cayendo, la música de fondo, esa sensación de semi-desmayo...bueno pues me tumbo un rato y ya salgo en seguida. No. Nunca es en seguida y he llegado a dormirme. 

Y así estoy hoy. En el Nirvana. Pensando en no sé qué o reproduciendo aquella conversación para acabar ganando yo. Miro al halógeno del techo y cierro los ojos. Y de repente aparece una forma de corazón a la altura de mi nariz. Es muy rojo y tan perfecto que sospecho. Pero como todas esas formas que aparecen cuando cierras los ojos empieza a irse hacia la derecha. "No te vayas!" Entonces cierro con más fuerza los ojos. Y vuelve el corazón que se está volviendo amarillo. Pero de pronto se transforma en una cabeza de monstruo y se lo come! Al corazón! En este punto de la historia una está bastante interesada en el desenlace de esta especie de visión halógena así que pongo mis manos sobre los ojos y aprieto un poco a ver si vuelve a aparecer. Y sí, vuelve! Pero sólo medio corazón. Qué significa todo esto? Nada, supongo. O más bien...espero! (aquí es cuando debo aclarar que no me he tomado ningún tripi pero me imagino que los efectos de algunas drogas deben ser parecidos a estar siempre viendo esas luces que aparecen cuando cierras los ojos. Por cierto, qué son? De dónde vienen y por qué se van tan rápido? Y esos colores! Alucino! A lo mejor resulta que lo que de verdad necesito es un oftalmólogo...)

Después de este "viaje" me miro las manos y compruebo que tengo los dedos arrugados. Eso me recuerda que ayer por error compré una crema anti-arrugas. O a lo mejor fue mi subconsciente que decidió que ya iba siendo hora de prevenir, bonita. O tal vez me acordé de la abuela Nené y de su exigencia de que la crema que le compremos sea antiarrugas...a sus 93 años. Un poco tarde no abuela?

Siempre me cuesta salir de la ducha. Luego viene el mundo real. En el baño todo se paraliza. No hay móvil, no hay tiempo. Y tiempo a uno parece como que siempre le falta, no? Hay veces que pienso que me encantaría vivir en la cama. Con todo lo necesario, claro: ipad, iphone, ordenador, libros, periódicos, el desayuno...El mundo bajo el edredón. Pero hoy me acordé del capítulo de Seinfeld en el que Kramer decide quedarse todo el rato en la ducha. Y contestar al teléfono en la ducha, leer en la ducha, incluso cocinar en la ducha. Y no me pareció tan descabellado, oiga!